Próximo estreno
Josep Maria Pou: "Como ser humano, Jordi Pujol despierta una cierta compasión"
El actor interpreta al expresidente de la Generalitat en 'Parenostre', la película de Manuel Huerga sobre la caída de la familia Pujol, que se estrena el 16 de abril

Josep Maria Pou, protagonista de 'Parenostre', en un momento de la entrevista. / Marc Asensio Clupes

En 'Parenostre', la película de Manuel Huerga que relata cómo vivió la familia Pujol Ferrusola los días en que estalló el escándalo de la fortuna familiar escondida en Andorra, Josep Maria Pou (Mollet del Vallès, 1944) consigue lo imposible: que el espectador vea a Jordi Pujol en un actor de metro noventa y cinco.
¿Qué fue lo primero que le vino a la cabeza cuando le propusieron interpretar a Jordi Pujol en 'Parenostre'?
Los responsables del proyecto me convocaron en una cafetería de un hotel y me explicaron de qué iba la película. Cuando me dieron el guion, lo hojeé ahí mismo y pregunté: "¿Cuál es mi personaje?". "Jordi Pujol". A mí, en la media hora que llevábamos hablando, ni se me había pasado por la cabeza esa posibilidad. Y mi respuesta fue una frase que tal vez en el futuro formará parte de mi biografía: "¿Estáis locos? ¿Queréis cortarme las piernas o qué?".
[Risas]
Y entonces me explicaron que el hecho de que yo interpretara a Jordi Pujol era una declaración de intenciones: aquí no se trata de hacer una imitación ni una caricatura; las diferencias físicas entre los dos son tan evidentes que el público entiende enseguida que no pretendemos hacer una reconstrucción histórica basada en el físico o la apariencia, sino una cosa muy distinta. Al final les dije: "Yo no sé cómo se puede hacer esta película, pero adelante".
¿Condicionó mucho su trabajo el estar interpretando a una persona real que probablemente iba a poder ver su actuación?
Durante el rodaje no me podía quitar de la cabeza la idea de que yo estaba en el plató interpretando a Jordi Pujol y que en ese mismo momento Jordi Pujol debía de estar en su casa, a 15 minutos de taxi, leyendo el diario o tomando un café. Eso te resta cierta libertad. Por otro lado, y más allá de la coincidencia o la discrepancia ideológica, yo he tenido siempre un gran respeto por las personas. Y no quería que en algún momento mi interpretación le pudiera hacer daño a la persona, Pujol, independientemente de lo que hubiera hecho. Por eso, de entrada, tenía que huir de todos esos recursos que durante mucho tiempo han sido utilizados para caricaturizarlo, esas imitaciones basadas en los tics, en la manera de hablar...
¿Cómo se consigue hacer reconocible a un personaje real sin imitarlo y sin parecerse a él?
Hay que buscar otras vías. Es verdad que ese afán de no caer en la caricatura fácil me colocaba como actor en un lugar muy delicado, en una especie de cuerda floja. Yo me negué a ver durante todo el proceso ningún vídeo ni imagen en movimiento de Jordi Pujol. Pero sí me obsesioné buscando en internet imágenes fijas de él, con diferentes expresiones. Creo que reuní más de 2.000. El momento 'eureka' fue cuando encontré una foto concreta en la que creí ver reflejado lo que sentía Pujol en el momento en que estalló el escándalo, y me la puse de fondo de pantalla en mi móvil para tenerla siempre a la vista.
¿Qué tenía de especial?
Era la foto de un hombre abrumado, con la mirada entre perdida y hacia dentro, que parece decir: "No sé si soy o no responsable de esto que me está pasando". Ese es el Jordi Pujol de la película, esa mezcla de derrota y asombro. Esta foto fue mi gran herramienta de trabajo para construir el personaje.

El actor Josep Maria Pou, protagonista de 'Parenostre'. / Marc Asensio Clupes
¿A cuál de los grandes personajes que ha interpretado en el teatro se acerca más su Jordi Pujol?
Estos días estoy hablando mucho del rey Lear. Seguro que encontraríamos otros, porque historias de grandes hombres que en un momento determinado han perdido todo lo que tenían por una mala gestión o porque el destino se les vuelve en contra hay muchas. Pero es verdad que no podía dejar de pensar en Lear, un hombre que, después de repartir su reino entre sus hijas, lo acaba perdiendo todo y, convertido casi en un vagabundo, se ve obligado a volver a nacer, a aprender a comportarse como un ser humano normal. Esa caída la tenía muy presente.
Lear es un personaje patético, en el sentido clásico del término. Alguien que suscita sentimientos de compasión, de lástima, de ternura. ¿Lo es también Pujol?
Pienso que sí. Más allá de lo que cada uno, en función de su ideología, pueda pensar de sus actos, ante el ser humano Jordi Pujol uno encuentra un cierto patetismo, y esto lo digo con mucho respeto. Despierta una cierta compasión. Las últimas palabras que pronuncia el rey Lear antes de morir aferrado al cadáver de Cordelia son "never, never, never, never, never". Dice cinco veces "nunca más". Me pregunto si Jordi Pujol no se ha dicho en algún momento también a sí mismo "mai més, mai més, mai més, mai més, mai més". Si es consciente de que lo que ha hecho no tendría que haberlo hecho y no debería hacerlo nadie nunca más. Yo creo que sí.
"Haber hecho esta película hace que ahora mire [a Pujol] con otros ojos, como si se hubiera establecido una cierta corriente de intimidad"
La tragedia de Pujol, ¿es haber decepcionado a Cataluña o haberse decepcionado a sí mismo?
Hombre, de alguna manera en su caso viene a ser lo mismo, ¿no? [risas]. Él es consciente de que, por acción u omisión, ha echado por tierra lo que había construido durante 40 y pico años, y eso es trágico. Una carga muy pesada. Yo ahora lo veo y… Haber hecho esta película hace que lo mire con unos ojos diferentes, como si se hubiera establecido entre nosotros una cierta corriente de intimidad.
¿Qué relación personal ha tenido con Jordi Pujol?
Una relación de ciudadano con su presidente, a través sobre todo de mi oficio. A lo largo de mi carrera, sobre todo cuando empecé a hacer teatro en catalán de manera habitual, él ha venido a ver la mayoría de montajes en los que he participado. Y cada vez que he tenido la oportunidad de hablar con el cinco o diez minutos protocolarios, siempre me ha sorprendido la enorme cultura teatral que tiene.
Me pregunto si fue a ver la obra de Guillem Clua 'Justícia', en la que usted interpretaba a un juez corrupto vinculado a Convergència que era un paradigma de la hipocresía y la doble moral.
Diría que no [sonríe]. Esa fue una de las primeras manifestaciones de reflexión sobre hechos concretos de nuestra historia reciente que se hacía en el teatro catalán. Y es interesante que lo menciones, porque yo sospecho, y esto es una opinión personal, que en 'Justícia' pudo estar en parte el germen de lo que ha acabado siendo 'Parenostre'’. No me extrañaría nada que alguien, viendo aquella obra, hubiera pensado que si era factible hacer eso en el teatro quizá se podía ir un paso más allá en esa dirección también en el cine.
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