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Tres locales para comer barato en el centro de A Coruña: "Hay que pensar en la gente obrera que le cuesta llegar a fin de mes"

Los menús del día no dejan de subir, pero algunos locales intentan mantener precios atractivos para una clientela fiel que son casi como familia

Pura Cancela atiende a sus clientes a la hora de la comida

Pura Cancela atiende a sus clientes a la hora de la comida / Carlos Pardellas

A Coruña

En el centro de A Coruña aún quedan mesas donde se puede comer bien, casero y sin que el bolsillo tiemble. Son locales pensados para quienes han de comer fuera todos los días, —en una zona con gran volumen de trabajadores—, y buscan una comida honesta por 10 u 11 euros. En un tiempo en el que los precios suben y el menú del día empieza a desaparecer de muchos locales, tres negocios resisten con su fórmula de cercanía, calidad y esfuerzo personal.

Pura Cancela, del restaurante Santa Comba, lleva casi medio siglo cocinando en el Orzán. «Al principio abríamos también por la noche, pero desde hace 25 años solo damos menú. Aquí viene de todo: obreros, gente de oficinas y cada vez más juventud. La gente joven descubrió la comida casera de toda la vida, esa que ya casi no se encuentra, y aprovecha».

El Santa Comba tiene hoy un menú a 11 euros entre semana y a 12 los fines de semana, un precio que Pura mantiene por ser la dueña del local y hacer casi todo ella misma. «Voy a la plaza de Lugo, a las carnicerías, al súper... Si tuviera que pagar renta y personal, tendría que cobrar más», explica. «Pongo cosas de calidad, y eso la gente lo nota. Los callos, la carne asada o el cocido son lo que más me representa. La gente dice que es como comer en casa».

Toni Valera, del Bar FM: "Por cobrar diez céntimos más el café, no me voy a hacer más rico"

Comer en el centro a precio de barrio |   CARLOS PARDELLAS

Toni Valera, del Bar FM / CARLOS PARDELLAS

En el Bar FM, en la calle San Blas (el callejón del McDonald’s), Toni Valera mantiene otro de esos menús que parecen milagros. «Cumplimos diez años. El nombre viene de los antiguos dueños, Félix y Maricarmen, y como me gusta la música, lo decoré como si fuera por la radio», cuenta. Su menú con dos platos, bebida y postre cuesta 10,50 euros y el medio menú 7,50, con platos caseros y un público fiel. «La mayoría viene todos los días». Defiende cuidar a ese cliente diario, que en la mayoría de casos son trabajadores: «Hay que pensar en la gente obrera, que a veces le cuesta llegar a fin de mes. Asumo yo la subida antes que repercutirla. Por cobrar diez céntimos más el café no me voy a hacer rico ni pobre».

Este hostelero trabaja solo junto a una cocinera, lo que le permite ajustar los precios. «Somos dos, y yo me como casi todo el trabajo. Si tuviera más camareros, tendría que subir. La lista de la compra subió una barbaridad, igual que el café». Aquí es clave la imaginación: «Vemos lo que hay de oferta, y vamos planificando el menú». Entre sus platos estrella están los callos, la paella de arroz negro, las albóndigas y la lasaña de los viernes.

David Zapata, del Bar Ártabro: "Cocinar quita tiempo, muchos prefieren venir y comer por un precio razonable"

Comer en el centro a precio de barrio |   CARLOS PARDELLAS

David Zapata, del Bar Ártabro / CARLOS PARDELLAS

Un enfoque distinto pero con la misma filosofía mantiene David Zapata en el Bar Ártabro, en Santa Catalina. «Llevamos casi tres años. Era un café de toda la vida, y lo convertimos en un sitio de cocina moderna, con un plato del día y carta que cambia cada tres meses. Es un concepto que funciona muy bien con la gente de oficinas y bancos que tiene poco tiempo, pero quiere comer algo fresco y de calidad», como el solomillo con salsa veluté de champiñones con patatas y ensalada que ofrecía este martes.

Su plato del día cuesta 10,50 euros, con opción de añadir postre o café por un euro más. «Cada día cambiamos: lunes pollo, martes cerdo, miércoles pescado… Siempre hay verdura y casi nunca repetimos».

Para el cocinero esta «es una forma de comer sano y equilibrado», con platos que llenen pero no pesen y que permiten ganar vida: «La gente no suele cocinar en casa. Cocinar quita tiempo, hay que ir al súper, pensar el menú, prepararlo... muchos prefieren venir aquí y comer por un precio razonable».

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