El cineasta coruñés Oliver Laxe reside entre Galicia y Marruecos. Allí vive en un palmeral al otro lado de la cordillera del Atlas, donde ha rodado Mimosas. Ese filme, su segundo largometraje, competirá en la 55 Edición de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. El director se enteró de la noticia el día de su cumpleaños, al volver a casa. La entrada en los 34 años le deparaba la invitación a una de las mecas del séptimo arte. Oliver Laxe habla desde Santiago, desde un estudio donde ultima la postproducción de la película. Aunque nació en París se considera gallego, porque llegó a A Coruña con ocho años.

-¿Qué representa para un joven como Oliver Laxe estar seleccionado por segunda vez en el festival Cannes y con su segundo trabajo?

-Ha sido un proyecto difícil y muy largo, de cinco años. Era mucho más grande que Todos vosotros sois capitanes [su primer filme] y con mucho más riesgo. El rodaje también fue durísimo en las montañas. Estar en Cannes es un alivio y una confirmación de que se puede confiar más en mí para futuros proyectos... Esto no es ningún golpe de suerte. A la Semana de Crítica se han presentado 1.100 películas y han elegido siete.

-Está en el área de cine clásico.

-Estoy orgulloso no porque sea una obra maestra, sino porque creo que es una película con cierta sombra, que invita a la estupefacción. Tiene una mezcla: bebe de muchos maestros. Es cine de aventuras, western y una historia más lineal y narrativa, con detalles plásticos abstractos. Yo creo que el objetivo del cineasta es hacer películas que acompañen a lo largo de una vida, que tengan un efecto profundo. Y en Cannes se han dado a conocer Ken Loach, Wong Kar Wai, Arnaud Desplechin, Benoît Poelvoorde, Guillermo del Toro, Iñárritu o Jacques Audiard.

-Cruzaron el Atlas marroquí para el rodaje de 'Mimosas'.

-Fue duro, un proyecto arriesgado. Tuvimos que cruzar las montañas en asnos, con nieve, y ríos. Antes de Cannes, ya sentí satisfacción por tener una película que no fuera un fracaso, porque hubo momentos durante el rodaje en que creí que esto se hundía.

-¿En qué momentos creyó que todo se iba al traste?

-El segundo día de rodaje. Los camiones no lograban pasar unos puentes porque la producción local no había calculado ese detalle y no pudimos rodar nada. Era un rodaje de cinco semanas y fue súper ajustado: empezaron a caer días, actores que no funcionaban, cosas que no salían... Muchos problemas.

-Rodaron en diferentes localizaciones como las montañas nevadas del Anti-Atlas, el lago Ifni, los valles de Tamalloute... Parajes áridos y duros, pero de gran belleza. Esa compleja producción ya podría indicar ese riesgo, ¿no?

- Sí. La verdad es que parece que lo íbamos buscando. El problema es que, cuando uno calcula tanto la producción, el guión, que todo tiene que estar en su sitio... Al final, acaba haciendo las mismas películas que ha hecho todo el mundo. Así que yo sabía que tenía que arriesgar un poco para hacer una película diferente, ni peor ni mejor. Creo que se ha conseguido: el filme quiere ser diferente y original. Hay un universo no diría personal, sí diferente.

-Está coproducido por la gallega Zeitun Films, La Prod (Marruecos) y Rouge International (Francia). ¿A cuánto ascendió el presupuesto?

- A unos 600.000 euros, con dinero de Galicia, Qatar, Francia y de Marruecos.

-Su anterior película también transcurría en Marruecos, pues fue rodada en Tánger, en una cinta que se mueve entre la ficción y el documental. ¿Existe algún paralelismo?

-Creo que los problemas que trata mi cine están más profundos y el efecto es más sutil. Estoy muy interesado por las relaciones entre el arte, la religión y la espiritualidad. Creo que la fe es uno de los temas de Mimosas. Tratarlo hoy en día es muy difícil porque el esoterismo vacuo o el civismo agnóstico se lo han cargado. O eres muy carca, o demasiado pseudomoderno.

-¿Y usted?

-Una astróloga me ha dicho que estoy dominado por el planeta de la tradición, que es Saturno, y al mismo tiempo por Urano, que es el planeta de la vanguardia. Estoy entre esos dos polos. Simplemente es una anécdota para explicar que tengo un pie anclado en la tradición y creo que, hoy en día, eso es lo moderno. La vanguardia es volver a la tradición.