"Me convertí en un franciscano que huye del mundo para poder pintar lo que a mí me da la gana", decía Alfonso Sucasas en una entrevista unos días antes de la exposición antológica que le dedicó Novacaxagalicia a principios de año. Un estilo propio, la figuración de origen gallego, que lo distingue como universal y que aportó líneas contemporáneas.

Pintores y críticos coinciden: "Hizo lo que quería y huyó de las modas". Una de sus amistades próximas y forjada ya en la aldea natal, el profesor de Historia del Arte Xerardo Fentanes, lo resume: "Pintó con el corazón lo que llevaba dentro, fuera de movimientos y del dinero; era un hombre apasionado de la vida y su obra lo refleja". Fentanes asegura que Sucasas dejó "entre 50 y 60 cuadros sin acabar; era un trabajador de la pintura, un obrero del arte que pintaba por oficio" y que ambos habían quedado la próxima semana para darle forma a un proyecto: una fundación. De hecho, Fentanes se muestra realmente sorprendido por el agravamiento del estado de salud del pintor, con quien compartió charla el pasado sábado por la tarde.

"Cuando lo conocías, te atrapaba", confiesa la crítica de Arte Mercedes Rozas . Lo define como un "artista honesto con su obra". "Se mantuvo fiel a un estilo muy concreto, la figuración. Y retrató mucho a los paisanos gallegos trabajando en el campo en Vila de Cruces y jugando a las cartas. Aunque admiraba a Laxeiro, con cuya obra tuvo mucho contacto, criticaba el arte actual más banal, que no tiene una sustentación técnica", asegura Rozas, quien destaca "la línea de continuidad que hay desde Maside, con Laxeiro y Colmeiro".

Y de una manera concluyente Rozas explica: "A Sucasas le ocurrió que se fue a Venezuela y Brasil y cuando llegó valoraba muchísimo todo lo que tenía a su alrededor".