crítica de cine
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...

Imagen de la película 'Siete almas' ('Seven pounds').
Antonio Boñar
La película de Dionisio Pérez Galindo, El regalo de Silvia (2003), nos cuenta cómo una adolescente decide quitarse la vida para donar sus órganos. Tres personas anónimas reciben el corazón, las córneas y el hígado de Silvia. Mientras vemos cómo levantan el vuelo las vidas cotidianas de los tres receptores, también descubrimos, gracias al diario que Silvia dejó grabado en vídeo, las razones que le impulsaron a tomar esa determinación de extrema generosidad. En Siete almas vemos cómo Ben Thomas, un agente tributario de la Tesorería de los Estados Unidos, emprende un proceso de redención personal con el que pretende reconstruir su alma desecha cambiando radicalmente el destino de otras siete almas que, eso sí, han de cumplir con el requisito de ser buenas personas a las que la vida ha machacado injustamente. El acto de contrición que nuestro protagonista se impone como penitencia por un hecho traumático que el mismo provocó en el pasado, y que el espectador irá descubriendo mediante la aparición intermitente de fugaces flashbacks a lo largo de la trama, también es extremo e incluye la donación de órganos. Pero a pesar de las evidentes similitudes que encontramos entre ambos filmes, Gabriele Muccino, director de la cinta que tenemos entre manos, aseguraba recientemente (y parecía sincero) no conocer la película española.
Después de aterrizar con buen pie en el universo del melodrama hollywoodiense con En busca de la felicidad (2006), el cineasta italiano vuelve a contar con Will Smith en este nuevo y bienintencionado drama que busca, sin disimulo y de forma algo impostada, las lágrimas de los espectadores. La presencia del versátil y taquillero actor americano es abrumadora en un filme que ha sido claramente escrito y realizado por y para su lucimiento. Y no lo hace mal Will Smith. Algo que sin duda es meritorio si tenemos en cuenta la poca empatía que trasmite su personaje. Porque, definitivamente, el periplo mortificado que este tipo recorre a través de una trama recargada de moral embotellada y por la que desfilan enfermedades, mujeres maltratadas y desesperación por doquier, acaba cansando al personal. Aunque en ese mismo peregrinaje hacía la redención también haya espacio para el amor y este se presente bajo el rostro de la maravillosa Rosario Dawson.
antoniobonar@gmail.com
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