Peor imposible
España tropieza con Francia y el Mundial se pone cuesta arriba. Los hombres de Scariolo hicieron un pésimo debut, impotentes en ataque. Sólo Navarro y Ricky se salvaron
María Varela | A Coruña
Francia dio la primera gran sorpresa del Mundial de Turquía de baloncesto al ganar a la defensora del título, una España que dio muestras de debilidad en el primer partido de competición importante sin su principal baluarte en los últimos años: Pau Gasol. Se esperaba mucho más del combinado nacional, que sólo fue un espejismo de lo que suele ser, acostumbrado a pasar el rodillo a casi todos sus rivales, y la mayoría de las veces, además, con buen juego y brillantez. Esa son las características que la hicieron campeona del mundo y de Europa y que ayer no se asomaron ni un ápice por la pista de Esmirna.
El mal juego del conjunto de Sergio Scariolo estuvo acompañado por el de Francia. No es que los galos fueran mejores, sino que fueron menos malos. Ganó la selección que falló menos. A España no le salió nada. Marc Gasol no fue esa referencia bajo tableros que antes el equipo sí tenia con su hermano, ni estuvo bien secundado por Felipe Reyes. Tampoco los jugadores exteriores tuvieron su día. Rudy Fernández, a pesar de sus 13 puntos, estuvo demasiado acelerado y ansioso por hacer de las suyas. Ni los tiros libres entraban. Quizás sólo se salvaron Ricky Rubio y Navarro. El primero por su lectura de juego, el segundo por dos triples en los instantes finales del partido que por un segundo hicieron soñar con la remontada y la victoria.
España dominó de inicio y se fue fácil en el marcador. Los galos no entraron al partido inspirados (0-7) y aunque los hombres de Sergio Scariolo tampoco (1 de 4), les fue suficiente para coger una leve ventaja. Parecía que poco a poco comenzarían a aumentar las diferencias, pero pronto empezaron los problemas, que llegaron dentro de la pintura. Marc Gasol, y Felipe Reyes se cargaron con dos faltas cada uno y tuvieron que sentarse durante mucho minutos.
Entraron en su lugar el gallego Fran Vázquez y Jorge Garbajosa, y completaron las rotaciones Sergio Llull, Raúl López y Álex Mumbrú. La segunda unidad no respondió. Los datos al final del partido atestiguaron que los puntos del banquillo francés triplicaron a los del español -45 por 13-. A pesar eso, España acabó el primer cuarto con una ventaja considerable (9-18), que se aumentó hasta los 12 puntos en el comienzo del segundo. Hasta ahí llegaron. A partir de ese momento, se apagó la luz. Los ataques se volvieron estáticos y poco elaborados. Y encima Francia comenzó a despertar de la mano de Batum, un inspirado Gelabale desde la línea de triples y Albicy. Al descanso, sólo un punto de renta (27-28) que ya traía malos augurios.
A la vuelta del vestuario, España salió en tromba. Recuperó por un corto espacio de tiempo su chispa habitual. Un triple y la presión en toda la cancha le devolvieron la ventaja en el marcador. Volvía la esperanza, pero Mickael Gelabale, un ex del Madrid, se dedicó una y otra vez a acortar las distancias mediante sus triples. Al final del tercer cuarto, otra vez un único punto separaba a ambos conjuntos (43-44).
El último cuarto fue decisivo. Y España se fue del partido. En dos minutos de desacierto tanto en ataque como en defensa, lo único que hasta el momento le permitía contrarrestar su poco acierto, Francia se escapó de ocho puntos y la victoria se puso cuesta arriba. Aparecieron los fantasmas del tropiezo en el pasado Europeo, en el que la selección también cayó en su debut, esta vez ante Serbia. Eso se tradujo en una falta técnica de Rudy Fernández, impotente, que pagó su cabreo con los colegiados. Mascándose la tragedia, Navarro se sacó de la chistera dos triples que dieron vida, pero la distancia ya era insalvable. Derrota que pone el Mundial cuesta arriba. Lo único positivo: a peor no se puede ir.
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