El deán de la catedral y antiguo archivero, José María Díaz, aseguró que había reconocido la autenticidad del Códice, tras su recuperación, porque todavía conservaba las marcas que él había dejado. Y, enseguida, le llovieron críticas por alterar esta joya bibliográfica del siglo XII.

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, sin embargo, salió ayer en defensa del deán y aseguró que el Códice está "está en buenas condiciones y sin anotación alguna como se ha dicho". Las marcas a las que se refería el deán eran simplemente separadores que colocó entre las páginas del libro.

Barrio recordó, además, "el sufrimiento, inquietud, turbación y desasosiego" que causó la desaparición del Códice y se alegró de que "vuelva a su lugar propio, donde seguirá haciéndose eco, con serenidad, de la historia de la peregrinación".

En su custodia, según explicó, "no se ahorrarán esfuerzos". Y, en alusión al presunto autor del robo, Manuel Fernández Castiñeiras -un antiguo electricista de la catedral de cuyos servicios prescindió tras 25 años- lamentó "la confianza herida y defraudada".

Tras ofrecer a la Iglesia su apoyo para mejorar la seguridad del Códice, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se congratuló por la recuperación de un tesoro "sin el cual Galicia se sentía incompleta". "Una parte del alma de los gallegos estaba secuestrada", aseguró. Feijóo definió el manuscrito "como la partida de nacimiento de Europa" y vinculó su recuperación a la crisis del euro. "Lo que se rescata es la misma fuente del europeísmo y se hace además en un momento en el que Europa afronta decisivos dilemas", señaló.