Perfil literario

Antonio Gala, rey de la palabra

Estudioso bien documentado de la historia y sus personajes, el autor escribió obras vibrantes repletas de sabiduría, célebres obras de teatro y siempre tuvo a la poesía como compañera indiscutible y salvífica

Antonio Moreno Ayora

Fue el día 5 de julio de 2011 cuando nos llegó la noticia que él mismo se atrevió -porque hay que tener valor- a darnos en su columna de El Mundo: "Padezco un cáncer de difícil extirpación"; y tan agarrado a sus vísceras que al fin le ha arrancado junto al último hálito lo que era en él poderoso imperio de la palabra. Hoy la más maligna de las sombras, la muerte que se nos viene "tan callando", ha enmudecido a un rey de la escritura y a un mago de la argumentación. Antonio GalaVelasco tuvo que nacer -era un 2 de octubre de 1930- en Brazatortas, pero desde la infancia su mirada se llenó del sol de Córdoba y de la belleza que labraron en ella los antiguos alarifes y los místicos sufíes.

Prematuro siempre, prolífico para la creación, se dice que fue en Córdoba, en el conocido Círculo de la Amistad, donde pronunció una conferencia a la temprana edad de 14 años. En el mismo espacio cordobés tuve la oportunidad de volver a oír su modulado y vigoroso discurso -sobre el teatro de Lorca, quiero recordar- cuando el escritor tenía una edad aproximada de 40 años, y en sus nobles salones se le volvió a homenajear en mayo de 2014. Córdoba y Gala, Gala y Córdoba, una querencia lejana en la que la admiración y la amistad permanecen.

Él dejó dicho que "escribir ha sido mi destino y mi gozo. Quizá debería haber trabajado de rodillas, dado el privilegio que mi trabajo significó y significa"; un privilegio que la inmensa mayoría, incluidos sus detractores y críticos menos entusiastas, creo que le han reconocido ante la fuerza insuperable de su hablar pausado y la vigorosa pasión con que poetiza, dramatiza y narra o describe un paisaje del que sabe hasta la ondulación de sus montes y el nombre de sus flores. Por eso "la palabra de Gala, organizada dentro de cualquiera de los géneros que tan bien domina, es siempre un ejemplo de la validez universal de la verdadera literatura", según opinó Eduardo Mendicutti en el 2000 cuando Ánfora Nova le rindió su particular homenaje en el volumen Antonio Gala, cordobés universal.

Estudioso bien documentado de la historia y de sus personajes, Gala nos dejó libros vibrantes y repletos de sabiduría, como El manuscrito carmesí, Paisaje andaluz con figuras, El pedestal de las estatuas o Granada de los nazaríes, y luego muchas otras novelas en las que dio sentimiento y protagonismo a la mujer y al amor; pero antes se había hecho célebre autor teatral con Los verdes campos del Edén, Anillos para una dama o Carmen Carmen; y siempre, desde su primera juventud hasta su madurez, tuvo a la poesía -a la que por cierto hizo resplandecer alojándola dentro de todos sus textos- como compañera indiscutible y salvífica. Sucesivamente con Enemigo íntimo, Poemas de amor, Baladas y canciones o Testamento andaluz, Gala ha demostrado ser el poeta del amor y el enamorado del paisaje y de sus criaturas. Él, que ha hecho de su cayado sostén y adorno y prolongación de su gesto, le dijo en una ocasión al chileno Sergio Macías lo siguiente: "No me apoyo en el bastón que llevo, me apoyo en dos muletas, una en la poesía y otra en la esperanza".

Archivo - El poeta y escritor Antonio Gala, archivo

El poeta y escritor Antonio Gala. / EP

Su poesía y su voz se han extinguido, pero su esperanza de permanecer, de ser y estar presente en la literatura española no han muerto con él. Tras él permanecen sus novelas, sus libros de poesía, sus punzantes diálogos teatrales, sus artículos que se prenden a la rebeldía, a la ternura y a la precisión y filigrana de su palabra; también, desde noviembre del 2012 -fecha en que además fue nombrado miembro de honor del Claustro de las Artes de la Universidad de Alcalá- nos ha dejado la esencialidad de su libro Quintaesencia, recopilación de sus citas y pensamientos "sobre temas esenciales del ser humano". Tras él queda en Córdoba, como semillero de creatividad, su propia Fundación Antonio Gala, erigida en un convento como símbolo de su pasado cartujo y de su concepción inamovible de la importancia de la convivencia entre los pueblos.

La hispanista francesa Françoise Dubosquet valora haber conocido la cultura española y andaluza gracias a la sensibilidad de Antonio Gala. Y lo cierto es que Andalucía -permanentemente Córdoba- es la pasión vital y literaria del escritor. En innumerables artículos, comentarios de prensa, conferencias y libros, Antonio Gala aborda el carácter del pueblo andaluz, explicándolo con inigualable agudeza de penetración a través de un acertado muestrario de anécdotas y de intuiciones. Con su limpia mirada, fija en el horizonte, afirmó que formamos parte de un "dolorido, exultante, feraz, ultrajado, invencible, prodigioso mundo andaluz". Este es el mundo que en numerosas ocasiones ha trasladado, atendiendo a su transcurrir histórico y vital, a sus poemas, a sus novelas, a su teatro... Y puede aprenderse historia simplemente leyendo algunos de sus libros.

Acudamos a El manuscrito carmesí: "Bajaban por la cuesta nuevos refuerzos enemigos. Eran los retrasados: Alonso de Aguilar, el alcaide de Luque, el de Doña Mencía, los peones de Santaella, los auxilios venidos de La Rambla, de Montilla, de Castro del Río, de La Puente de don Gonzalo y hasta de Antequera". Las notas ambientales, en muchos de sus textos, son recreación del apacible entorno andaluz, como ocurre en Más allá del jardín: "Las ramas del frondoso laurel salpicaban con manchas de luz y de sombra la figura, vestida de claro, de Palmira Gadea. El mediodía de abril era una fulgurante cúpula azul sin una sola nube".

Muere Antonio Gala a los 92 años

PI STUDIO

El andalucismo de Gala restalla continuamente en su poesía. Esta emociona dejando rastros de su acendrada pasión por Andalucía. Avanzamos por Poemas de amor, Sonetos de la Zubia, Testamento andaluz... y todo es inconfundible homenaje a espacios concretos de la geografía andaluza: "Nada es sueño en el Sur / sino realidad / morena y desvelada". Quien ha hallado lirismo en cualquier entorno y derredor, "vio la belleza que no atardece nunca. /.../ Al despedirse de la Andalucía, /sintió el sabor salado de la muerte". Por todo ello, y por sus merecimientos y su culto a esta tierra, en febrero de 2012 se le entregó, precisamente en Córdoba, el tercer Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija. Por su pasión de andaluz se le concedió también en Málaga, la Medalla de la Ciudad y el título de Hijo Adoptivo.

Siempre lo consideraremos un cordobés universal, un rey de la palabra, un encantador de lo bello y lo sublime. Para él, que no sabía en Ahora hablaré de mí "cuándo tendré, por fin, la voz serena/sencillo el gesto, la ansiedad cumplida", se ha acabado la vida y ha empezado la convivencia con Tobías, con los arcángeles, con Troylo. Y la fama imperecedera.