Pet Shop Boys: cubitos de nostalgia y explosión de confeti

X. L. García Carlín | Santiago

El show que monta el dúo inglés Pet Shop Boys sobre un escenario es siempre digno de ver. Era bastante la cantidad de público que se había dado a la retirada al acabar el concierto de Muse, y con el auditorio algo más despejado, Pet Shop Boys ofreció sobre el escenario el contrapunto a la luminotecnia high tech de los músicos que presentaban The Resistance.

Con unos cubos de cartón apilados sobre las tablas sobre los que se van proyectando diversas animaciones de resolución no mucho más avanzada que la del Pac-Man, unos bailarines con la cabeza oculta dentro de cubos de colores o disfrazados de rascacielos, una puesta en escena que crea la ilusión de un viaje a otra época y que engancharía al espectador aunque el repertorio estuviese formado por los grandes éxitos de Leonardo Dantés.

Pero lo que sonaron fueron sobre todo los grandes éxitos de Pet Shop Boys, una de las bandas más conocidas del pop, cuya mezcla de dance, house y synthpop dio lugar algunas de las canciones más exitosas de las últimas décadas. Canciones como Go West, New York City Boy, Always on my mind y Love, etc. pudieron escucharse en la madrugada del sábado en el Monte do Gozo entre unas coreografías y un atrezzo que nos arrojaban desde el sentimentalismo, el exceso y cierta extravagancia camp a los ochenta.

Desde el comienzo con Heart, hasta el final con West End girls Neil Tennant presidió desde el micro y su personal estética un espectáculo en la histeria que provocó Muse y el precio de los refrescos en los puestos de venta, se convirtieron en desenfado y distensión. Tras ellos, cerró el festival el prestigioso DJ francés Vitalic.

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