La catedral de Santiago vivió ayer una estampa poco habitual, con la apertura, cuatro minutos antes de las cinco y media de la tarde, de la Puerta de la Misericordia, el nombre que recibirá la llamada Puerta Santa en el inicio del Año Jubilar Extraordinario. Fue el arzobispo Julián Barrio el que, con una llave que dio una única vuelta, se ocupó de esta misión, a las 17.26 horas, momento tras el cual ya empezaron a tocar las campanas, en concreto, el repique francés, un sonido que no se escucha en la capital gallega, meta de todo peregrino, desde finales de la década de los setenta.

El acto religioso celebrado en la capital de Galicia se produce cinco días después de que el papa Francisco inaugurase el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Una de las peculiaridades del evento de esta tarde es que la Puerta Santa se abrió con una llave de gran tamaño y no fue golpeada tres veces con un martillo de plata como marca la tradición en el Año Santo. Pero también la ceremonia de ayer se diferenció de la tradicional, pues tampoco se echó abajo el muro que protege el simbólico acceso cuando concluye un Año Santo.

El acto contó con la asistencia, entre otros, del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y de los ministros de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, y de Fomento, Ana Pastor. Quien no asistió ayer a la homilía fue el alcalde de Santiago, Martiño Noriega, de Compostela Aberta, que manifestó en su momento que "por coherencia" no debía acudir a la apertura de la Puerta Santa.