Hace 40 años que los Grateful Dead, la banda más representativa de la psicodelia norteamericana, actuaba como una de las formaciones más destacadas del mítico festival de Woodstock (1969), tres días de paz y música que cambiaron la historia del rock. Entonces casi nadie sabía que Jerry García, el líder de aquel grupo que se codeaba con Jimi Hendrix, Santana y Janis Joplin en el olimpo hippie del verano del amor (1967), era de origen coruñés.

Jerome John Jerry García, nacido en San Francisco en 1942 y fallecido en 1995, al poco de cumplir 53 años, fue una figura emblemática de la contracultura de los sesenta, y el número 15 en la lista de los mejores guitarristas de la historia del rock de Rolling Stone.

Jerry era nieto de Manuel Papuella García, un sadense que emigró a los Estados Unidos en 1918 y que trabajó en ese país como electricista. El hijo de Papuella y padre de Jerry era José o Joe Garcia, músico de jazz que bautizó a su segundo hijo en homenaje a Jerome Kern, compositor de Broadway.

Según relata Blair Jackson en su biografía Garcia, An American Life, las raíces de la familia García se remontan a mediados del siglo XIX en Sada, aunque el abuelo del célebre guitarrista procedía de A Coruña.

El bisabuelo de Jerry era un empresario coruñés de clase media que regentaba un negocio de transporte. Manuel, el mayor de sus cuatro hijos y abuelo de Jerry García, no quiso continuar el negocio familiar y se embarcó como marinero, lo que le dio la oportunidad de conocer San Francisco y Nueva York, entre otros puertos de mar.

Decidió emigrar a la primera de las ciudades, recién reconstruida tras el terremoto de 1906. En la urbe californiana consiguió un trabajo en los ferrocarriles y meses después le siguieron su esposa, Aquilena López, y sus cuatro hijos; cuyas edades oscilaban entre los 6 y los 17 años.

Según ha recogido recientemente el "bloguero" Óscar Ruiz en su interesante bitácora Estación Terrapin, dedicada en gran parte a los Grateful Dead, Manuel García se adaptó pronto a Estados Unidos y sólo hablaba en inglés, incluso con su mujer, que no llegó a aprender el idioma. Llegó a tener colgado un retrato del presidente Theodore Roosevelt en la pared.

El hijo mayor de Manuel, José, era buen estudiante, pero le interesaba más la música que el oficio de maquinista al que le encaminaba su padre. José, que pasó a llamarse Joe para reafirmar su identidad americana, se convirtió en un reputado saxofonista de jazz que tocó para varias películas de Mary Pickford, la novia de América. La banda de Joe García era un grupo popular en el San Francisco de comienzos de los años 30. Tras un matrimonio fallido con una bailarina, Joe García se casó en 1935 con Ruth Marie Clifford, una enfermera de raíces irlandesas y suecas.

El 1 de agosto de 1942, Joe y Ruth, que por entonces regentaban un negocio hostelero, tuvieron su segundo hijo, Jerome John García, futuro líder de los Grateful Dead.

En su infancia, Jerry vivió dos acontecimientos traumáticos. El primero fue la amputación de dos tercios del dedo corazón de su mano derecha. Le ocurrió a la edad de 4 años, cuando su hermano mayor le cortó accidentalmente con un hacha mientras cortaba madera. Menos de un año después sufriría la trágica muerte de su padre, ahogado mientras pescaba en un río al norte de California. El guitarrista recuerda haber presenciado el accidente, pero sus biógrafos lo niegan.

Jerry García, que probó las drogas a los 15 años, arrastró una adicción que finalmente le llevó a la tumba el 9 de agosto de 1995, al sufrir un ataque al corazón en un centro de desintoxicación de Forest Knolls, en el condado de Marin (curiosa la coincidencia con la localidad pontevedresa), limítrofe con San Francisco.

Dicen que Jerry García tomó el nombre de Grateful Dead (Muertos agradecidos) de una tradición oral presente en el folclore de muchos países, y que habla de un caminante que se encuentra con el fantasma de un muerto que no ha recibido una adecuada sepultura. ¿Le habría contado su abuelo gallego Manuel historias de la Santa Compaña?