Nacha Pop, The Cure, Björk, Manu Chao, Primal Scream... Cerca de medio centenar de entrevistas integran el libro Retratos pop, del periodista gallego Xavier Valiño (Cospeito, 1965), autor también de las obras Rock bravú y El gran circo del rock: anécdotas, curiosidades y falsos mitos.

-¿Qué músicos te sientes más orgulloso de haber entrevistado?

-No se trata tanto de orgullo por ir hablando con gente que te ha hecho vibrar con su música, sino que las mejores sensaciones vienen cuando una entrevista sale bien. Quizás me sienta más contento de cosas que sucedieron que me dejaron entender que el entrevistado estaba a gusto charlando conmigo y que contaron cosas que, supongo, de otra forma no habrían contado. Como cuando Billy Bragg me invitó a llamar cuantas veces fuesen necesarias hasta no dejar ninguna cuestión sin interrogar. O Bettye Lavette, que se mostraba sorprendida de que alguien tuviera interés por ella en España. Richard Hawley dejó una fiesta familiar por una conversación en la que parecía que se encontraba a gusto. O Manu Chao, agradecido por leer una conversación ya olvidada el día de su cumpleaños en una aldea perdida del Camino de Santiago.

-La entrevista más tensa que aparece en el libro es la de David Gedge, el líder de The Wedding Present. ¿Por qué Gedge tuvo tan mala disposición aquel día?

-No tengo ni idea de qué le pasaba. Por eso la dejé al final del libro, a pesar de que por orden alfabético le tocaba a Tindersticks. Pero quería cerrar con una distinta a las anteriores y que recogiese los fracasos al entrevistar, que también los ha habido. Lo curioso es que de todas las que he hecho en mi vida, ésta fue la única en las que las preguntas no eran mías, sino de un grupo de gente que lo lleva siguiendo 20 años.

-¿Tal vez le ofendió que le dijeras que The Wedding Present 'tienen sólo dos canciones: la lenta y la rápida -y eso es una canción más que los Ramones-'?

-Je, je, supongo que sí, claro. Pero ante algo así, lo mejor es responder con humor, aunque luego aproveches para soltar lo que quieres decir. Creo que o no lo sabe hacer o ése no era su día. Pero eso tampoco debe llevar a nadie a dejar de escuchar sus canciones, que al final es lo que realmente cuenta.

-A PJ Harvey le preguntaste si había hecho alguna vez el amor escuchando alguna de sus canciones; y a Sinead O'Connor, cuál de las tres hermanas Corr le gustaba. ¿La valentía es la virtud fundamental de un entrevistador?

-Supongo que sí, aunque no podría asegurarte ni creo que yo lo sea. Son preguntas que a veces tienes preparadas y que sólo las formulas si ves que la ocasión se tercia. En otras ocasiones, salen sobre la marcha. Y si ves que alguien te mira mal o que piensa echarse encima, lo mejor es dejarlo, que tampoco hay razón para salir malparado.

-¿Te han cortado alguna entrevista por una pregunta, digamos, incómoda?

-No, que yo recuerde. Lo que sí se puede apreciar es cuando a alguien no le interesa el asunto o no quiere que sigas por ahí. Luego está la facultad de quien entrevista de seguir insistiendo o no, dependiendo de lo que se vaya buscando, claro.

-Algunos músicos tienen fama de bordes. ¿Puedes contar algún caso que te haya resultado especialmente difícil?

-No tuve suerte con Josele Santiago, en una entrevista que quise hacerle cuando estaba con Los Enemigos. No me contestó a casi nada, así que como estaba yo más incómodo que él, pasé a su compañero Fino. Creo que lo cogí en la época en que tomaba cosas que no aseguran precisamente respuestas al caso. Recientemente en su etapa en solitario me resarcí y todo fue normal. También anduve detrás de Antón Reixa para hacer un libro de conversaciones con él para la editorial Zona de Obras, pero no lo conseguí. Creo que ni se enteró de la idea.

-¿Los artistas de mayor categoría son también los más atentos con la prensa?

-No, no lo creo. Los hay a todos los niveles y, además, una misma persona puede tener distinta respuesta según a quién tenga enfrente, según el día e, incluso, de un momento para otro. Pero casi seguro que gente como Billy Bragg, Ron Sexsmith, Steve Wynn o algún otro no te van a dar nunca una mala contestación. Se intuye quién es humilde por encima de todo.

-¿Qué opinas de las entrevistas por correo electrónico? ¿Tuviste alguna vez la sensación de que era otra persona la que contestaba por escrito, y no el artista?

-Nunca lo había pensado, pero podrían habérmela jugado y no haberme enterado. Las entrevistas por correo electrónico me parecen bien porque da tiempo a pensarse las respuestas y nadie podrá decirte que eso no lo ha dicho: queda escrito. También es cierto que se pierde la inmediatez de preguntar en función de la respuesta anterior. Recuerdo un caso curioso: cuando Sparklehorse vino a Galicia, quise hacerle una entrevista a su líder, Mark Linkous. Vivía como un ermitaño en el medio de un bosque al Norte de California, sin teléfono, y sólo aceptaba entrevistas por correo electrónico. Y su mánager era quien se encargaba de imprimir las preguntas, llevárselas hasta su retiro, hacerle la entrevista, anotar las respuestas y posteriormente, ya en casa, teclearlas en su ordenador. Al menos es lo que me dijeron, según pienso ahora en función de tu pregunta. Pero lo creo, porque las respuestas iban mucho con su carácter.

-En la cubierta del libro aparece citada la entrevista con REM, incluso se muestra en la contraportada una foto del grupo de Athens. ¿Por qué no ha sido incluida finalmente en el libro?

-Pues es cierto el despiste y me lo acabas de descubrir; se me había pasado. La había incluido en una primera relación y había enviado las fotos a la editorial, pero luego, al reducir las entrevistas a 50 de unas 600, tuve que dejar fuera unas cuantas, y ésta fue una de ellas. No me parecía especialmente interesante.