Martin Yuso murió anoche a consecuencia de un infarto y será enterrado esta tarde, a las 16:30 horas, en el cementerio de Siete Aguas, donde nació en 1950.

De muy niño se le despertó su afición por la música y el dibujo, y poco después trabajó en una empresa de Valencia, compaginando su actividad con las clases de guitarra clásica en el Conservatorio de Valencia.

En calidad de músico y cantautor participó en recitales y actuó en diversos programas musicales, interpretando canciones de carácter social que imitaban a Dylan, Cohen, Cecilia y Aute.

Su relación con diversos artistas y, en particular, con el pintor Francisco Agramunt Moreno y el grupo el Ninot, le despertó su inclinación artística y a dedicar tiempo a la pintura, sin dejar la actividad musical.

De la mano de su paisano, el crítico y catedrático de Historia del Arte de la Facultad de San Carlos, Juan Angel Blasco Carrascosa, celebró su primera exposición en solitario en la que presentó varias decenas de pinturas expresionistas de carácter social y temática campesina.

En 1975 consiguió el primer Premio de Poesía en la Semana Cultural de Siete Aguas y poco después contacto con el grabador J.

Fernández Sanz, del que recibió clases en su estudio.

Más tarde le presentaron al crítico de arte Rafael Prats Rivelles, que le apoyó y lo consideró en sus escritos como "una promesa".

Realizó diversos recitales musicales como cantautor en centros sociales, asociaciones vecinales, casas de cultura, programas de radio y recibió el Premio a la Personalidad del Joven Club Radio Popular de Valencia (1979).

Viajó por diversos países europeos y de Oriente, visitando sus museos, y entrando en contacto con otros artistas y empañándose de las modas y estilos que imperaban en el exterior.

El profesor Blasco Carrascosa declaró hoy a EFE que "Martín Yusó llevó a cabo un indomable y esforzado proceso de maduración y formación cultural y artística".

A juicio de este crítico de arte "Martín Yusó era un pintor moderno; y su personalidad era la prototípica del "artista", pues lo era ya desde niño: romántico, utópico, individualista atrevido -en el porte, el ademán, la indumentaria, el talante- rayano en la extravagancia".

Blasco Carrascosa señaló finalmente que "Martín Yusó era un ejemplo de vocación obstinada; un ser de su tiempo que descubrió en el arte una vía de realización personal; un creador que hizo suya, a su modo, la lección de la vanguardia, haciendo gala -con el sempiterno registro autobiográfico- de recursos pletóricos de versatilidad".