Fútbol | Liga de Campeones

El Milan retrata al Real Madrid

El gol de Vinicius fue insuficiente ante los tantos de Thiaw, Morata y Reijnders y los blancos se marcharon pitados por su afición | Mbappé y Ancelotti salen señalados

Fermín de la Calle

Arrigo Sacchi, maestro de Carletto, revelaba en las páginas de la Gazzetta dello Sport que el técnico le ha llamado siete veces durante estos días. El italiano no termina de encajar las piezas. Después de ser goleados por el Barça, los blancos han completado ante el Milan uno de los peores partidos de la era Ancelotti, con una actuación frustrante de Mbappé.

Sostiene Benzema que el problema es que «han fichado a Mbappé como delantero y no lo es. Pero en la izquierda está Vinicius y ahora mismo es el mejor del mundo». Como Karim, que asumió el rol de goleador sin serlo, piensan muchos, pero Florentino quiere a todos los cromos en el once. Y Kylian lo está pasando mal. Lleva ocho goles, pero eso no maquilla su incomodidad.

Pocos podían aventurar que a estas alturas el equipo penda de la inspiración de un jugador que el próximo cumpleaños que celebre será el de los 40. Modric es incuestionable haciendo de Kroos. El agujero dejado por el alemán evidencia una previsión nula. Ceballos dimitió hace tiempo y solo la tenacidad de Modric, criticada incluso desde el club, ha salvado la papeleta al Madrid.

Saltó el Madrid ante un Milan que tiene en Leao a un jugador diferente. A eso suma un puñado de futbolistas de buen pie y otros más laboriosos. Trotaban los blancos con su fútbol intrascendente cuando a los doce minutos un córner en el área local fue rematado por Thiaw. El gol obligó a los de Ancelotti a caldear el partido con chispazos individuales y en el minuto 21 una zancadilla de Emerson a Vinicius terminó con el brasileño empatando de penalti.

Las subidas de Theo ante la pasividad de Mbappé, los balones parados del Milan, la desconexión de Bellingham… Paseaba Ancelotti como un león enjaulado por el área técnica. El plan era que no había plan. Al menos en un Madrid aculado en su área. Morata silenció el Bernabéu, su jardín y su infierno, con el 1-2.

Ancelotti, que como Toschak al final acaba alineando «a los mismos once cabrones», dejó en la caseta al errático Tchouameni y a un indolente Valverde. Síntoma este último de lo mal que está el equipo. Resignada la grada, se dedicó a pitar a sus jugadores.

El Milan sabía que debía darle la puntilla si quería llevarse la victoria del Bernabéu, algo que Morata nunca había logrado. Llegó con el gol de Reijnders. Solo quedaba la épica, pero el Real Madrid ha abusado demasiado de ella.

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