Una venganza, un arrebato y un encargo. Estas son las tres versiones que ha ofrecido Manuel Fernández Castiñeiras para explicar por qué robó el Códice Calixtino, un libro del siglo XII de valor incalculable cuya desaparición durante casi un año se convirtió en uno de los hurtos más importantes del patrimonio histórico y artístico de España.

El exelectricista de la catedral de Santiago, que fue detenido el pasado tres de julio, justo un año después de que saltara la noticia del robo, ha vuelto a declarar ante Miguel Vázquez Taín, el juez que instruye el caso, a petición de su defensa, pero sus declaraciones no le ayudan en absoluto a conseguir una rebaja de la pena, hasta veinte años, lo que sería posible si se prestase a colaborar con la Justicia, confirman fuentes conocedoras del caso.

Fernández Castiñeiras, que fue señalado como sospechoso desde el principio, pero no el único, se contradice y por ello su testimonio no resulta fiable ni creíble para los investigadores, sostienen las mismas fuentes. Ha llegado a ofrecer hasta tres lecturas diferentes del robo.

Contó que fue un encargo del deán, pero un encargo antiguo de hace ocho o nueve años, y que el dinero, 1,2 millones de euros que le encontraron en su casa y que la Policía supone que fue robado también de la catedral, formaba parte del pago al cumplir el encargo. ¿La razón para hacer desaparecer el Códice, considerado el primer libro de viajes del mundo? Según el exelectricista de la Catedral de Santiago, el deán quería dar publicidad a la obra y así aumentar los visitantes a la catedral, tal como finalmente sucedió.

Pero Fernández Castiñeiras, en prisión en la cárcel de Teixeiro, también confesó ante el juez Vázquez Taín que el robo fue un arrebato, negando entonces la versión del encargo, y en otro momento de su comparecencia ante el magistrado dio una nueva vuelta de tuerca a su confesión y para sorpresa de sus interlocutores justificó su actuación como fruto de una venganza después de que la catedral hubiese prescindido de sus servicios.

Fuentes de la investigación tras escuchar al exelectricista aseguran que si la policía no hubiese encontrado el Códice, este no hubiese confesado, pues ni la amenaza de detención de su esposa y su hijo le animó a revelar el paradero de la obra.

Fernández Castiñeiras, al que se le imputan dos delitos de robo con fuerza (el Códice y el dinero), blanqueo de capitales y atentado a la intimidad de las personas (por hurtar y abrir su correspondencia personal), además de estar privado de libertad se le han embargado de forma preventiva sus bienes, entre ellos un piso en del núcleo urbano de O Milladoiro (Santiago) y el apartamento de Sanxenxo, por si el Cabildo, el único que se ha personado en la causa, decide reclamar una posible responsabilidad civil.

En todo caso, fuentes de la investigación calculan que el embargo pueda levantarse pronto, si finalmente la Iglesia no pide una indemnización.

Las mismas fuentes también prevén que el 1,2 millones de euros encontrados entre las posesiones del exelectricista pronto podrían ser devueltos a la Iglesia, aunque el exelectricista mantiene que parte del dinero hallado son ahorros personales suyos.