La universidad española no pasa por su mejor momento. Al hecho de estar altamente institucionalizada, cronológicamente graduada y jerárquicamente estructurada, se han sumado, en los últimos tiempos, ese "capitalismo universitario" que mercantiliza la educación y merma su autonomía, y el desprestigio provocado porque varios dirigentes políticos hayan recibido certificaciones oficiales sin haber cursado los preceptivos estudios.

Para luchar contra esa situación, Isidro López Aparicio ha fundado la Liberis Artium Universitas (LAU), una nueva institución de enseñanza superior que es fruto del compromiso con la formación en el mundo de la cultura que ha marcado la carrera de este artista jienense, convencido de que solo la autonomía de los distintos espacios universitarios de decisión permitirá el desarrollo de la democracia.

No obstante, el hecho de que, además de artista, Isidro López Aparicio sea profesor de la Universidad de Granada, complica aún más este proyecto que muchos podrían calificar de contradictorio. "Contradictorio no, paradójico sí. Pero la paradoja es un elemento didáctico y de reflexión muy poderoso que utilizo tanto en la docencia como en la creación porque creo en el cambio de los sistemas tanto desde fuera como desde dentro", explica López Aparicio que, a pesar de su crítica, no oculta su debilidad por la institución en la que imparte sus clases. "Soy un enamorado de mi Universidad de Granada, en la que he tenido responsabilidades importantes tanto a nivel nacional como internacional. He liderado procesos de cambio, pero también he visto la involución de un sistema que no responde al dinamismo que los procesos docentes y científicos que necesita la comunidad universitaria. De ahí que haya querido generar con mi lenguaje, el artístico, una obra que reflexiona y muestra que otras acciones son posibles".

Aclarada la diferencia entre contradicción y paradoja, sigue resultando curioso que López Aparicio haya decidido replicar la misma institución educativa que se cuestiona, en lugar de articular la crítica a través de otro modelo. "Lo más sencillo hubiera sido nombrar esta acción con algo lejano a lo que se cuestiona. Pero la decisión de no recurrir al típico eufemismo políticamente correcto y mantener la nomenclatura fue un acto de coherencia y de valentía —explica López Aparicio—. En el fondo, lo que propongo es lo que siempre fueron las Universidades, espacios generadores de libertad que no dependían de burocracias interminables, de acreditaciones ministeriales ni estaban supeditadas a rankings generados por estructuras de control. Es de ahí de donde surge la idea de generar una universidad libre de intervencionismo rentabilista y cuyo prestigio esté basado en el reconocimiento entre iguales. Además, resultaba fundamental usar su misma nomenclatura para reformular los códigos performáticos y estéticos de las universidades como elementos constructores de cultura".

A pesar de que la crítica de López Aparicio se ejecuta desde el arte, lo conceptual, la ironía y el humor, no es de descartar que en esos entornos universitarios tan encorsetados y solemnes su propuesta haya provocado cierta incomodidad.

"Habría que preguntarle a ellos, pero la verdad es que, si ven como una amenaza a la LAU, una universidad tan humilde, sin sede, sin recursos estables, sin nominas, sin cobro de matriculas, en abierto y libre… sería un éxito para la LAU y algo que tendría que hacerles pensar mucho a las universidades regladas sobre sus acciones", reflexiona el artista, que va más allá en su razonamiento: "Por otro lado, si lo consideran una crítica, estaría bien pues, si son verdaderos universitarios, deberían saber asimilarla, encontrar las razones que la provocaron y, partiendo de ellas, encontrar formas de mejorar. Por último, si hay gente que lo ve como una broma, he de aclarar que la LAU no niega el humor como uno de sus recursos, al contrario, lo asume como fundamental, pero ello no le resta trascendencia a su propuesta educativa: que personas encuentren el reconocimiento de otros profesionales partiendo de un nuevo entendimiento universitario como elemento simbólico de reflexión".

Gaudeamus Igitur

Sin sede permanente, la LAU puede constituirse en cualquier lugar. Desde el propio domicilio de López Aparicio, a prestigiosos centros de arte como el Museo Centro Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid o el Campo de refugiados en la frontera Siria/Jordania en Zaatari. "Ya se crearon en épocas de vacas gordas muchas infraestructuras inmensas que ahora están vacías de contenidos. Esta universidad, al contrario, se basa en la excelencia de sus contenidos y en su carácter sostenible y nómada, que se adapta a los espacios físicos, digitales o virtuales en los que se desarrolla", explica López Aparicio que, hasta el 24 de abril, ha fijado la sede de su universidad en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid como parte de Germinar sin fin, una exposición antológica que repasa su propia obra.

Sin temario ni sede fija: la universidad española que saca el pie del tiesto.

