Alan Smithee es uno de los realizadores más peculiares de la historia de Hollywood. Aunque entre 1969 y 1999 firmó medio centenar de largometrajes, cortometrajes, varios vídeos musicales y algún guión, lo cierto es que no tuvo ninguna participación en ellos. Sencillamente porque, a pesar de que consta en los registros administrativos, Alan Smithee no existe. La suya no es más que una identidad ficticia con la que los profesionales de Hollywood acostumbraban a firmar aquellas obras de las que renegaban por no haber tenido la libertad creativa prometida o haber sufrido cambios considerables por parte de las productoras y los estudios.

El primer trabajo atribuido a Alan Smithee fue La ciudad sin ley, un western protagonizado por Richard Widmark, actor que, debido a su mala relación con el director original de la película, Robert Totten, consiguió que fuera despedido por la productora y reemplazado por Don Siegel que, en un acto de compañerismo, se negó a firmar la película. La decisión de Siegel, sin embargo, generó una situación inédita en el sistema de estudios de Hollywood. Según las normas del Directors Guild of America, los trabajos cinematográficos no podían firmarse bajo pseudónimo. No obstante, ante la negativa de Totten y Siegel de hacerse cargo de la autoría de La ciudad sin ley, el gremio de realizadores estadounidenses aceptó que fuera firmada por un director imaginario al que se llamó Alan Smithee y al que, a partir de entonces, se le atribuirían otras muchas producciones, algunas de ellas rodadas antes de que esa solución entrase en vigor.

El realizador Jud Taylor, por ejemplo, hizo uso del nombre de Smithee con efectos retroactivos, para desentenderse de Fade-In, película que se había estrenado en 1968, un año antes del conflicto entre Siegel, Totten y Widmark. Otro de los realizadores que recurriría a Smithee de manera sobrevenida fue David Lynch que, en 1988, pidió que se eliminase su nombre de la versión de Dune que MCA realizó para emitir en televisión y comercializar en videoclubes. Aunque recuperaba metraje no incluido en la versión cinematográfica y The New York Times afirmaba que el nuevo montaje mejoraba la comprensión de la historia, en comparación con el que había firmado Lynch para salas de cine, el director estadounidense no quedó satisfecho y prefirió jugar el comodín de Smithee. El descontento de Lynch fue tal, que incluso pidió que el guion, que también había sido escrito por él, apareciera firmado con otro nombre ficticio, esta vez Judas Booth.

UN SECRETO A VOCES

Durante años, la verdadera identidad de Alan Smithee no trascendió más allá del mundillo de Hollywood o de los críticos de cine, algunos de los cuales sí que hacían referencia a la anécdota en sus escritos. En 1995, Ángel Comas, de La Vanguardía, decía sobre Rescate infernal (1986): "el director Alan Smithee no existe. Es, en realidad, un nombre ficticio con el que se firman películas cuyos directores han tenido conflictos y no quieren hacerse responsables del producto final. El realizador de esta tópica historia de acción fue Stuart Rosenberg. La película no pasa de rozar la categoría de bodrio selecto". Por su parte, el diario ABC decía en 1996 con motivo del pase por televisión de Aterrorizada (1989): "Lleva la firma del inexistente Alan Smithee, seudónimo que se adjudica a los directores que, por considerar que su obra ha sido manipulada por la productora, no quieren que su nombre figure en los títulos de crédito". Algo semejante sucedía en ese mismo diario en 2001 con Rebelión en casa (1987) —"Paul Aaron y Terry Winsor se esconden tras el pseudónimo Alan Smithee, avergonzados de los resultados de esta comedia"— y en 2006 con Los Pájaros 2: "Los pájaros de verdad eran los de Hitchcock. Estos son pajarracos dirigidos por Rick Rosenthal, que retiró su firma avergonzado por el resultado y dejó el habitual pseudónimo de Alan Smithee».

Todo cambiaría en 1999 con el estreno de ¡Arde Hollywood!, cuyo título original en inglés era An Alan Smithee Film: Burn Hollywood Burn (Una película de Alan Smithee: Arde, Hollywood, arde). Escrita por el americano de origen húngaro Joe Eszterhas, responsable de los guiones de Instinto básico y Showgirls, la película era una sátira del mundo de Hollywood que recogía algunas de las experiencias que Eszterhas había vivido personalmente a lo largo de su carrera.

Rodada como un falso documental, ¡Arde Hollywood! contaba con cameos de estrellas como Sylvester StalloneWhoopi GoldbergJackie ChanLarry King o Harvey Weinstein, y estaba protagonizada por el Monty Python Eric Idle, en el papel de un director de cine cuyo nombre era justamente Alan Smithee. De hecho, la comicidad de la cinta radicaba en los problemas entre el personaje de Idle y su productor, interpretado por Ryan O’Neal, y la paradoja que suponía que, cuando Smithee decidía no firmar la película que estaba rodando, se veía obligado a que apareciera registrada con el nombre de Alan Smithee que, en su caso, era el nombre verdadero.

Con lo que no contaba Joe Eszterhas es que su "película de Alan Smithee" acabaría convirtiéndose también en una película de Alan Smithee. Harto del mal ambiente en el set de rodaje, provocado en muchos casos por el propio Eszterhas, el director Arthur Hiller renegó de ella y exigió que se firmase con el nombre de ese realizador ficticio. Finalmente ¡Arde Hollywood! estuvo nominada a diez premios Razzie —los 'anti-Oscars' que reconocen a los peores títulos y profesionales del año; se hizo con ocho— y tuvo una taquilla en Estados Unidos de alrededor de cincuenta y nueve mil dólares, cantidad muy alejada de los diez millones invertidos en su rodaje, lo que provocó que su productora, Cinergi Pictures, cerrase el mismo día del estreno.

ADIÓS A SMITHEE

Otra de las consecuencias del estreno de ¡Arde Hollywood! fue que la historia de Alan Smithee trascendió al gran público, por lo que ya no había motivo alguno para seguir manteniendo esa simulación. En consecuencia, a partir de 2000, el gremio de directores permitió que las películas pudieran ser firmadas por un pseudónimo que ya no necesariamente tenía que ser el de Alan Smithee o sus variaciones Allen Smithee y Alan Smythee.

Walter Hill fue el primero que se aprovechó de esa nueva regulación, que le permitió registrar Supernova (2000) con el nombre de Thomas Lee y, entre otros directores que han optado por esta modalidad en los últimos años, está Alec Baldwin, que firmó su película Atajo a la felicidad (2003) con el nombre de Harry Kirkpatrick.

A pesar de que ya es historia olvidada de Hollywood, dos décadas después de la desaparición oficial de Smithee, su figura sigue despertando interés, no tanto para los aficionados al cine sino entre los estudiosos del género, que han escrito ensayos académicos sobre su figura. Por ejemplo, Directed by Allen Smithee, un volumen con textos de diferentes autores compilados por Jeremy Braddock y Stephen Hock, en los que se analiza la trascendencia que ha tenido en el mundo del cine un autor ficticio como Smithee según diferentes enfoques. Entre ellos, la idea de autor desarrollada por el filósofo Jacques Derrida, la relación de la figura de Smithee con los autores perseguidos por la Caza de Brujas y el Comité de Actividades Antiamericanas o los ready made de Marcel Duchamp.