El actor Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975) se encuentra a nueve mil kilómetros de distancia de Murcia. Actualmente está en Los Ángeles (Estados Unidos), inmerso en el rodaje de la cuarta temporada de "Snowfall", una serie creada por John Singleton, el de Los chicos del barrio (1991), que se desarrolla en los primeros años ochenta del pasado siglo, en la primera ola del crac en la ciudad californiana. Pero esa es sólo una parte de su desempeño artístico. También es director de escena, uno de los más reputados de su generación, y este fin de semana uno de sus últimos trabajos llega al Teatro Romea de la capital del Segura. En concreto, hablamos de la representación de Castelvines & Monteses, una versión de Lope de Vega del mismo cuento con el que William Shakespeare compuso Romeo y Julieta. Trece actores, dirigidos desde la lejanía por el madrileño, se subirán el viernes (19.00 horas) a las tablas para protagonizar una comedia musical en la que los intérpretes cantan, bailan y tocan instrumentos; función que, cargada de "juego y magia", es, según sus responsables (Barco Pirata y la Compañía Nacional de Teatro Clásico), "una fiesta" de las artes escénicas. De todo esto nos habla, vía WhatsApp y desde un uso horario con ocho horas de diferencia, Peris-Mencheta.

¿Cómo es dirigir teatro estando al otro lado del planeta?

No me ha quedado más remedio... Me había reservado este verano pasado para dirigir "Castelvines & Monteses" y también "Una noche sin luna" (su otro montaje en danza, con texto de Juan Diego Botto): por la mañana montaba una y, por la tarde, la otra. Pero llegó el covid y se fastidió todo...

Cuente.

"Castelvines & Monteses" es una obra coral: hay trece actores. Y cuando estábamos con ella tuvimos que parar porque había que guardar cuarentena. Estuvimos pendientes de un brote de covid tres semanas, pero, al final, nada. La cosa es que se da la circunstancia de que yo tenía que volver a los Estados Unidos a finales de agosto porque empezábamos la cuarta temporada de "Snowfall". Fueron tres semanas menos cuando ya, de entrada, tenía pocos días para montar la función... Dejé las cosas 'más o menos' con la intención de afinar vía Zoom, aunque se veía todo muy mal y era complicado... Así que grabamos los ensayos y luego mandaba las notas a los actores. Un lío.

Pero el lío se lió más todavía.

Eso es. A diez días del estreno, el protagonista tomó la decisión de pirarse. Así, sin más. Dijo que con esto del covid no quería arriesgarse a embarcarse en una gira y todo eso. Lo normal, lo que hubiera hecho una persona normal, es haber estrenado en Madrid para que al menos pudiera buscarle después un sustituto. Pero no. Y no pude. Su sustituto tuvo que hacer la primera función con pinganillo.

Vaya...

La obra de Juan Diego Botto, mientras tanto, se fue haciendo. Es más fácil: es un monólogo, pero "Castelvines & Monteses" no es que no estuviera dirigida, ¡es que no había acabado de montarla! Así que tenía dos opciones: seguir adelante, pese a todo, o parar. Los espectáculos no estaban terminados, eso lo tenía claro, pero si aplazaba "Castelvines & Monteses" tenía que mandar al paro a cuarenta personas (los actores, los técnicos que viajan, la gente de la oficina...). Así que me guardé mi ego, asumí que la obra no estaba finalizada y en cada bolo la vamos afinando. Si ya es realmente una proeza hacer teatro de normal, en estos tiempos es toda una heroicidad.

Y usted, ya digo, en Los Ángeles.

Es un problema. Estoy ahora con los trámites de la Green Card (el permiso de residencia de los Estados Unidos) y no puedo volver a España. Pero eso no es lo peor... Aunque solucionara ese tema, intentar regresar ahora, con las fronteras como están, es casi imposible. En agosto lo pude hacer porque la productora de la serie en la que trabajo, Disney, se movió enviando dossieres y esas cosas, pero si no...

Un lío.

Sí. Y soy consciente de que estas obras nacen heridas, pero es mejor eso que el que no hubieran nacido.

Me da que es lo más difícil que ha hecho como director.

Por supuesto. Ya había montado dos obras en un mismo año. Fue con Lehman Brothers y ¿Quién es el señor Schmitt?, que se estrenó en Murcia. Entonces los problemas eran bien diferentes, cosas del tipo cuadrar las agendas de Javier Gutiérrez y Cristina Castaño, nada más. Pero en esta ocasión, el covid nos ha fastidiado más de la cuenta..., y aún así, quisimos seguir adelante. Tuvimos que montar tres castings para conformar el reparto, y al final conseguimos a trece actores que se dejaron otras cosas para meterse con este proyecto; no podíamos dejarles tirados. Pero todo este lío no lo ve el programador o el exhibidor corriente...

¿Cómo se metió en esta aventura?

Si hace unos años lo que tocaba era hacer monólogos, ahora ya no; ahora lo que toca es chapar un texto como este de Lope de Vega, que desde luego no envidia en nada a Shakespeare... En Barco Pirata decidimos seguir currando pese a todo porque si algo nos ha enseñado el confinamiento es que la cultura es ahora más necesaria que nunca.

Antes habló de teatro herido.

Como actor he podido hacer trabajos de los que no me siento orgulloso, pero como director no. Bueno, una vez... Pero sí, estas dos funciones han nacido heridas, les falta trabajo, pero había que seguir. Muchos, si no, se iban al paro.

No me va a decir de qué obra no se siente orgulloso, ¿verdad?

No. Sabría con quién trabajé.

"Castelvines & Monteses" es una obra superdesconocida.

Helena Pimenta, la anterior directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, me pidió en 2015 que dirigiera a LaJoven [compañía de jóvenes talentos de la formación]. Así que hablé con Carlos Menéndez, que es catedrático de Literatura y un tipo con el que he trabajado mucho, para encontrar la obra más adecuado. Y mira, yo leo mucho, pero no aguanto un texto si no me engancha a las veinte páginas; lo dejo. Así que me dio tres o cuatro, pero me dijo que empezara por "Castelvines & Monteses". Y en una hora y media me lo fundí. Lo tenía claro. Además, cuando estaba en el teatro universitario hice un par de veces "Romeo y Julieta", así que conozco bien la obra. La diferencia es que Lope hace una comedia con la misma historia. Era la oportunidad de hacer un clásico distinto a Fuenteovejuna. Pero apareció la serie. Como diez meses antes de hacer pública la programación del Teatro Clásico, le dije a Pimenta que no podía... Pero Nuria, mi socia, me pidió retomar el proyecto ahora, producirlo nosotros junto a la compañía actual. Hablamos con Lluís Homar. Y aquí estamos.

Y está en Estados Unidos.

Sí. Trabajar como actor aquí es una oportunidad para seguir dirigiendo lo que quiero con cierto sosiego y tranquilidad.