La Opinión de A Coruña

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La artimaña del cruce de piernas

Sharon Stone se quitó las bragas para rodar la inflamante escena de ‘Instinto básico’ a petición de Paul Verhoeven. Treinta años después, la actriz asegura que el director le prometió que no se vería nada

La actriz Sharon Stone en la famosa escena de la película ‘Instinto básico’, en la que interpreta a Catherine Tramell. LOC

Hace ahora 30 años, diversas asociaciones feministas y en defensa de los derechos LGTBI se manifestaron a las puertas de los cines estadounidenses con el objetivo de boicotear el estreno de Instinto básico. Como quedó reflejado en la hemeroteca de la época, denunciaron que el thriller erótico de Paul Verhoeven retrataba a las mujeres en general, y a las bisexuales y lesbianas en particular, como unas psicópatas sin escrúpulos.

La controversia no ahuyentó al público. En total, la película recaudó 352 millones de dólares y se convirtió en la cuarta más taquillera de 1992, por detrás de Aladdín, El guardaespaldas y la segunda entrega de Solo en casa. A decir verdad, la inmensa mayoría acudió a verla por un simple y morboso motivo: el descruce de piernas de Catherine Tramell, el personaje al que daba vida una entonces semidesconocida Sharon Stone.

Humillada en pantalla

Inicialmente, la actriz filmó la escena con ropa interior. Sin embargo, Verhoeven le pidió que se la quitara porque al ser blanca reflejaba la luz en la cámara. El cineasta, con quien anteriormente ya había trabajado en Desafío total, le juró que no se vería nada delicado en el montaje final. Meses después, en un pase privado, Stone descubrió que había sido víctima de un lascivo embuste.

Verhoeven asegura que la actriz aceptó la escena, y, justo antes de grabar, le llegó a regalar su ropa interior

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“Fui a la cabina de proyección, abofeteé a Paul en la cara, me fui y llamé a mi abogado, Marty Singer. Marty me dijo que no podía estrenarla tal como estaba, que podría obtener una orden judicial”, recuerda ella misma en sus memorias, La belleza de vivir dos veces, publicadas el año pasado. “Después de la proyección, le conté a Paul las opciones que Marty me había presentado. Por supuesto, negó con vehemencia que yo tuviera alguna posibilidad. Yo era solo una actriz, solo una mujer. ¿Qué opciones podía tener? Pero las tenía. Así que lo pensé y elegí permitir esa escena en la película. ¿Por qué? Porque era correcta tanto para el filme como el personaje. Después de todo, lo hice”.

Verhoeven sigue manteniendo una versión muy diferente

de los hechos. En una entrevista que concedió a Le Journal de Montreal, en 2016, aseguró que “cuando le propuse la escena, mientras cenábamos, vi un brillo demoníaco en sus ojos y enseguida aceptó, sin pensárselo dos veces. Luego dijo que no era consciente de que estábamos filmando su vagina, pero es falso”. Incluso, apuntó que “justo antes de rodarla me regaló sus bragas, aunque eso siempre se le olvida de decirlo”.

Hostilidad misógina

Puede que la estadounidense tardara tiempo en confesar los entresijos de aquel rodaje que la catapultó a la fama. Ahora bien, desde que el movimiento Me Too sacó a relucir las vergüenzas de la meca del cine, no ha dudado en compartir esta y otras tantas experiencias. Sin ir más lejos, cuando el periodista Lee Cowan de la CBS le preguntó en 2018 si, en algún momento de su carrera, se había sentido incómoda en Hollywood, contestó: “Llevo 40 años en la industria, Lee. ¿Puedes imaginarte cómo fui a parar a este negocio? ¿Tal y como me ves ahora, desde un lugar remoto, en Pensilvania? No tenía ningún tipo de protección cuando llegué. He visto de todo”.

Los detalles, sin duda, se los guardó para sus ya citadas memorias. Además de mencionar que un productor le sugirió que se acostara con su coprotagonista masculino para que tuvieran “química en la pantalla”, así como que la consideraran “difícil” por no acceder a esas proposiciones, desveló que el director Michael Caton-Jones, el responsable de la fallida secuela de Instinto básico, no quiso dirigirla durante varios días porque se negó a sentarse “en su regazo”. “El estudio ni dijo ni hizo nada”, remarcó al respecto.

Petición de escucha

“La mayoría de las películas están escritas, dirigidas y hechas por hombres que no tienen en cuenta, en absoluto, cómo somos, pensamos y sentimos las mujeres. Por eso muchos de mis personajes son borrachas, drogadictas o están locas”, denunció en la edición portuguesa de Vogue en 2019. “Esta generación, al igual que los gobiernos, necesitan escucharnos a todas”, exigió. Gracias a testimonios como el suyo, afortunadamente, las cosas están cambiando.

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