Con la novela La leyenda del santo oculto (Teófilo Ediciones) ya en la calle, el magistrado José Antonio Vázquez Taín espera el "veredicto" de los lectores. El juez instructor del caso del robo del Códice Calixtino está satisfecho con su primera incursión literaria, que le ha permitido escribir sobre la historia de Galicia, su gran pasión, "sin aburrir al lector". Es su homenaje al Apóstol, a la ciudad de Santiago y también a la geografía y la gastronomía gallegas. De ficción, solo la trama, que a través del Códice Calixtino une la Galicia del siglo IX con la actual, y que mantiene la intriga hasta el desenlace del libro. En esta entrevista confiesa: "El Apóstol fue mi primer caso como juez novato y la novela, un homenaje para pasar página".

-Que el juez instructor escriba sobre un caso que además está sin juzgar...

-Lo primero que pensaron fue: prevaricación. A quienes me critican les pediría que lean antes el libro. Soy tan iluso que pretendo hacer un homenaje al Santo, a la ciudad de Santiago y a la historia milenaria de Galicia. Mostrar al mundo que nuestra cultura es mejor que la italiana o la francesa y pretendo que no ignoremos lo que tenemos. También busco pasar página de lo ocurrido con un final mágico, tapar lo anterior porque el robo del Códice será pronto una mera anécdota. Tenía ganas de un libro bonito sobre Galicia, con su geografía, sus edificios y su gastronomía, pero un libro solo de historia puede aburrir, de ahí la trama ficticia que confío en que enganche al lector.

-¿Qué tiene el Camino de Santiago para haberlo estudiado tan a fondo?

-Lo he hecho tres veces. La primera cuando aprobé la oposición de juez en 1999 tras pasar cinco años encerrado estudiando. El Camino de Santiago fue mi primer caso. Era un novato en la judicatura y me enfrenté al sepulcro. Nos dicen que ahí está enterrado Santiago, y me propuse comprobar si era así. Me documenté sobre luces, estrellas, mitología... Descubrí que por aquí pasaron casi todos los grandes personajes, desde los Borgia a numerosos reyes; que hubo multitud de peregrinos ilustres, pero también grandes crápulas que contribuyeron a hacer el mayor camino de cultura europea del momento. Porque quienes peregrinaban inicialmente eran los ricos, que ganaban el cielo haciendo turismo.

-Y llegó al santuario enterrado que describe en su novela.

-Es realidad. Hubo que deshacerlo en el siglo IX para llegar hasta la tumba, pero ya era un lugar mágico siglos antes. Se cumplen este año los 1.200 años de este redescubrimiento, un lugar que superó cualquier ficción y que es uno de lo principales centros de peregrinaje en la actualidad, pero nadie habla de ello. Cualquier otro país estaría dándole ya publicidad a nivel mundial.

-Y pese a los muchos y mediáticos casos que le ha tocado resolver en sus 15 años de profesión como magistrado, es el robo del Códice, con su posterior recuperación, el que le lleva a lanzarse a la literatura. Y mire que de narcotráfico sabe un rato.

-Me gusta la historia y durante 14 años recopilé documentación. Y he escrito un libro de historia donde solo la trama es ficticia, los personajes son reales. Además, tenía un buen final que creo que no decepcionará a los lectores, así que empecé por ahí. Es como una catarsis personal. Todavía tengo pesadillas de que suspendo la oposición de juez y tal vez ahora les ponga fin. Necesitaba escribir compulsivamente, la novela fluía casi sola y solo paraba para dormir.

-Y la Iglesia, en el centro de la trama.

-Y en el centro de la historia de Santiago de Compostela. Si algo he conocido de la Iglesia con el robo del Códice, es la unión que mantienen por encima de las diferencias. Hay un párrafo del libro que repito en el siglo IX y en la época actual de la novela, porque la Iglesia tiene el mismo discurso. La unión entre ellos desde que hace 2.000 años se creó la institución.

-¿Ha huido de lo escabroso y de lo desagradable?

-Sí, no he querido ser morboso. Pero abordo la soledad del sacerdocio, la necesidad de sexo. En algún aspecto yo también he vivido la soledad, ese vértigo que hace necesitar calor humano, compañía. La conciencia de que vamos a morir es muy difícil. Abro reflexiones para que cada uno busque su respuesta, también abordo la vejez, la situación de las mujeres, o la esclavitud.