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Abre al público el primer local comercial del barrio de Xuxán en A Coruña

Se trata de una clínica veterinaria de Gatocan

A Coruña

El barrio de Xuxán cuenta desde este lunes con su primer establecimiento abierto al público, Gatocan Veterinaria, dirigida por Paloma González de Ramos, y que cuenta con la singularidad de estar regentada como una asociación sin ánimo de lucro, de forma que los posibles beneficios que genere su actividad irán destinados íntegramente al refugio de animales abandonados que posee la entidad protectora Gatocan.

Paloma Gatocan primer negocio que abre en Xuxan

Paloma González de Ramos / Carlos Pardellas

«Es un barrio joven con muchísimo potencial»

No es fácil llegar a un barrio recién nacido y sembrar vida. Este reto lo va asume Paloma González de Ramos, que es la responsable de la clínica veterinaria ubicada en Xuxán. Es el barrio más nuevo de la ciudad. Hasta ahora, si uno paseaba por las calles de esta zona solo se encuentraba viviendas. El suyo es el primer establecimiento de la zona.

No hay bares, restaurantes ni comercios. Ni un kiosco en el que comprar el periódico o una panadería a la que ir diariamente. Gatocan da el primer paso, pero seguramente muchos vengan detrás. «Elegimos Xuxán porque creemos que tiene muchísimo potencial. Es un barrio joven, rodeado de zonas verdes y con familias que están empezando sus proyectos de vida, muchas de ellas con animales a su cargo. Nos parecía el sitio perfecto para abrir la clínica: poder crecer junto al barrio y estar cerca desde el principio, ofreciendo un servicio de confianza para sus mascotas», cuenta la responsable del centro.

Recuerda que Gatocan «lleva ya más de veinte años trabajando por el bienestar animal», y ahora desembarca en Xuxán con la ilusión de seguir creciendo. «Nació como protectora para rescatar y dar segundas oportunidades a perros y gatos abandonados, y a día de hoy seguimos con nuestro refugio en Coirós, desde donde hacemos adopciones, campañas de esterilización y concienciación sobre la tenencia responsable», relata González de Ramos. Para ella, «lo bonito es que los beneficios de la clínica ayudan a sostener la labor de la protectora, así que al final es un círculo en el que todos ganan: los animales del barrio reciben un servicio cercano y profesional, y los que están en el refugio también se benefician».

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