Libros

El rock radical vasco contado a voces

'Fiesta y rebeldía', del periodista Javier Corral, recoge el testimonio oral de quienes vivieron en primera persona un movimiento musical atravesado por la situación política, social y económica de Euskadi en la década de los ochenta

Concierto de Eskorbuto.

Concierto de Eskorbuto. / Archivo

Eduardo Bravo

"Lo del rock radical vasco es un cuento, una tontería", afirmaba Fermín Muguruza en el diario El País en 1986. En ese mismo artículo, Quique Sáenz de Villaverde, del grupo Hertxainak, confirmaba las palabras del miembro de Kortatu diciendo que no era más que "una etiqueta, un invento". Por su parte, Jimmy, uno de los cantantes de Tijuana in Blue, mostraba también su desacuerdo con la denominación, pero concedía que "es verdad que hacemos rock, que somos radicales y que somos vascos".

Independientemente de la etiqueta que se le quiera colocar, a principios de los años 80 se produjo en el noroeste de la Península un fenómeno musical estrechamente vinculado a la situación social, económica y política del País Vasco que, desde el punto de vista de la creatividad, puede compararse con la Movida madrileña o con el auge de la música electrónica en la zona de Levante unos años más tarde. De hecho, si el evento fundacional de la Movida fue el concierto en homenaje a Canito de 1980 celebrado en la Escuela de Caminos, para el rock radical vasco (también conocido como 'rock radikal vasco', en cualquier caso RRV) ese hito podría ser el concierto de The Clash en Anoeta de mayo del 81 en el que se dieron cita muchos de los jóvenes que, poco después, montarían sus propias bandas.

El libro definitivo

"Hostias…, ¡la que me ha caído!", fue lo primero que se le pasó por la cabeza a Javier "Jerry" Corral cuando Alfonso Santiago, responsable de la editorial Liburuak, le encargó escribir, nada menos, que "el libro definitivo sobre Rock Radical Vasco". "La idea de un libro me rondaba la cabeza, incluso podría cruzarse con otro encargo similar y menos laborioso, pero siempre la apartaba en pos de algo más inmediato o accesible de una colaboración aquí o allá. Y desde luego el RRV no entraba en mis planes, hay que ser sincero", recuerda en la introducción del libro Corral, que no niega que intentó zafarse del encargo pasándole la patata caliente a otra persona. No coló, Alfonso Santiago reiteró su decisión de que fuera él quien lo escribiera y, después de tres años de trabajo, ha visto la luz Fiesta y rebeldía. Historia oral del rock radical vasco. Más de 800 páginas a lo largo de las cuales, casi un centenar de personas recuerdan qué fue para ellos un fenómeno que marcó a varias generaciones de aficionados a la música y que todavía hoy sigue coleando.

Javier 'Jerry' Corral, autor de 'Fiesta y rebeldía. Historia oral del rock radical vasco'.

Javier 'Jerry' Corral, autor de 'Fiesta y rebeldía. Historia oral del rock radical vasco'. / Liburuak

"Hace unos cuatro años hubo una especie de gira de grupos tributo de lo más infecto, que se llamaba Esto no es Rock Radical Vasco. No sé qué pensarán de que haya grupos que les imiten así. Pero lo cierto es que también beneficia a que sigan vendiendo discos, o que cuando alguno decide volver suponga un tremendo revuelo mediático. A la larga se ha convertido en un valor añadido", comenta en uno de los pasajes del libro Josu Larrinaga, profesor de Antropología social en la UPV de San Sebastián y autor de la tesis Ttakun eta scratch, euskal pop musikaren hotsak (Ttakun y scratch, los sonidos de la música pop vasca).

Nadie era nada

"A mí los orígenes me parecían anarquía y lucha social, pero desde la creatividad. Llegó el punk del 77 de Londres y la gente joven descubrió que no había que ser Eric Clapton, ni King Crimson ni Mahavishnu Orchestra o Santana para hacer buena música, sino todo lo contrario: querían expresar, chillar, provocar. De repente todo se unió para que existiera el RRV", recuerda Roge Blasco, periodista y miembro de Lavabos Iturriaga. Elena López Aguirre, guitarrista de Potato, confirma su opinión y añade cómo el fenómeno trascendió lo puramente musical: "no solo se montaban grupos, también se abrían bares donde esos grupos tocaban, se montaban distribuidoras de fanzines, promotoras, se okupaban gaztetxes, sellos independientes, videoclips, radios libres… Pero todo esto se hizo sin que nadie fuese nada: uno hacía el dibujo, el otro hacía las fotocopias…".

