Es el fenómeno editorial de los últimos años y revolucionó hace un mes el sector del libro en España tras ganar el Premio Planeta. Carmen Mola (Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero) salió a la luz en la entrega del galardón y ha sido tema de conversación desde entonces. 'La Bestia' es su novela más atrevida, un viaje a Madrid en 1834 pero con el sello de la sangre y la violencia siempre presente.

-¿Cómo se escribe a seis manos?

-Todos venimos del guion, lo que facilita la cosa. Trabajando juntos en una serie se nos ocurrió la idea de llevar el proceso de creación de un guion al libro. Suena extravagante, pero muchas disciplinas artísticas funcionan así desde siempre. Tenemos muchas reuniones, para cerrar la escaleta de la novela. Una vez hecho eso, los capítulos pasan por todas las manos: vamos escribiendo, lo vamos mandando al siguiente y se van haciendo correcciones o añadiendo alguna cosa. El misterio de todo esto es anteponer la historia al ego personal del autor. Debemos dejar al margen de donde sale cada idea.

-¿Escriben alguna vez los tres juntos?

-Nos juntamos para discutir las diferentes tramas de la novela. Una vez que eso ya está pactado, y la escaleta está cerrada, nos repartimos el trabajo. Evidentemente, no podemos tener las seis manos en el teclado: no es operativo y cometeríamos muchas faltas de ortografía (risas). Sería una especie de Nacho Cano, pero al revés (risas). Lo más importante del proceso no es la escritura, sino la reescritura: lo mejor es ver como pasan los capítulos de una mano a otra y los cambios que suceden, si estamos o no de acuerdo... Todo se pacta, porque es una democracia absoluta: está prohibido abstenerse, se vota y, al final, siempre se queda 2 a 1.

Lo más bonito del proceso es que ninguno se queja amargamente, que no hay sangre y que no hay una vanidad que se imponga sobre las demás. Nos parece que en la gestión del ego del autor está Carmen Mola, que es un milagro. Los tres tenemos muy claro que trabajamos para el bien de la novela, para que sea lo mejor posible, y no para nosotros mismos.

-¿Costó, con el éxito de las primeras novelas, estar escondidos tras el seudónimo?

-Estuvimos muy cómodos. Como cada uno de nosotros ya habíamos escritos novelas, ya habíamos visto nuestro nombre en una portada o nuestro libro en un escaparate. La primera vez es importante, las siguientes ya da un poco igual. Tenemos una educación de guionistas, por lo que estamos acostumbrados. El novelista parece que es una figura más sagrada, a la que le cuesta derribar ciertos tabúes, que es precisamente a lo que aspiramos con este proyecto de autoría colectiva. Se trata de escribir novelas que gusten a la gente.

-Muchos autores ya escriben pensando en la serie de televisión o en el cine. ¿Ustedes, que están en los dos lados, también?

-Esta muy bien esta comunicación entre novela y audiovisual, pero creo que cuando uno escribe el libro solo debe centrarse en él. Hay que darse cuenta de que si la novela no funciona, nadie va a querer hacer la película. Lo que nos pasa es que, por nuestra forma de escribir, el lector vea que la historia se puede llevar a la imagen, pero es que no sabemos hacerlo de otra manera. Nosotros vamos a por la novela, no es objetivo primordial que salte a la pantalla.

-¿Qué es 'La Bestia'?

-Es un paso más allá en la carrera de Carmen Mola, porque es nuestra novela más ambiciosa. Es un thriller histórico, en el que la protagonista tiene que encontrar a su hermana, desaparecida y, probablemente, raptada por un asesino en serie que atemoriza a Madrid. Lo hace con unos personajes normales, rayos de luz en la historia; en una ciudad llena de violencia y asediada por una epidemia de cólera.

-Una pandemia y personajes muy humanos, antes que superhéroes.

-Hay una relación involuntaria, porque nosotros primero pensamos en el suceso histórico que rodea a la novela, que fue la matanza de 80 frailes el 17 de julio de 1834. Un hecho muy apropiado para Carmen Mola, porque hay mucha muerte y sangre a casco porro. Vimos las restricciones y medidas sanitarias y todas nos recordaban a lo que hoy estamos viviendo. Nos dimos cuenta que en 180 años o bien no hemos evolucionado nada, o bien aquellas medidas fueron correctas y por eso se siguen usando ahora. Aquella época nos daba una visión para explicar la actualidad desde el siglo XIX. Los personajes son unos desgraciados: un periodista venido a menos, la dueña de un burdel, un guardia real borrachín... Parecen personajes con poco recorrido pero que en el fondo, si se les plantea un reto lo suficientemente grande, se convierten en unos héroes. Esto nos lleva a los sanitarios y a la gente que luchó en la pandemia. Hemos hablado de 1834 pero con esa vieja norma de los guionistas americanos clásicos: si tu novela habla de lo que habla, tienes un problema.

-¿Por qué el viaje al pasado?

-Fue también cosa del azar. Empezamos la novela en pleno confinamiento y la primera intención era crear la cuarta aventura de la inspectora Elena Blanco. Pero nos dimos cuenta de que no sabíamos como iba a ser nuestro presente o nuestro futuro inmediato: si íbamos a llevar mascarilla, traje espacial o qué iba a suceder. No nos sentíamos cómodos, por lo que viajamos al pasado, que es inmutable. Nos fuimos al siglo XIX porque es especialmente violento y porque queríamos cambiar un poco. Nos sobraba el corsé de las novelas de género negro, aunque siempre estamos dispuestos a vulnerar estas normas, porque con Carmen Mola no es seguro que el protagonista salga airoso. Siempre somos impredecibles. Es un thriller ambientado en una novela histórica, como si Galdós y Dickens charlaran en una taberna de Madrid. Nos ha apetecido ensayar este género y creo que nos ha salido nuestra mejor novela.

-Han dicho que en el proceso de creación no hay sangre, pero en la novela sí. ¿Por qué?

-Tenemos la sensación de que hay cierto pudor hacia la violencia. Cerrar la puerta cuando sucede algo terrorífico es ocultarle información al lector. Nos parece como cuando en las películas, en la escena de sexo, se desvía la cámara hacia la chimenea: si hablas de sexo, tienes que enseñar el sexo. Si hablamos de asesinos, tenemos que enseñarlo, por eso no escatimamos en detalles cuando tenemos que contarlos. No somos escritores que se la cogen con papel de fumar: si se descuartiza a una niña, se cuenta como es. Eso es escribir.

-Llevan un mes copando los medios de comunicación tras su aparición en los Planeta. ¿Cómo creen que va a reaccionar el público ante esta nueva novela?

-Solo hemos recibido cariño. La gente habla de la sorpresa pero es que era el juego que nosotros planteábamos: llevar la ficción también a las tapas de la novela. Creo que la gente ha disfrutado con ese giro. La exigencia nos la pone la propia novela. Queremos que hable 'La Bestia', no que se hable de Carmen Mola. Si la novela te gusta, ¿qué más te da quien la haya escrito? Lo importante es la novela, nunca los autores.

-¿Creen que su triunfo en el Planeta puede marcar tendencia con la escritura colectiva?

-No lo hemos patentado, igual deberíamos haberlo hecho (risas). La figura del autor sigue siendo la de alguien a que no se tose, pero creo que es una experiencia enriquecedora. Nosotros, donde más hemos aprendido, ha sido al juntarnos para crear nuevas historias. Aún con todo, cuesta que un escritor rebaje su ego y baje al barro, con varios compañeros, a sacar adelante una novela. Por eso creemos que somos un milagro.