Treinta años después de su muerte, José Monje Cruz, Camarón de la Isla, sigue siendo una leyenda del flamenco. Su mirada, tímida y penetrante, vuelve ahora a las calles de su ciudad natal, San Fernando (Cádiz), como aún preguntándose qué cantó, qué hizo para convertirse en un mito inmortal.

Cuando se cumple el treinta aniversario de su fallecimiento, su ciudad natal ha querido recuperar su presencia. Y Camarón se ha hecho presente a través de un mural gigante de una fotografía de Joaquín Hernández, Kiki, desde la que el cantaor mira a los ojos a todo aquel que le mira.

El fotógrafo jerezano Juan Carlos Toro se ha encargado de convertir aquella fotografía tomada en 1991, poco antes de que el zarpazo del cáncer se asomara a su vida, en una instalación de diez por diez metros, desde la que el cantaor puede contemplar también el Centro de Interpretación Camarón de la Isla.

El fotógrafo jerezano Juan Carlos Toro se ha encargado de convertir una fotografía del cantautor tomada en 1991 en un mural. Román Ríos

En su primer año de vida, este museo que alberga el legado y recorre la historia del cantaor que revolucionó el flamenco y lo hizo universal ha recibido 50.000 visitantes. Y eso que en su primer semestre de apertura aún había restricciones de aforo.

"Viene mucha gente joven, les gusta mucho ver su ropa, sus cosas, preguntan hasta por el número de pie de sus zapatos", explica una fuente municipal sobre los visitantes de este centro.

Al museo se añadirá ahora, temporalmente y para celebrar este aniversario, la imagen gigante de Camarón de la Isla que el fotógrafo gaditano Kiki le tomó en su camerino tras un concierto que ofreció en julio de 1991 en la capital gaditana.

"Camarón era un hombre de cierta timidez, en el escenario se transformaba. No era muy amigo de los fotógrafos, no le gustaba posar. Aquel día me dejaron entrar al camerino cinco minutos, estaba sentado con su mujer y rodeado de toda su familia y un montón de gente. Empecé a pedirle que me mirara, pero le costaba. Tanto insistí que me atravesó con la mirada, fue un instante", recuerda el fotógrafo en declaraciones a Efe.

La foto decora ahora una fachada en la entrada de San Fernando, la misma zona por la que hace 30 años el féretro de Camarón de la Isla, fallecido en Barcelona, entró a la ciudad a hombros de una multitud que tardó horas en llevarlo hasta el salón de plenos, desde donde, al día siguiente, fue conducido para su multitudinario entierro al cementerio.

Kiki también estuvo allí, y una selección de las imágenes que tomó conforman la exposición "30 años sin Camarón", que se inaugurará este mismo mes.

"Ese recorrido del féretro fue el momento en el que Camarón pasó de ser un gran artista a ser una leyenda, un mito, la gente quería acompañarle con el fervor que se profesa a un líder espiritual", recuerda Kiki. La presencia de Camarón en este aniversario será también musical. Artistas como Carles Benavent (bajo), Tino Di Geraldo (batería), Jorge Pardo (bajo) y Rubem Dantas (percusión), míticos músicos que acompañaron en diversas ocasiones en los directos y grabaciones a Camarón de la Isla, acompañarán a Carmen Linares, Lole Montoya, Juan Carmona, Javier Ruibal, Pedro el Granaíno, La Mari de Chambao o el isleño Jesús Castilla en la reinterpretación de sus canciones en un concierto que se celebrará mañana 2 de julio en la misma zona de San Fernando.

"Treinta años después de su muerte, la sombra de Camarón es muy alargada y va a abarcar otros 30 años más, y otros 300, porque su legado, sus maneras, su oficio es todo un aprendizaje", comenta a Efe Jorge Pardo, que a los 17 años le conoció en un estudio de grabación de Madrid en el que se "cocinaba" el disco "La Leyenda del Tiempo". "Terminé grabando en ese disco y después empezó a invitarme a sus conciertos en vivo y algunas grabaciones de televisión y de sus discos", un tiempo en el que con él, y con Paco de Lucía, descubrió que instrumentos como los que él toca, la flauta y el saxo, también podían formar parte del repertorio flamenco.

"Descubrí que había una mina, un tesoro", asegura Pardo, que cree que Camarón era "algo más que el gran cantaor que ha pasado a la historia, era un músico con un oído portentoso, aunque no estuviera cultivado académicamente". "Lo que ha dejado en la afición es tan fuerte que su legado no puede hacer otra cosa que seguir creciendo", asegura