Gabriela Mistral fue una de las grandes escritoras del siglo XX y un apoyo fundamental para los exiliados españoles. Un volumen reúne ahora la correspondencia de la chilena con intelectuales españolas como Maruja Mallo o Victoria Kent y bucea en el universo femenino del exilio español.

El volumen, 'De mujer a mujer. Cartas desde el exilio a Gabriela Mistral (1942-1956)', reúne las misivas de diez mujeres y muestra la inmensa red de apoyo internacional que la Premio Nobel de Literatura generó con intelectuales españoles en el exilio, a los que estaba estrechamente vinculada tras su estancia en Madrid como cónsul de Chile (1933-35).

El volumen reúne cartas entre Mistral y Zenobia Camprubí, Maruja Mallo, Teresa Díez Canedo, María de Unamuno, María Zambrano o Victoria Kent. En ellas, las españolas le escriben para pedirle apoyo para encontrar trabajo, establecer relaciones en sus nuevos países, escuchar unas palabras de aliento o simplemente hablar de sus preocupaciones.

"En realidad, la intranquilidad reina por toda la Tierra, época mala, la que nos toca a los viejos, y la que toca a los jóvenes y a las criaturitas, que solo alegría dan con su inocencia sabia", le escribe Teresa Díez Canedo, mujer de Enrique Díez Canedo, impulsor del Colegio de México.

Casi todas las cartas incluidas en 'De mujer a mujer', firmado por Francisca Montiel Rayo y editado en Cuadernos de Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander, son en su mayoría inéditas y abarca desde 1942 a 1956.

Para Francisco Javier Expósito, responsable literario de Fundación Banco Santander, el libro cobra una relevancia en momentos de pandemia, su "espíritu filantrópico" es un ejemplo para la pandemia, porque habla de la esperanza en momentos de dificultad.

En su conjunto muestran "la sororidad, amistad y solidaridad" que reinaba en las relaciones entre la escritora chilena y las intelectuales españolas y que guardó meticulosamente en su archivo, que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de Chile, señala Montiel.

Todas le expresan su "admiración" y en ocasiones, devoción, relata Montiel: "Mistral era un bálsamo emocional que les proporcionó, en ocasiones, el alivio anímico que les hacía falta".

María Zambrano le cuenta como durante una estancia en Chile un grupo mujeres le regaló un ramo de espigas que guardó hasta que se marchó de España y luego lo enterró cerca de la frontera antes de irse a Francia.

"!Quizá haya germinado y algún grano de trigo de su tierra brotara en la mía, tan dolorida!..."/ "Quisiera decirle que Dios la guarde. Pero Él la ha guardado desde siempre. (…) Téngame por alguien que ha de quererla siempre, aunque no la vea."

Mistral ayudo con su influencia, dinero y relaciones a todos los exiliados que se lo pidieron y fue clave en la salida de varios de ellos, como la artista Maruja Mallo. Se puede ver en una serie de cartas de la propia Mistral que también incluye el volumen.

"Semana a semana me ocupo de la gente que está de este lado de los Pirineos. Mi libro ha dado hasta hoy unos treinta mil francos, que Victoria Kent ha distribuido entre los niños salidos a última hora, y entre algunos maestros", escribió la Nobel a Teresa Díez-Canedo.

O en su carta a María Zambrano: "Hoy, que veo yo Europa más dañada que nunca, más desgarrada en sus vísceras vitales, se me agrandan enormemente la virtud y las virtudes criollas".

Además de las misivas, 'De mujer a mujer' el libro incluye dos semblanzas de la escritora, de María Enciso y de Victoria Kent. La de esta última dice: "Amaba España con conocimiento y amor de criatura española, le dolía la miseria del pueblo español y protestaba de ella y de tantas cosas españolas".