Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978) ha escrito una novela con las cosas buenas de la vida: los veranos, las playas, las pandillas, los convites, los primeros amores, las personas misteriosas, las mentiras necesarias... Pero para darle sustento argumental a todo eso ha elegido la trágica desaparición de una niña de 3 años: "Necesitaba un gran acontecimiento y entretener al lector. Esta es una novela que se puede leer de forma rápida y fácil porque hay suspense y quieres averiguar quién está detrás de la desaparición".

¿Ya no da apuro proclamar que uno escribe para entretener?

Espero que no, no me parece ningún objetivo mediocre. Y más en una época en la que periodistas, escritores y directores de cine y series se enfrentan al reto de captar a un espectador al que le rondan millones de tentaciones. Cuando a alguien se le cae un libro de las manos ya no lo vuelve a coger. Entretener es lo prioritario, y luego ya metes tus obsesiones.

En 'Miss Marte' lo primero que hace es fastidiar una boda. ¿No le gustan?

Me gustan muchísimo. Como novio, que lo fui en una ocasión, intentas ser responsable, pero como invitado he sido muy bueno. Y he sido un gran lector de bodas, porque los colegas siempre me invitan a leer en sus bodas. Yo intento decir que no porque en cada boda que leo los novios se han acabado separando. Incluso en la mía también leí y me acabé separando.

Siempre puede hacer como en su novela y usar una letra de Iggy Pop para armar un discurso.

Suelo escribir con música y la canción que ponía cada día para empezar a escribir era 'Lola' de los Kinks. Y a fuerza de escucharla la acabé metiendo en la novela. En esa época también escuché mucho 'The Passenger' y encontré que la letra iba cojonudísima para la boda de Mai y Santi.

Menudo plantel musical aparece en 'Miss Marte': Kinks, Iggy, Elvis, Aretha, la Jurado...

Y Patricia Kaas.

Sí, y además una canción muy poco conocida de ella.

Sí, eso me interesaba para dibujar a Mai, una chica excéntrica que tiene unos saberes rarísimos. Forma parte de esa fascinación que ejerce sobre los demás.

¿Por qué fascina la gente como Mai?

Porque tienen fecha de caducidad, como el verano. Hay un verso de Edna St.Vincent Millay que me encanta: "Mi vela arde por los dos extremos, no durará toda la noche, pero produce una luz extraordinaria". La gente fascinante se acaba antes, pero mientras está ilumina las cosas de forma muy bella.

Mai provoca en los demás una especie de encantamiento. Nadie se cuestiona su aparición con una hija pequeña ni pregunta por qué está ahí.

Es la palabra que me gusta, el encantamiento. Es como un cuento infantil: no queremos hacer preguntas, solo disfrutar. Los personajes no pertenecen al realismo mágico pero están en la frontera. Lo cual me lleva a otro verso que tengo muy presente: "piedad para nosotros que combatimos siempre en las fronteras", que es de Apollinaire. Esa frontera entre lo real y lo irreal me interesa mucho.

A Nico, el periodista local de 'Miss Marte', le da miedo el escrutinio diario que ha de soportar Berta, la periodista famosa. ¿Cómo lo lleva usted?

Cuando era periodista local tenía que hablar mal de tipos con los que después solía coincidir en las cafeterías. Era más arriesgado que lo que hago ahora. Es más jodido conocer y ponerle cara a tus lectores que tenerlos emboscados en Twitter. Vengo curtido del periodismo local e insultado de casa.

¿Disfruta ahora más del periodismo?

Intento mantener el entusiasmo. Cuando empezaba me dedicaba a aprender a poner una frase, a titular… Ahora eso ya lo sé, pero sigo con el mismo entusiasmo que antes cuando tengo una buena historia entre manos, y me da igual dónde se publique.

Dice el escritor valenciano Rafa Lahuerta...

Joder, Lahuerta. Lo conocí personalmente en València cuando presenté un libro, pero hace 15 años ya frecuentábamos los mismos blogs y nos encontrábamos allí.

Pues dice en una entrevista que el periodista lo tiene más difícil que el novelista porque tiene una obligación con la realidad.

El trabajo del periodista es mucho más delicado que el de escribir una novela, los cables que cortas tienen consecuencias en la vida de la gente y los daños pueden ser irreversibles. El novelista puede ser un artista, si quiere y tiene talento, pero un periodista tiene que hacer su trabajo lo mejor que sabe y ya.

¿Cuánto durará usted compaginando ambos oficios?

Mientras me apetezca y tenga cabeza… No tengo grandes hobbies, no me gusta viajar alrededor del mundo ni nada de eso, me gusta sentarme y escribir. Y tener una comunidad de lectores que espera leer lo que escribo me anima un huevo.

El riesgo de tener una comunidad de lectores ya hecha es que venga Planeta y le encargue su próximo premio.

(Ríe) No estamos en esas. Cuando empecé con Alfaguara en 2019 tenía tres novelas en la cabeza y ya he escrito dos. Y además tengo la red del periodismo, que me permite arriesgar como novelista, tomarme mi tiempo y rechazar cosas que en otras circunstancias no rechazaría. Un premio no es algo que espere ni quiera. Mi única intención es que mi tercera novela sea mejor que las dos anteriores.

"Vivir mucho es saber qué cosas te están pasando", escribe. ¿Usted las sabe o aún tiene que vivir más?

Yo sé siempre las cosas en diferido. Ahora he sabido que estaba jodido antes de publicar la novela. Me salieron unas escamaciones, dormía poco y no sabía por qué era. He ido al médico y me ha dicho que tenía estrés emocional por la publicación. Yo pensaba que estaba tranquilísimo, pero mi cuerpo me decía que no fuera de guay, que estaba acojonado perdido.