-Acaba de presentar Tocando el cielo, un compendio de historias de éxito y superación. ¿Usted ha tocado el cielo?

-Lo he tocado muchísimas veces. Cuando fui a Barcelona en un avión ya lo toqué físicamente. Tenía la gran suerte de tener unos padres que me esperaban en Barcelona, eso era tocar el cielo. Todos lo tocamos muchas veces, pero estamos tan ciegos que no nos damos cuenta. Deberíamos sentir más los momentos en los que lo tocamos cada día. No en momentos extraordinarios sino en los más cotidianos de la vida. Ver que has hecho algo bien, que la gente te salude por la calle? Eso es tocar el cielo.

-¿Quiénes lo tocan en su nuevo libro?

-Son 24 personajes de la gastronomía, la cultura, las artes, diseñadores, modistos y deportistas. Todo el mundo conoce su faceta profesional y estas entrevistas son muy personales. Explican cómo empezaron, muchos de ellos de la nada, con dificultades, con familias que no podían ayudarles. Ellos, con empuje, constancia e ilusión, lo hicieron. Este libro quiere ser una inyección de ánimo. Que nadie pueda decir que no puede conseguir algo. Todo el mundo puede. Todos tenemos talentos pero no los aprovechamos.

-¿Alguna de esas historias la impactó especialmente?

-Muchas. Todas son historias de superación. María Vasco, la atleta de marcha, era peluquera y de golpe decidió que su carrera era caminar, como dice ella, o David Meca, que tenía problemas en las piernas, llevaba unos hierros, empezó a nadar y se ha pasado media vida en el agua. Ferran Adrià estaba estudiando Empresariales y de golpe se vino un verano a limpiar platos a Ibiza, Federico Mayor Zaragoza empezó como médico y poco a poco se dio cuenta de que su mundo era cambiar el mundo desde la Unesco y Carles Bosch a través de los documentales intenta concienciar a las personas para cambiar el mundo.

-¿Tocar el cielo es encontrar tu lugar en el mundo?

-Exactamente, no es más que eso. Encontrar tu lugar y tu función en el mundo. Cuando encuentras ese camino vas trampeando todos los inconvenientes. Casi todos me explicaban que tocar el cielo era ponerse un objetivo e ir directos a por él, dejando a un lado lo que pueda decir la gente y los obstáculos.

-¿Usted ha encontrado el suyo?

-I tant! Hace mucho tiempo que me lo planteé, en el 96, cuando volví de la India. Mi lugar en el mundo era volver a Barcelona, a casa, y mi labor era remover conciencias, explicar a la gente las realidades que se viven en otros lugares del mundo y decirles que nosotros somos persona afortunadas y debemos ser sensibles a otras realidades.

-¿Ha pensado alguna vez cómo hubiera sido su vida si no la hubieran adoptado?

-Muchísimas. Al volver a la India vi el papel de la mujer. Te pones en la piel de todas las mujeres de mi país y piensas en lo que te hubiera tocado vivir. En 2004 me encontré con mi hermana biológica en la India y fue mucho más duro. Me explicó que a los 12 años se tuvo que casar, empezó a tener hijos y que su vida ha sido sacar adelante una familia y levantarse cada mañana para ir a buscar agua y leña. Tiene una vida muy sacrificada. Los únicos momentos en que disfruta es cuando por las tardes se juntan todas las mujeres y hablan y se explican sus cosas. En esas pequeñas cosas encuentran la felicidad. Ahora, después de haber venido a Barcelona, ha entendido el nuevo papel de la mujer de la India. Ha empezado a comprender que las mujeres allí pueden ser independientes, tener un oficio y ganarse la vida. Hace poco ha montado una pequeña granja de pollos y empezado a crear una pequeña comunidad de mujeres trabajadoras.

-¿Guarda recuerdos de los seis años que pasó en el orfanato de Bombay?

-Todos. Los guardo todos. No se borran tan fácilmente. De mayor y después de volver a mi país los veo en positivo. La escalera de caracol que subí cada día durante un año y medio para pedir unos padres a la monja Adelina, el patio en el que estaba la bicicleta que los sábados compartíamos todas las niñas, la ciudad de Bombay, que es una pasada, y el Taj Mahal, al que antes entraba por la puerta de atrás y ahora por la grande. Muchas cosas. Lo que he aprendido en estos años es a darme cuenta de que soy una persona muy afortunada. Me lo dijeron en la India el primer año que estuve, me lo repitieron tantas veces que pensé que tenía que compartir esa fortuna.

-Siendo adoptada, ¿era inevitable intentar encontrar sus orígenes?