Además de esa particularidad relativa a sus instalaciones, la LAU carece de una estructura reglada, de una oferta formativa sistemática y tampoco imparte docencia de forma anual, desde el momento en que existe ya abundante oferta de ese tipo en las universidad publicas y privadas. Sin embargo, tampoco descarta poner en marcha cualquiera de esas políticas para cubrir una necesidad que una universidad reglada no ofertaría.

Conforme a esa filosofía, la Liberis Artium Universitas ha otorgado recientemente su primera beca de estudios a Gregorio Sánchez Pérez, creador que, como explica Isidro López Aparicio, "ha desarrollado un pensamiento artístico único en unas condiciones de precariedad brutales". Una ayuda que nunca habrían prestado otras instituciones y que, además de servir de apoyo económico a Sánchez Pérez, "ha cumplido la función de darle un motivo de vida para concretar su pensamiento, al tiempo que su madre podrá, en algún momento, sentir el orgullo de ver el nombre de su hijo en paginas de prensa como ésta y vinculadas a una universidad, a la que nunca pudo asistir".

Sin temario ni sede fija: la universidad española que saca el pie del tiesto.

El caso de Gregorio Sánchez Pérez no es único en el panorama artístico español. A pesar de su prestigio y relevancia, creadores como Luis Camnitzer Isidoro Valcárcel Medina carecen de títulos universitarios o másters, lo que les inhabilita para, por ejemplo, defender una tesis doctoral a pesar de estar sobradamente preparados para ello. Para solucionar esta anomalía del sistema, la LAU ha permitido que estos y otros artistas defiendan ante un tribunal formado por destacadas personalidades del mundo del arte, entre los que se encuentran María Dolores Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz, Alfonso García de Figueróa, Capi Corrales Rodrigáñez, José María Díaz Cuyas o Yaiza Yaiza Hernández Velázquez, su proyecto de tesis.

En el caso de Isidoro Valcárcel Medina, el tema elegido fue Las máximas de experiencia en el derecho y en la filosofía desde la perspectiva del arte; en el de Luis Camnitzer Especulaciones y derivas frente al dilema presentado por una falsificación original; y, durante su paso por el Museo Lázaro Galdeano, la LAU ha organizado otras dos lecturas más: TOCHO, 28 años de experimentación rara, variopinta y divertida en la edición de la revista La Más Bella 1993-2022 de Diego Ortiz y Pepe Murciego celebrada el pasado 24 de marzo y El uso del azar en la creación de sentido: el caso de Los Torreznos que será defendida el próximo 7 de abril por Rafa Lamata y Jaime Ballaure, miembros de Los Torreznos.

Edición experimental

"Desde el momento de que es un proyecto personal del artista Isidro López-Aparicio, es la LAU la que invita a quien ella considera a desarrollar y presentar las Tesis Doctorales. En nuestro caso, la invitación se hace a un colectivo, La Más Bella y no a una persona individual, lo cual es otro rasgo atípico que diferencia a la LAU del mundo académico oficial", explican Diego Ortiz y Pepe Murciego que, tras recibir la invitación de la LAU, decidieron que su tesis consistiría en la realización de una edición experimental de arte adaptándose al evento, el lugar, el tiempo y el dinero.

"La hipótesis a plantear en nuestra tesis era si realmente La Más Bella era capaz de conseguir que cualquier acto/evento, como por ejemplo defender una tesis doctoral, podía convertirse en un evento editorial y tener como resultado una edición de arte. La manera de demostrarlo era hacerlo, conseguir que la defensa de una tesis doctoral se convirtiera en un evento académico editorial, y que pudiéramos crear una edición de arte, una edición de la Revista La Más Bella", explican Murciego y Ortiz.

Isidoro Valcárcel Medina, durante la presentación de su tesis. L.A.U.

La edición surgida tras la lectura de la tesis ha sido TOCHO, "no porque más o menos todo el mundo asocie las tesis con un tocho de papeles cuanto más gordo mejor, sino porque se basaba en un TOCHO real, ya que utilizamos tomos de viejas enciclopedias que había en nuestras casas. Auténticas reliquias de una manera de manejar el conocimiento científico, hoy día totalmente superadas por el mundo digital", explican desde La Más Bella.

Como sucede con toda Universidad que se precie, después de nombrar doctores a Valcácel Medina, Luis Camnitzer o La Más Bella, no sería extraño que la LAU se plantease también nombrar doctores Honoris Causa. "Si bien cualquier acto universitario es susceptible de ser asimilado por la LAU, no habíamos considerado esa figura porque todas las acciones que se han desarrollado hasta el momento implican una condición de mérito en el que se desarrollaba una acción", comenta Isidro López Aparicio, que también señala: "No obstante, recientemente ha sucedido un hecho que nos ha hecho replantear esta situación. Tamara Díaz Bringas, que iba a participar en una de las acciones de la LAU, falleció recientemente y estamos valorando alguna acción al respecto, porque esta es una universidad con sentimientos en la que el amor es uno de sus ejes fundamentales".