Isaac Díaz Pardo presentará esta tarde en la galería de arte contemporáneo José Lorenzo de Santiago la exposición antológica del universal artista coruñés Tomás Barros.

Pintor, poeta, ensayista, autor teatral, novelista, articulista, catedrático, miembro correspondiente de la Real Academia da Lingua y candidato a la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario (falleció días antes del acto oficial de su ingreso), Tomás Barros es uno de los intelectuales gallegos más prolíficos del "extrañamiento interior", grupo de intelectuales antifranquistas que no optaron por el exilio pero con quienes compartió inquietudes y colaboró, como Luis Seoane, Rafael Dieste, Vicente Aleixandre, Celso Emilio Ferreiro o su primo Isaac Díaz Pardo.

"Tomás amosa unha visión premonitoria da humanidade, ten moito que ver co misticismo dos vitrais catedralicios nos que encerra un mundo prisioneiro da súa persecución histórica", apunta Díaz Pardo.

Autor de ocho poemarios a caballo entre la poesía social y la indagación mística y filosófica (Gárgola, 1950; El Helecho en el tejado, 1957; La Estrella y el Cocodrilo, 1957: Berro diante da morte, 1964, Los Ojos de la Colina, 1973; A Imagen y Semejanza, 1973; Abraio, 1978; y Vieiro de Señardade, 1987, edición póstuma), Barros fue Premio Internacional de Poesía del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York en 1973. En 1952 fundó con los poetas ferrolanos Mario Couceiro y Miguel C. Vida la revista Aturuxo, en la que publicaron los grandes poetas coetáneos españoles. Ya en A Coruña, con Luz Pozo, fundó en 1976 y dirigió la revista de poesía Nordés, ilustrada por Luis Seoane.

Formado como pintor en la explosión de las vanguardias de primer tercio del siglo (postimpresionistas, expresionistas y fauvistas), Tomás Barros fue evolucionando en la concepción de la composición y la forma hasta desembocar en una pintura de tinte abstracto. Fue básicamente un pintor colorista con una honda preocupación por el ritmo y la relación entre fondo y forma. Realizó una treintena de exposiciones, en su mayor parte individuales, en diversas ciudades gallegas, españolas y Londres.

"Tomás Barros fue el epítome del gallego universal", señaló la crítica estadounidense Estelle Irizarry en 1992. Una opinión que compartía ya Luis Seoane en 1972: "O seu é un novo realismo, non o de Coubert ou dos naturalistas, senón do noso tempo, da vangarda".