Los albaneses dudan entre el mito y la realidad de la figura de Skënderbej

Un hombre bello, alto, robusto, de barba blanca ondeada, nariz aguileña, con casco y blandiendo una enorme espada en la mano montado a caballo es la imagen creada desde la niñez a través de novelas, poesías, filmes y pinturas de este gran caballero albanés que luchó contra los turcos otomanos en el siglo XV.

Su figura está estampada en los pasaportes de los albaneses y la moneda nacional, el lek, mientras que la orden con su nombre es la suprema condecoración concedida por el presidente de la República.

Sus estatuas ecuestres están colocadas en las plazas de Tirana, Kosovo y Macedonia y simbolizan la nación albanesa.

Pero leyendo el libro "Skënderbej" del profesor suizo Oliver Jens Schmitt publicado el diciembre pasado, muchos albaneses se han quedado pasmados al enterarse de que el héroe no provenía de la grande nobleza albanesa, sino de una familia modesta feudal.

Además, para los que han tenido la posibilidad de ver su pequeño casco y espada en un museo de Viena ha sido fácil entender que era una persona de pequeña estatura y no un "superman", como se idealizaba su cuerpo.

Pero la gran aflicción y lo que no se puede tolerar es que Schmitt narre que su padre se llamaba Ivan (un nombre eslavo), y no Gjon (nombre albanés), como se les había enseñado toda la vida.

Este hecho fue interpretado por varios intelectuales, escritores y periodistas como un esfuerzo de un autor "antialbanés" de presentar a Skënderbej de origen serbio.

Pero eso es normal si uno se sitúa en los Balcanes del siglo XV, cuando la gente se identificaba por su pertenencia religiosa y la familia de Skënderbej era ortodoxa. Los enfrentamientos étnicos ocurrieron más tarde con la formación de los Estados-naciones, trata de explicar el historiador Artan Puto.

El cuarto de los cinco hermanos, Gjergj Kastrioti, (1405-1468), nacido en Dibër, fronteriza con Macedonia, fue entregado por su padre como rehén al sultán, que lo educó militarmente y le dio el nombre musulmán de Skënder y el título "bej".

En 1443 abandonó el Ejército turco en la batalla de Nis (actual Serbia) y volvió a su país, donde organizó durante 25 años la resistencia armada contra la invasión del Imperio otomano.

"En la escuela hemos aprendido que Skënderbej volvió para liberar a su patria y no para vengarse contra el asesinato de su padre por el sultán", como cuenta el libro, confesó a Efe Ilirian, un estudiante de la Facultad de Historia.

Después de su regreso en 1444 Skënderbej completó la unión de los principados feudales albaneses y formó un territorio libre, la mitad de la actual Albania, entorno a la fortaleza de Kruja.

De líder de una insurrección organizada por razones personales pronto formó parte de las alianzas cristianas europeas con Janos Hunyadi de Hungría, Alfonso V de Aragón y Venecia.

Con la Corona de Aragón firmó en 1451 un tratado de vasallaje y no de aliados, como contaban los libros albaneses de historia, a cambio de conseguir la ayuda extranjera con soldados y dinero.

Después de su muerte, en 1468, Albania cayó en manos de los turcos otomanos que gobernaron el pequeño país balcánico hasta el 1912.

Desde entonces Skënderbej fue convertido en símbolo de libertad del movimiento independentista albanés de finales del siglo XIX.

En ese período su lucha inspiró a los partisanos durante la guerra antifascista y a los comunistas que le vieron como estratega de la victoria de un pueblo pequeño contra el poderoso Imperio otomano.

En un acto conmemorativo celebrado ayer el artista austríaco Franz Kapfer proyectó una instalación en la fachada de la Academia de Bellas Artes de Tirana que compara la sombra del héroe con Batman.