Que la humanidad avanza hacia la estupidez ha dejado de ser un planteamiento sin más. Ahora, hace falta preguntarse por qué. A los estudiosos de la idiocia les sobran últimamente motivos. La televisión embrutece, dicen unos. Internet nos hace imbéciles, sostienen otros. Franck Frommer, un periodista reconvertido a la empresa, ha encontrado una nueva amenaza para el cerebro: el software de PowerPoint.

Los afortunados que no han tenido la obligación de padecerlo en largas reuniones y por tanto desconocen de qué va, deben saber antes que el PowerPoint ha sido diseñado para crear presentaciones visuales de productos, estrategias, proyectos o cualquier otra cosa, sustituyendo a la palabra.

Lanzado al mercado en 1987 por Microsoft como programa de presentación asistida por ordenador, PowerPoint cuenta con 500 millones de usuarios en todo el mundo y ya no se utiliza simplemente para apoyar un discurso, como era su función original. En la actualidad ha reemplazado al propio discurso, evitando con ello la confrontación de ideas. Según Frommer, el famoso software proporciona argumentos ilusorios y, al proyectarse la información en la pared, da la impresión de que la propuesta que nos ofrece es casi científica.

Sea cual sea el contenido de las diapositivas, PowerPoint es una figura de autoridad, hay una especie de efecto hipnótico en este software que convierte en sujetos pasivos a los asistentes a las presentaciones encauzadas por medio de este programa. Nadie se atreve a interrumpir los discursos. Jamás una herramienta profesional había ejercido una hegemonía semejante sobre las formas de comunicación colectiva: las proyecciones de diapositivas de Microsoft han traspasado el ámbito de las reuniones comerciales para convertirse en un arma utilizada no sólo por vendedores, también por políticos, abogados, policías, curas para amenizar sus sermones o militares. Nadie parece haberse librado de la contaminación y, por el contario, sí de la posibilidad de hablar, razonar o discutir.

De hecho, ha sido un militar, el general James M. Mattis, del cuerpo de marines, quien en una conferencia pronunciada en Carolina del Norte exclamó: "¡PowerPoint nos vuelve estúpidos". En un artículo, donde se recogía la explosiva y sincera salida de Mattis, el New York Times se encargaba de reflejar la enorme penetración de la herramienta de Microsoft en el ejército. Hasta el punto de que el comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN, Stanley A. McChrystal, acusó al programa de haberse convertido en el primer enemigo de la milicia. Apuntando a los esquemas en forma de espagueti de la pantalla, dijo: "Cuando hayamos acabado de entenderlo habremos ganado la guerra".

El libro de Franck Frommer, El pensamiento PowerPoint, que ahora edita Península en España, incluye como subtítulo precisamente ensayo sobre un programa que nos vuelve estúpidos.