Laura Mas apenas tenía un año cuando aprendió a utilizar el reproductor de VHS. Ahí, de manera casi automática, metía cada mañana las cintas de 'Dragon Ball', 'Ranma' o 'Dr. Slump'. Le divertían y, por supuesto, le fascinaban. De ahí que siempre intentara reproducir estos dibujos sobre el papel bajo su particular estilo. Lo que no sabía entonces es que aquel simple gesto sería uno de los pilares del enorme éxito que atesora hoy. Al menos, en Japón y Hong Kong… pues, en España, su nombre artístico es aún desconocido.

En el continente asiático, Okokume es una eminencia: llena salas, vende obras a cientos, ocupa portadas, atiende colas de fans y abre cafeterías dedicadas a sus personajes. "Renuncié a las comodidades que te da un trabajo estable por dedicarme a lo que me llena. El esfuerzo y la perseverancia han dado sus frutos", dice con orgullo. Y no le falta razón viendo los números que rebosan su currículum: 27 exhibiciones grupales, siete muestras individuales y siete ferias internacionales. 

A pesar de tenerlo tan claro desde pequeña, Laura estudió algo que no tenía nada que ver con el arte. Pero el paso del tiempo, y alguna que otra frustración, la volvieron a colocar frente a un cuadro. Así, se graduó en la Escuela Superior de Diseño y Arte Llotja de Barcelona, donde empezó a definir un poco más su giro de muñeca. "Soy bastante libre y alegre. Además, por la paleta de colores que utilizo, soy muy fácil de reconocer", comenta la artista, que ahora mismo está exponiendo en París. De trazo naif y alma rompedora, Okokume inició su carrera pintando mujeres vestidas con kimonos y salpicadas de orificios faciales

Okokume inició su carrera pintando mujeres vestidas con kimonos y salpicadas de orificios faciales. OKOKUME

Todo ello desde un punto de vista lowbrow, un movimiento surgido en los 70 como reivindicación del arte que no cumple con los cánones academicistas

Ese aspecto galáctico y apocalíptico, paulatinamente, ha ido relajándose hasta dar con el personaje que la ha catapultado: Cosmic Girl. Se trata de un espíritu de pelo rosa y piel turquesa que cumple con una misión muy concreta: viajar a través del universo para concienciar sobre la importancia de proteger el medioambiente. Y no solo eso, pues este personaje es fiel relejo de las emociones y los sentimientos de su creadora. "Es mi 'alter ego', quien se presenta frente al público y quien narra la historia que quiero plasmar. Gracias a su aspecto inocente, mi mensaje puede llegar a cualquier edad y género", explica sobre su criatura, que acaba de cumplir un lustro. "Trato de enseñar lo que me inquieta… pero, también, de dar espacio a los temas que necesitan llegar a muchas personas".

Todo ello desde un punto de vista 'lowbrow,' un movimiento surgido en los 70 como reivindicación del arte que no cumple con los cánones academicistas. Entre sus máximos referentes se hallan Tara McPhersonMark RydenGary Baseman Tomer Hanuka.

Como puede observarse, el vínculo con el 'anime' resulta más que evidente. Y, por ende, con Japón. Hasta este país llegó después de probar suerte en España, Alemania, Australia y Estados Unidos… y arrasó. Tanto es así que, en subastas recientes, ha logrado numerosos récords. Parte de la culpa la tiene JPS. "Empecé a trabajar con esta galería en 2017. En principio, se encontraba sólo en Hong Kong, donde he organizado las exposiciones más grandes de mi trayectoria, en sitios como K11 o Landmark. Más tarde, decidieron expandirse y abrir otra sede en Tokio".

Aunque el mercado asiático es complejo y de difícil acceso, su popularidad empezó a subir como la espuma desde la primera muestra. Muy rápido. Rapídisimo. De hecho, le bastaron tres años para conquistar Art Central, una de las ferias de arte más prestigiosas del continente asiático. El furor que generó fue tal que volverá a ella el próximo mayo. 

Proceso de creación de Cosmic Girl. OKOKUME

Una cafetería 'op up' temática

El éxito alcanzado por Laura no acaba aquí. Pues ha llegado a colarse en el top 100 de los artistas más influyentes del 'London Daily Post'. Incluso, en agosto de 2019, vio un sueño hecho realidad: la apertura del Cosmic Girl Café en el barrio tokiota de Harajuku. "Cuando me ofrecieron la posibilidad de montar una cafetería pop up temática con mi personaje me quedé muy sorprendida", recuerda. Para la inauguración, organizó un evento especial con 'merchandising', 'toys' de edición limitada y objetos exclusivos diseñados por ella… Lo vendió todo en pocas horas.

Entretanto, en España, su nombre tan sólo suena en nichos especializados. ¿Por qué esta diferencia de éxito? "No encuentro una explicación clara. Es cierto que, en nuestro país, es muy complicado ser creador emergente, ya que no hay demasiadas oportunidades. La mayoría de las veces, los autores optan por juntarse con otros colegas para poner en marcha sus iniciativas", relata la pintora. Así fue cómo comenzó ella misma, con una exposición grupal en una pequeñita sala de Bilbao. Al poco tiempo, llegó su primera propuesta individual, en Barcelona.

"En mi opinión, aquí hay un círculo muy pequeño en el que, para acceder, tienes que tener ya un nombre. Y eso es algo muy difícil de conseguir. En cambio, en Asia, hay una necesidad constante de enriquecerse culturalmente de nuevos talentos". 

Personas que huyen de casa

Okokume nunca se ha cerrado a nuevas técnicas y formatos. Es puro brío, por ello siempre está buscando nuevas vías para contar sus historias. "Si se trata de un proyecto en solitario, parto de un tema principal que conecte las obras. En cambio, si es una feria, las creo con un sentido más inmediato. Una vez definido el concepto, me siento frente al ordenador para buscar influencias", sostiene sobre su proceso creativo.

Esos primeros bocetos, a veces, acaban en un producto final. Pero, en otras ocasiones, terminan en un montón de ideas a las que regresar más adelante. "En la actualidad, dibujo bastante con la tableta. Hago las pruebas que necesito y, luego, paso al soporte que haya elegido". 

¿Y las musas? "No puedo trabajar sin escuchar música, necesito que un ritmo y una melodía me acompañen a la hora de coger un lápiz o un pincel. Como muchos, la inspiración llega de forma inesperada cuando ves una película u observas a otro artista. También cuando lees un artículo que te ha removido por dentro y sientes ese impulso de expresar tu opinión en un lienzo", mantiene al respecto. Así, últimamente, ha sentido la necesidad de dar voz a aquellas personas que han tenido que huir de sus hogares.

Sin embargo, a pesar de su empeño, pocos avances ha percibido a nivel social: "Por desgracia, la sociedad aún está muy insensibilizada y no ve más allá de los problemas que nos afectan de frente. La mayoría observa las noticias como mera información y no se pregunta de verdad qué puede hacer para ayudar o mejorar".

Eso, de algún modo, le entristece… pero igualmente le anima a seguir dibujando. A seguir denunciando situaciones. "Entre todos podemos presionar", subraya. Ella, sin duda, lo hará bolígrafo en mano. Rosa y turquesa por delante.