El tocaor y compositor Juan Gómez 'Chicuelo' (Cornellà, 1968) regresa a escena con 'Caminos' donde explora el flamenco con un conjunto donde el cantaor brilla por su ausencia. Lo presenta este domingo en el Teatro Coliseum en un doble concierto donde comparte cartel con Chano Domínguez en el fin de fiesta del festival Mas i Mas.

-Para su nuevo proyecto reúne a una formación tan singular como sugerente donde une su guitarra a destacados intérpretes: Karen Lugo, rompedora bailaora mexicana; Martín Meléndez, cotizado violonchelista cubano y David Gómez, batería intrépido. Original será.

-Quería hacer algo que tuviera personalidad, donde trabajara con con caras nuevas y montara una formación que saliera de lo obvio. De ahí que no haya cantaor. ¡Es como tener una banqueta sin una pata!. El violonchelo canta, claro, pero sin salir de su contexto porque se puede acercar al flamenco pero nunca será un cantaor.

-¿Qué podemos esperar?

-Un flamenco diferente. Me interesa mostrar otras caras del flamenco y descubrir nuevos ritmos porque este arte tiene muchas caras. Desde la rítmica más jonda he creado ocho temas colaborando con ellos jugando. Somos con cuatro elementos que se llevan muy bien entre sí para crear una música que también se baila. Pero no hago exactamente una taranta, una alegría o una segurilla. Es otra cosa. La granaína que me marco con Karen es libre. No sé. A ver cómo reacciona el público.

-¿Nervioso, con toda su experiencia?

-Es que es un estreno y nunca sabes qué pasará. Hay que ver como cuaja todo. No es lo mismo tocar para nosotros que mostrarlo por primera vez ante la gente. Además, hay cosas que tú no controlas como el sonido, el que alguien se quede dormido... Siempre paso nervios en el primer concierto con una nueva propuesta. Después, a partir del segundo y el tercero, la cosa cambia. Las primeras actuaciones permiten evaluar mejor tu trabajo y hacer cambios.

-¿Qué le atrajo de Karen Lugo, una bailaora que poner los pelos de punta a los puristas?

-Es superracial, supercompleta y superpotente. No pone trabas a nada y tiene una sólida formación entre lo clásico y lo contemporáneo. Además es pura percusión: con los pies, con las manos, con su cuerpo. Lo utiliza todo.

-¿Cómo han ensayado?

-Para ensamblarlo todo rítmicamente encontrarse es lo más práctico pero con estos artistas no es fácil. Cuadrar las agendas es complicado así que fui grabando los temas en casa, se los pasé a cada uno y a partir de ahí cada uno iba haciendo aportaciones e intercambiábamos opiniones.

-Con el versátil pianista Marco Mezquida, con quien ha sacado ya dos aclamados discos, ya trabajan así.

-Así es. Él debe ser el músico que más trabaja de España. No para. Y como siempre esta liado nos hemos acostumbrado a mandarnos ideas y propuestas. Cuando tenemos 7 u 8 temas vamos al estudio y grabamos en directo. Y seguiremos así en el tercero.

-Los festivales de verano han cerrado con éxito. ¿Vamos camino de la normalidad?

-Parece que estamos viendo la luz al final del túnel aunque cada vez que pones las noticias en la televisión te asustas. La normalidad es ir sin mascarilla, ir a cenar con tu familia cuando quieras o viajar cuando te de la gana sin tener que hacerte pruebas. Tener libertad. Eso nos lo han quitado. La normalidad también es poder trabajar y muchos tablaos están cerrados. Pero hay que seguir adelante. Es de agradecer que haya promotores y festivales que apuesten por el flamenco.

-Nadie habla de los tablaos y son claves para la profesión, para foguearse.

-Es un desastre lo que está ocurriendo. Veremos cuántos sobreviven. Muchos se han ido a pique. ¡Los han crujido! Como a la hostelería, la gran mayoría vivía del turismo. Es una pena. Paco de Lucía, Camarón, Poveda, Mayte Martín... Todos han pasado por allí. El tablao no deja de ser una academia donde estás en contacto con el baile y el ritmo.

-¿Dónde se curtió usted?

-Estuve un año y medio en el Tablao de Carmen y tenía que tocar la guitarra a artistas tan reconocidas hoy como Sara Baras, Eva Yerbabuena, Belén Maya, Joaquín Grilo o Antonio el Pipa. También coincidí allí con Chiqui de la Línea, un gran cantaor que se ha hecho famoso por ser el maestro de Rosalía.

-¿Qué solución propone?

-Lo mismo que se hizo con los bancos: inyectar dinero. Los tablaos dan de comer a mucha gente. Pero ojo, que los recursos lleguen a las personas de la cultura y no solo a los dueños de los locales.