-¿Cómo conoció a Michael Jackson en Londres?

-Yo trabajaba desde el 74 en la compañía aérea Panamerican, que tenía una cadena de hoteles llamada Intercontinental. En 1979, me cambié a un hotel de lujo, muy exclusivo, en la zona de Marble Arch, The Mountcalm Hotel. Por allí pasaban todas las estrellas del pop que venían a Londres de gira, a la BBC o a promocionar sus discos. Lo mismo podía estar una de estas estrellas en una suite y en la de al lado el millonario Kashogui o cualquiera de esos jeques vendedores de armas. Yo trabajaba como room service assistant, pero no siempre te tocaba atender a la gente famosa. Por ejemplo, no me tocó Mick Jagger, que estuvo en el hotel. Sí fui asistente, por ejemplo, de David Bowie, Rod Stewart, Eric Clapton o ABBA, entre otros. También de The Jackson Five, que estaban en la gira de Destiny.

-¿Tuvo una relación personal con Michael?

-Sí, claro. Fui asistente suyo unos quince días. Nos veíamos unas cuatro o cinco veces al día. Entonces era un tipo normal, que aún no empezaba a ser esclavo de su historia. Entonces tenía una tez aceitunada y el pelo ensortijado. Yo pasaba mucho tiempo con él en la habitación.

-¿Qué observó en aquella habitación?

-En aquella habitación pude ver lo mal que lo puede pasar una persona como Michael Jackson. Era como ir al zoológico y ver a un animal bellísimo entre rejas. Vi cómo lo explotaban sus productores. Los Jackson Five eran como una camada y Michael, con su hermano Brando, era el bonito del grupo. Recuerdo que el productor se empeñaba en que comiera hamburguesas, estaba claro que no tenía apetito por la carne, estaba delgado como un junco, y él se negaba, con una voz muy tierna, era como un animalito, un ciervo. Tenía una voz demasiado infantil para su edad, por aquella época debía de tener unos 20 años, pero su voz parecía la de un niño de 12 años.

-¿Recuerda alguna conversación con él?

-A pesar de estar siempre rodeado de gente, parecía sentirse solo. En una ocasión, le dije: 'Yo tengo raíces, pero vosotros tenéis psiquiatras'. Y se rió. Era muy tímido, prácticamente hablaba sólo con monosílabos y lo veías continuamente como abstraído. Al contrario que sus hermanos, que me dieron la sensación de ser un poco inconscientes, parecía deprimido. Creo que fue la estrella más deprimida que pasó por aquel hotel, más aún que Leonard Cohen, que ya es decir. Pero por otra parte se le notaba contento por empezar una nueva etapa sin sus hermanos. Al mes salía al mercado su primer disco en solitario, Off the wall.

-¿Ocurrió algún episodio especial en el hotel con Michael Jackson?

-Pasó algo penoso. En una ocasión, Michael pidió agua Evian para bañarse. Quería que le llenaran la bañera con agua Evian caliente. Yo bajé a la cocina a pedir que se la calentaran y vi allí a unos marroquíes, y que esto no suene a racista, riéndose de él y echando a calentar agua del grifo del fregadero. Echaron unas pocas botellas de Evian y después todo agua del grifo. Claro, daba mucho trabajo hervir agua Evian. El caso es que el pobre hombre pagó una fortuna por aquel baño corriente y moliente.

-¿Qué impresión guarda de esa relación con el Rey del Pop?

-En el Mountcalm conocí a muchas estrellas. He visto a muchos números uno en las listas borrachos y deprimidos. Recuerdo cosas que no se pueden publicar y que no creo que hayan salido en sus biografías. Asistí a Ian Dury, cuando ocupaba el número uno de las listas por su famosos tema Sex, drugs & rock roll. Llamé a la puerta y me abre un tipo sin piernas andando con las manos. Al fondo de la habitación, en una bañera, estaban lustrando sus piernas de plástico. Con David Bowie, por ejemplo, fue todo frialdad y reserva. Creo que era alguien que nunca quería que lo vieses sin arreglar. Con ABBA había mucha proximidad con Agnetha, mientras que a Frida era imposible verla. Pero de todos ellos, el que me dejó más huella fue Michael Jackson. Inmediatamente reconocías que era una persona única. Lo que más te atraía de él era su gran vulnerabilidad. Era como un personaje irreal... pero qué realidad se le puede pedir a alguien que desde los cuatro años vivió en los escenarios y de hotel en hotel. Eso es lo que yo vi en él. El que tuvo la suerte de oírlo, puede estar agradecido, pero él lo pagó muy caro.

-¿Cómo fue su despedida?

-La última vez que lo vi estaba con su hermano Brando. Era muy generoso, me daba mucho dinero por cualquier servicio. Me firmó un autógrafo del catálogo de la gira, que aún conservo. "Love. Michael Jackson", escribió. Tengo autógrafos de muchos personajes que pasaron por el hotel. Pero yo no se los pedía a todos, sólo a los que me gustaban. A los otros de Jackson Five no se los pedí. No me gusta mostrar estas cosas privadas en público, jamás lo hice y es la primera vez que enseño este autógrafo de Michael Jackson. Lo hago por el personaje, por el recuerdo que me dejó.

-¿Qué opina de la supuesta depravación de Michael Jackson?

-Que la gente es muy farisea. Creo que Michael Jackson fue siempre un chivo expiatorio y que muchas personas confunden la ternura con el sexo. Lo han utilizado desde los cuatro años y siguen haciéndolo después de muerto. El caso es seguir sacándole dinero.