Concierto

Sociedad Filarmónica

En el programa del martes destacó el original planteamiento con obras insólitas y de extraordinario interés. En las de Liszt, no hallamos al gran virtuoso, al triunfador en sociedad, al de las conquistas femeninas, al de las brillantes rapsodias húngaras o los poemas sinfónicos. Encontramos al mísitico religioso, al sombrío anciano que presiente el porvenir con sus geniales hallazgos musicales (como el uso de la escala hexafónica en algunas obras para violonchelo y piano); el que pronuncia una frase sorprendente y definitiva: "Llevo conmigo una profunda tristeza del corazón". Tampoco la Sonata para violonchelo y piano, de Saint-Saëns, se encuentra en repertorio; es también una partitura atípica que nos revela la tremenda pasión que latía en el interior de un músico dueño de su oficio que, salvo excepciones, también escribió una música brillante -a veces, incluso superficial- donde, más que la efusión lírica, hallamos la perfección de la técnica y, pese a su proverbial dificultad de carácter, con frecuencia el humorismo; la Sonata es una preciosa partitura que debería hallarse en el repertorio. El violonchelista vasco Pablo Naverán y el pianista georgiano Alexander Kandelaki, han conjuntado un verdadero dúo. La calidad individual es incuestionable (Naverán tiene una capcidad expresiva extraordinaria, un bello cantabile que traduce mediante un precioso fraseo, obtenido en gran medida por una impecable regulación del volumen; Kandelaki, por su parte, utiliza una dinámica perfecta; pero con ser ello importante, lo verdaderamente notable es la fusión de timbres tan diferentes en todo sentido para lograr un sonido resultante que es mucho más que la simple suma de los dos instrumentos. El entusiasmo del público mereció un bis: el precioso Intermedio de la ópera Goyescas, de Granados, en transcripción de Gaspar Cassadó.

Intérpretes: Pablo de Naverán (violonchelo) y Alexander Kandelaki (piano).

Programa: Franz Liszt: 'Romance oublié, S 132'; 'Die Zelle in Nonnenwerth, S 382'; 'Elegías 1 Y 2', 'S 130', y 'S 131'; 'La lúgubre góndola, S 134'; 'Valses-Capricho', de Franz Schubert (arreglos); Saint-Saëns, 'Sonata en Do menor para violonchelo y piano, opus 32'.