El fado, el estilo musical que mejor encarna el fatalismo portugués, fue incorporado ayer por la Unesco a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este género nacido en los barrios humildes de Lisboa y que mediante las ondas de la radio se extendió por Portugal, es habitualmente cantado por un solista acompañado por una guitarra portuguesa y una guitarra acústica.

Los representantes de la candidatura justificaron su importancia dado que se trata de una manifestación de identidad cultural que permite la interacción creativa con otras tradiciones musicales vivas.

El alcalde de Lisboa, Antonio Costa, agradeció en la isla indonesia de Bali el reconocimiento a este arte y recurrió a unas palabras del poeta luso Fernando Pessoa para decir que "cuanto más universal sea el fado, más se convertirá en parte de nuestra identidad".

"Este es un momento de orgullo y alegría para Lisboa", indicó Costa, quien brindó la distinción a "aquellos que se dedican al arte del fado: a los cantantes, a los poetas, a los músicos y a los compositores".

El alcalde lisboeta admitió que esta decisión supone "una gran responsabilidad de promover y proteger el fado como una marca de la diversidad del patrimonio humano".

El término fado procede del latín (fatum), con el significado de destino y, a pesar de que sus orígenes no han sido fechados con claridad, los primeros registros de esta expresión se remontan al siglo XIX. Sin embargo, fue en siglo XX que el fado se universalizó gracias a la singular aportación de la cantante Amália Rodrigues (Lisboa, 1920-1999).

La singularidad de Amália, que triunfó en escenarios de medio mundo, contribuyó de manera excepcional al conocimiento del fado fuera de las fronteras portuguesas. Y, precisamente, fue la rasgada voz de Amália cantando Coração independente la que culminó la celebración portuguesa en la sala de reuniones del comité de la Unesco en Bali.

La Unesco incluyó también en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el saber tradicional de los chamanes jaguares del Yuruparí de Colombia, la música mariachi de México y el peregrinaje al santuario del Señor de Qoyllurit'i de Perú.

En su reunión en la isla indonesia de Bali, los expertos del comité intergubernamental de la Unesco, compuesto por 24 países, reconocieron la "ejemplaridad" de la candidatura colombiana tras valorar el sistema integral de conocimiento con características físicas y espirituales del Yuruparí.

Los jaguares del Yuruparí, que habitan en los alrededores del río Pirá Paraná, transmiten por vía masculina y desde el nacimiento el Hee Yaia Keti Oka, una sabiduría que les fue entregado desde sus orígenes por los Ayowa (creadores) para cuidar del territorio y de la vida.

La Unesco también declaró patrimonio inmaterial el peregrinaje al santuario del Señor de Qoyllurit'i de Perú, que recorre ocho kilómetros desde Mahuayani hasta Sinakara, y finaliza en el santuario situado a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. La tercera propuesta latinoamericana que obtuvo el reconocimiento de Unesco fue la música mariachi. Su nombramiento fue celebrado con la irrupción de un grupo de mariachis en la sala de reuniones de la Unesco en Bali, donde se entonó El son de la negra, una de las melodías más emblemáticas.