-Todo el mundo debe intentar encontrar sus orígenes, hacer lo posible por volver a su país, a la tierra que le ha visto nacer. A veces no se puede tener la suerte que yo he tenido de que todas las piezas encajen y todo tenga un sentido. Volver a tu país de origen te hace darte cuenta de dónde vienes y de la suerte que tienes. Te hace sentir muy sólido, con los cimientos muy bien puestos para salir adelante.

-Un día después de presentar su libro, ¿ya tiene otro en la cabeza?

-Sí, la semana que viene empiezo nuevo libro. Es una novela que supongo que se publicará en Sant Jordi del próximo año. Es una historia de amor maravillosa en una cultura totalmente diferente.

-¿También en la India?

-No, no. Esta vez nos vamos a Turquía.

-Fue maestra 15 años. ¿Cómo se puede animar a los niños a que lean?

-Los profesores intentan motivarles para que lean. Yo siempre les decía a mis alumnos que leer es como entrar en un mundo de fantasía en el que pueden soñar, vivir cosas nuevas y ponerse en la piel de los personajes. Pero se les tiene que motivar mucho. Les cuesta porque ahora tienen muchos estímulos. Nosotros, cuando éramos pequeños, no teníamos tantos. Tienen la televisión y las nintendos y cuesta, pero poco a poco los niños entienden que a través de un libro alcanzan historias maravillosas y crean su propio mundo. Siempre les decía que leyendo podían convertirse en pequeños escritores. Recuerdo, de pequeña en verano, ir con 14 o 15 libros. Leía todos los días. Cuando lees adquieres vocabulario y expresiones que te enriquecen para escribir.

-¿Recuerda algún libro especial de pequeña?

-El zoo d'en Pitus fue el primer libro que recuerdo que me emocionara. Ya de mayor ha habido muchos otros libros importantes. Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro, o Las nueve caras del corazón, de Anita Nair, que es una escritora india maravillosa. Todos los libros tienen un mensaje. No se escribe porque sí, sino con un motivo que en mi caso es transmitir una realidad o hacer una denuncia. Es fantástico cuando los lectores captan ese mensaje porque quiere decir que lo estás haciendo bien.

-Yuri, Sita, Deneke y Lin Ying, Els quatre viatgers, ¿vivirán nuevas aventuras?

-Deberían vivir muchas más. Con esos libros queríamos hablar de los valores. Empezamos con la adopción y la diversidad, pero hay muchos valores para trabajar: compartir, el respeto? Se me han ido acumulando los trabajos, desde 2003 no he parado, he escrito ocho libros y no doy para más. ('¡Que los reediten!', clama el director del colegio Can Misses, Joan Amorós). Los volveremos a reeditar porque están agotados. Hace mucha ilusión. Me siento muy afortunada porque me leen niños, jóvenes y mayores. Que un libro llegue a tanta gente quiere decir que gustan mucho. Escribo con el corazón. Si no haces las cosas con el corazón, dándolo todo y mostrando lo que eres, no funciona.

-¿La Asha Miró que se sienta a escribir para niños es la misma que la que se sienta a escribir para adultos?

-Sí, porque los niños son parte de mi vida. Han sido 15 años dando clases y el de los niños es un lenguaje muy llano que me encanta. La comunicación con los niños me resulta muy fácil. Tengo empatía con ellos. La Asha de los adultos intenta que estos se pongan en su piel y puedan sentir las cosas que yo siento. No hay mucha diferencia. Quizás que las historias de adultos tienen más contenido y denuncia, eso me gusta. Los libros deben servir para que la gente piense, no solo para que lea y pase el rato.

-¿Cómo se sobrevive en el mercado editorial después de una primera novela con tanto éxito como La hija del Ganges?

-Simplemente, sigues haciendo. Tienes ideas, las planteas en la editorial y te dicen que sí.

-Parece muy fácil.

-Sí, y si no es así, como desde pequeña soy un poco bichillo, si pienso que esa idea es maravillosa, la vendo. Había editoriales que no veían claro Tocando el cielo. Yo les decía que ese libro iba a ser precioso y así ha sido.

-¿Cuál es el próximo libro que tiene pensado comprar?

-Si te digo la verdad aún no he mirado nada. Llevo dos semanas de promoción con Tocando el cielo. Ha sido una vorágine. No he parado. Creo que Nuria Navarro y Rosa Montero han publicado libros nuevos. Lo que suelo hacer, que me encanta, es fijarme en las vibraciones de los libros. Cojo el libro, lo toco, y en función de lo que siento lo compro o no.