"Mientras sigamos vivos, es nuestro deber hablar, desde luego, pero a los demás, a quienes aún no habían nacido, con el fin de que sepan hasta dónde se puede llegar", avisaba, en 1986, sobre el peligro de que pueda repetirse el horror del Holocausto, Primo Levi, cuya experiencia intentó exorcizar en 'Si esto es un hombre'.

Se suicidó, o eso se cree, un año después, convertido en uno de los indiscutibles referentes de la literatura concentracionaria junto con otros supervivientes como el Nobel de la Paz Elie Wiesel ('Trilogía de la noche') o el Nobel de Literatura Imre Kertész ('Sin destino').

Como ellos, muchas han sido las víctimas que desde la liberación de los campos -este lunes se cumplen 75 años de la de Auschwitz- han ofrecido su testimonio en libros como el reciente 'Auschwitz última parada', novela biográfica escrita por el médico Eddy de Wind aún estando prisionero (Espasa / Columna) o la reeditada 'La bibliotecaria de Auschwitz' (Planeta), respetuosa novelización de la vida de la protagonista, Dita Kraus, basada en las entrevistas con ella del periodista Antonio Iturbe (lleva medio millón de ejemplares vendidos en más de 20 países).

Han recopilado las voces de los deportados reconocidos historiadores, como Laurence Rees, autor de 'Auschwitz. Los nazis y la solución final', en 'El Holocausto', y Nikolaus Wachsmann en el monumental estudio 'KL. Historia de los campos de concentración nazis'. También se ha recuperado su memoria desde el cómic, desde que Art Spiegelman reflejó el calvario de su padre en Auschwitz en 'Maus', obra maestra que le valió el premio Pulitzer 1992.

Una "moda" cuestionada

El voraz mercado editorial, ajeno a algunas críticas a la "moda" de usar como reclamo el nombre de Auschwitz en los títulos de libros, como ironizaba hace justo un año en Twitter Arturo Pérez-Reverte, no parece necesitar de efemérides para seguir alimentando lo que se ha convertido en un género en sí mismo: las obras -ya sean diarios, testimonios, ensayos o novelas- ligadas al nazismo.

La proliferación de títulos lleva a menudo a cuestionar la rigurosidad, sobre todo en lo que concierne a la ficción. Este mismo mes el Memorial de Auschwitz salía a la palestra para desaconsejar la lectura, a causa de inexactitudes e imprecisiones históricas, de ficciones superventas como 'El niño con el pijama de rayas' (Salamandra), de John Boyne, y 'El tatuador de Auschwitz' (Planeta), de Heather Morris.

Sin embargo, coincidiendo con la efeméride de los 75 años de la liberación, destacan novedades con voces femeninas, cuyas historias se detallan en este enlace: una es la de la escritora francesa Charlotte Delbo, de quien Libros del Asteroide en castellano y Club Editor en catalán publican 'Ninguno de nosotros volverá'. Ella sobrevivió a Auschwitz, al contrario de otras escritoras como Etty Hillesum, la poeta Gertrud Kolmar o Irène Némirovsky ('Suite francesa'), cuyos casos detalló Mercedes Monmany en 'Ya sabes que volveré'. Otro testimonio es 'Regreso a Birkenau' (Seix Barral), que firma, a sus 94 años, Ginette Kolinka. Otra es colectiva: las historias que Heather Dune Macadam rescata en ‘Las 999 mujeres de Auschwitz’ (Roca / Comanegra), grupo de jóvenes judías deportadas en 1942.

También nuevo, e insólito, es el ensayo de Antonella Ottai, investigación sobre los cómicos y artistas de cabaret judíos que siguieron actuando, casi como forma de resiliencia, en los guetos y los campos de exterminio, 'La risa os hará libres', publicado por Gedisa, que reedita además ‘Max y Helen’ novela del famoso cazanazis Simon Wiesenthal basada en una historia de amor real en el Holocausto.

Un enfoque más reflexivo es el del israelí Yishai Sarid -que participará este miércoles en el acto del CCCB 'Auschwitz y después'-, en 'El monstre de la memòria' (Sigilo / Club Editor), nueva novela donde el protagonista, un historiador israelí que hace de guía a turistas y adolescentes en los campos, se interroga sobre las lecciones y la herencia de la Shoah.