El Códice Calixtino, manuscrito cuya desaparación del Archivo de la catedral de Santiago de Compostela, es una obra del siglo XII compuesta por cinco libros de temática variada pero con un solo objetivo, ensalzar la figura del Apóstol Santiago.

El manuscrito, conocido como Jacobus, es el ejemplar más antiguo y completo de la obra denominada Liber Sancti Iacobi, de la que existen unas 200 copias históricas repartidas por toda Europa, entre ellas en Barcelona (procedente del monasterio gerundense de Ripoll), Madrid, Salamanca, Lisboa, Londres, Pistoia (Italia) y El Vaticano.

El Libro I es el más extenso y contiene una antología de textos litúrgicos para las celebraciones en Santiago. El II relata veintidós milagros acaecidos en diversos lugares por la intercesión del Apóstol.

El Libro III trata sobre el traslado del cuerpo del Apóstol a Galicia, justifica la celebración de las fiestas de Santiago y termina con un capítulo dedicado a las virtudes de las caracolas que los peregrinos llevan de recuerdo en su viaje de regreso.

El libro IV, conocido como Historia de Turpín, narra cómo se apareció Santiago a Carlomango para mostrarle el camino de las estrellas que debía seguir e incluye un relato épico de Roncesvalles.

El más conocido y traducido es el Libro V, considerado una guía para el peregrino del Camino Francés a Santiago, y describe el recorrido de la ruta, sus pueblos y ciudades, sus gentes y costumbres, los santuarios que deben visitarse y como debe tratarse al peregrino.

A los cinco libros se añade un apéndice de gran interés cultural, porque contiene un rico repertorio de cantos litúrgicos, a dos y tres voces, para las grandes ceremonias de honra al Apóstol, que constituye el conjunto polifónico más antiguo de la historia de la música.

El Códice Calixtino, escrito a mediados del siglo XII, se atribuye al monje cluniacense Aymerico Picaud, clérigo de Poitou, que acompañó en su peregrinación a Santiago al papa Calixto II, a quien la obra debe el nombre y quien figura como autor.

La primera transcripción del contenido origial en latín de la obra fue llevada a cabo por el norteamericano Walter Muir Whitehill entre 1927 y 1932 y publicada en 1944. Esta transcripción fue decisiva para que fuera posible la primera traducción íntegra de la obra al castellano, de 1951.