Cinco libros ilustrados para recibir las conmociones de la primavera bien anclados en alguno de los límite del pavor y la imaginación humana. Lobos asesinos de insospechada inteligencia, esplendorosos fetiches monárquicos o anarquistas llegados de otra galaxia se dan la mano con las criaturas más fétidas y ominosas del inconsciente o con ingeniosas y verosímiles raíces culinarias de algunas obras maestras.

La estrella de la joven ilustración británica, William Grill, autor de ''El viaje de Shackleton'', vuelve a recurrir a los lápices de colores para recrear con trazo en apariencia ingenuo una historia situada en los últimos días del lejano Oeste, ''Los lobos de Currumpaw''. La caza de un viejo y descarado rey de la manada al que sólo logró derrotar la pasión por una lobita blanca. El holandés Pat Andrea, cuya estratosférica versión de Alicia pudimos disfrutar estas Navidades, se interna en el universo surrealista de Topor para cargar a hombros de sus inconfundibles cuerpos femeninos la tuneladora surrealista que perfora las historias de ''Acostarse con la reina''. Una emperatriz de la ciencia ficción, Ursula K.

Le Guin, se acerca en ''El día antes de la revolución'' a la insurgente que dedica su verbo combativo a predicar una imaginaria sociedad anarquista basada en la doctrina del odonianismo. Un homenaje, ilustrado por Arnal Ballester, a las ideas que, desde Kropotkin, Malatesta y Emma Goldman, marcaron casi un siglo de luchas contra la opresión y han dejado una llama que nunca se extingue. Tal vez porque el alimento de su rebeldía yace en unas profundidades tan recónditas e inabarcables como las que dan cobijo a las temibles criaturas ideadas por H. P. Lovecraft.

El ''Bestiario'' de Enrique Alcatena les da gelatinosas formas de intenso cromatismo que pueden acabar generando agitadas pesadillas. Si acaso el pavor que han llegado a sentir les pudiera resultar excesivo, Benjamin Chaud despliega en ''Arte a la carta'' decenas de humorísticas posibilidades gastronómicas que cabe situar en el origen del cubismo, el psicodélico grito de Munch o las perversas fantasías de El Bosco. Feliz, y cautelosa, entrada en la estación de las hormonas desatadas.