El periodista bilbaíno Pablo Cabeza, una de cuyas actividades era confeccionar una agenda semanal de conciertos y actividades, recuerda cómo, poco a poco y de manera colaborativa, "surgió un movimiento itinerante tanto de público como de bandas que podían salir y tocar a cientos de kilómetros. Estimo que la simple lista que aparecía en Bat Bi Hiru suponía cada semana la ilusión de miles de jóvenes dispuestos a participar y vivir/compartir esa historia. Se pegaba en bares, tabernas, gaztetxes… Si me despistaba o erraba con alguna fecha me caía una bronca del copón, pues no estar era casi como no existir. En cierta ocasión escribí que en el gaztetxe de Bilbao había un concierto, que era para recaudar dinero para los niños que había perdido el guitarrista en un accidente de coche al regresar de un concierto. En ese caso el error fue positivo, porque hubo lleno, pero en lugar de niños debía poner piños".

Éxito y mutismo

Además de llenar páginas de fanzines, radios independientes y periódicos locales, el rock radical vasco tuvo una importante repercusión en otros países. Según comenta Francis Díez, cantante de Doctor Deseo, "vas a México, Argentina… y escuchas a Eskorbuto como auténticos dioses o La Polla Records u otros muchos. Tenían esa sensación de lo auténtico, lo eran porque venían de donde venían, no eran una impostura. Así como en Madrid había más un poco punk de postal. Disposición de gentes de clases medias, altas, con una culturilla… Aquí era un punk de alcantarilla, de acera, de heroína, de calle, calle y más calle y de marginalidad pura y dura. Incluso por encima de los Sex Pistols y otros, viéndolo con distancia".

Esa situación, sin embargo, contrastaba con el desdén, cuando no abierta hostilidad, con el que los medios del resto del estado español trataron este fenómeno, el cual solo aparecía en ellos cuando era necesario generar escándalo, desgastar al gobierno de turno o criminalizar a sus autores y simpatizantes. El mejor ejemplo de ello, fue el acoso liderado por Luis María Ansón contra Carlos Tena a raíz de la emisión en Caja de ritmos de RTVE del tema Me gusta ser una zorra de Las Vulpes, canción que hubiera pasado desapercibida si no hubiera sido porque el académico de la lengua reprodujo la letra en ABC unos días después.

"En las revistas de música del Estado, las radios y la televisión no salía nada de lo que estaba pasando aquí —recuerda en el libro Josu Larrinaga—. Hace poco vi un programa que repetían en ETB1 sobre canciones emblemáticas, como Sarri Sarri, y salía una entrevista con Iñigo Muguruza y con el batería Treky, e Iñigo decía: 'Del primer elepé vendimos 100.000 ejemplares'. Claro, en algún sitio se tuvieron que vender, no solo en Euskadi. Pero hace poco también salieron unos periodistas madrileños, no recuerdo sus nombres —se refiere a Roberto Herreros e Isidro López—. Sacaron un libro, El estado de las cosas de Kortatu (Elkar, 1986), dos periodistas creo que en la onda podemita. Y decían que en Madrid fue un bombazo terrible, pero que los medios no lo rebotaban".

Una de las razones por las que los medios nacionales no se implicaron en la difusión del Rock Radical Vasco fue por las simpatías que muchos de los grupos tenían hacia el anarquismo, el movimiento okupa, la objeción de conciencia, el movimiento insumiso o la izquierda abertzale que, todo hay que decirlo, después de recelar del RRV, estuvo muy atenta al fenómeno y lo supo capitalizar a su favor. Por ejemplo, a través de iniciativas como con Martxa eta Borroka, a través de la cual se comenzaron a organizar conciertos y festivales en mejores condiciones técnicas y económicas.

"A ver, que te pongo un equipo buenísimo, que de estar tocando en una plaza de pueblo a las seis de la tarde para los chavalillos que pasan por ahí pasas a, de repente, montarte un equipazo de impresión que dices exagerando: '¡Ahora me creo AC/DC! Porque estoy sonando como un cañonazo'. Y no solo por los grupos, los técnicos o los equipos; sino que empezó a crearse toda una infraestructura. ¿Que lo apoyaba un partido político para buscar votos o gente para su causa? Vale, ¿pero qué hizo el PP? ¿Y qué hizo el PNV? No hicieron nada", comenta en Fiesta y rebeldía Roge Blasco, que continúa: "Si no fuese por Egin Rock o Martxa eta Borroka, ¿qué habría sido? Yo no soy de la izquierda abertzale, tampoco nacionalista; pero tanto meterse con la izquierda abertzale porque apoyó el RRV, y que se supone que eso apoyaba a ETA…, me parece nefasto todo ese discurso. ¿Qué hicieron ellos? Nada en absoluto o despreciarlo".

'Fiesta y rebeldía. Historia oral del rock radical vasco'

Javier "Jerry" Corral

Liburuak

800 páginas | 28 euros

Tracking Pixel Contents