JÓVENES EN EL DEPORTE
La muerte de otro niño de 7 años en una carrera de la que el motociclismo no quiere hablar: ¿merece la pena el riesgo?
Tanto psicólogos deportivos como asociaciones advierten de los riesgos de la precocidad y de los peligros de las expectativas paternas mientras que los organizadores de campeonatos de Minivelocidad rechazan manifestarse sobre ello

Sid Veijer (33), piloto de 7 años fallecido recientemente, en una carrera pasada. / Instagram
Cuando sólo tenía 3 años, Jorge Lorenzo se montó por primera vez en una moto que le había fabricado su padre, Chicho, por aquel entonces mecánico y ahora director de una prestigiosa escuela de pilotaje en la que utiliza el método que le llevó a conseguir que su hijo fuera una estrella. Un año más tardó en hacerlo Marc Márquez, al que le regalaron su primera moto de gasolina con 4 años. Ambos se convirtieron, con el paso de los años, en campeones del mundo y ejemplos del valor, indudable en los casos de éxito, de la precocidad en el deporte. Figuras alabadas por una sociedad a la que, de alguna manera, queriendo o no, se le esconde el reverso. La otra cara, la menos visible y mediática, y la más dura, también existe. Y en el caso de deportes como el motociclismo, considerado de alto riesgo, puede hasta causar víctimas mortales.
Hace unos días, la muerte de Sid Veijer, un niño holandés de solo 7 años, conmocionó al motociclismo mundial. Otra vez. Y ya van unas cuantas. Primo de Collin Veijer, que terminó la temporada pasada tercero en el Mundial de Moto3, había sufrido un accidente mientras entrenaba el 22 de diciembre y falleció el pasado domingo, tras pasar dos semanas internado y luchando por su vida en un hospital de Maastricht. El accidente, ocurrido en el karting cubierto de Swalmen, le produjo graves heridas en la cabeza y en la cara que finalmente fueron fatales.
Sid, promesa del motociclismo de Países Bajos, donde se había proclamado campeón júnior en octubre, permaneció en estado crítico en el hospital hasta que el domingo 5 de enero su padre anunció su muerte. En ese tiempo, se le practicaron cuatro cirugías en el cerebro para tratar las heridas "muy graves" que había sufrido. "Sid se resistió como un león. Nosotros - Reinold y Rianne, Boyd, Muck y Loek - luchamos con él hasta el último minuto con todo lo que teníamos en nosotros. Los médicos y las enfermeras hicieron lo que pudieron.... Sid falleció esta tarde rodeado de su cálida familia", afirmó en redes, en un caso que recordó a otros recientes.
Tragedias en Argentina, Italia y España
El pasado verano, el argentino Lorenzo Somaschini murió a los 9 años tras sufrir un duro golpe en la cabeza al caerse de su moto durante un entrenamiento del SuperBike Brasil en Interlagos. Una situación similar a las de los italianos Marco Scaravelli y Alessio Aseglio Gianinet, que en 2016 y 2017 perdieron la vida con solo 6 y 8 años, respectivamente. Especialmente trágico fue el de Scaravelli, que no murió ni entrenando ni compitiendo, sino cuando al acabar una carrera trasladaba su minimoto en el Racing Park de Viadana, una localidad del norte de Italia. "Marco comenzó a acelerar y perdió el balance, asustado. Iba al máximo. Pasó la barrera y se fue directo contra una puerta de hierro", contó después entre lágrimas su padre, que le acompañaba.
En España Marcos Garrido falleció en 2019 cuando tan tenía solo 14 años durante una prueba del campeonato andaluz de Supersport 300, una categoría que ha recibido multitud de críticas de pilotos profesionales al considerarla, como dijo el propio Aleix Espargaró, "no segura" por el peso de las motos y la cantidad de pilotos (30) que se permite en una pista. Un año antes, y con la misma edad, fue Andreas Pérez el que no pudo superar las heridas de un accidente sufrido cuando participaba el domingo en una prueba del Mundial Junior en Montmeló. Con 15, y también en Supersport300, perdió la vida Dean Berta Viñales, primo del piloto de MotoGP Maverick Viñales.
Casos y casos que reabren, cada vez que ocurren, un debate tan duro como incómodo. Ni son los primeros ni tienen pinta de que vayan a ser los últimos niños en sufrir las consecuencias trágicas de un mundo, el de las motos, que está acostumbrado a convivir con el riesgo a morir en cada carrera. Pero que choca cuando los que sufren los sucesos son menores y, en la mayoría de ocasiones, apenas unos niños que ni superan los 10 años.
Solo 6 años para competir en carreras
"Cuanto más pequeño es, menos percepción del riesgo tiene un niño. Es algo que forma parte del desarrollo evolutivo", analiza David Peris, psicólogo experto en psicología del deporte y presidente de la Federación Española de Psicología del Deporte. "Hay que darle al niño herramientas para reaccionar ante diferentes situaciones de peligro, pero no ponerle en el foco el riesgo, porque acaba estando más pendiente de no hacerse daño que de lo que puede hacer y reaccionar para no hacerse daño", explica.
En España, la edad mínima para conseguir una licencia de piloto de iniciación se sitúa en 4 años, según la Real Federación Motociclista Española (RFEM), aunque puede variar en función de cada comunidad autónoma. Y para participar en carreras y campeonatos de Minivelocidad asciende a 6 años. En ese momento, pueden competir en minimotos 5.5, que alcanzan con facilidad los 50 kilómetros por hora. Y no hace falta crecer mucho más para ir accediendo legalmente a máquinas más pesadas y potentes. Con 7 ya se puede correr con MiniGP 110, que superan los 60 kilos y pueden rondar los 80 kilómetros por hora de velocidad máxima. Desde ese momento, van subiendo en el escalafón. A los 14 ya pueden competir en el Mundial Junior con motocicletas de 250cc, similares a las de la categoría pequeña del Mundial de MotoGP, o en Supersport300.
"La sociedad española y todas las sociedades quieren tener a gente maravillosa olímpica, gente maravillosa en las motos, gente maravillosa en el deporte, gente maravillosa en la conducción de vehículos. En definitiva, ansía tener grandes campeones. Claro, eso conlleva iniciarse muy pronto. Es decir, aunque la madurez o el derecho de todo tipo se alcanza a los 18 años, si esperas a tener 18 años para conseguir metas en las áreas que te he dicho, pues no sería realista. Con lo cual se empieza pronto. Normalmente las federaciones ponen medios de cascos, de lugares de seguridad para evitar accidentes, riesgos, etc. Pero montarse en una moto, por muchos medios que pongas, siempre tienen un riesgo", explica Javier Urra, psicólogo forense y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.
A juicio de los expertos, aunque los niños estén listos desde el punto de vista técnico, el combo de "juventud y la falta de experiencia puede llevar a los menores a no valorar los riesgos y a buscar ir más y más rápido sin precauciones". Consultados por este periódico por los peligros implícitos y cómo se trabaja para evitarlos, dos de las competiciones de mayor importancia en la Minivelocidad española, la MIR Racing Cup y la Dani Rivas Cup, han declinado hacer ninguna valoración sobre este asunto. La Real Federación Motociclista Española, por su parte, simplemente se ha limitado a explicar que "preferimos no declarar nada oficialmente" y ha recalcado que "en la Copa de España de Minivelocidad tomamos las máximas medidas de seguridad para que esto no suceda (y no ha pasado nunca en nuestros 100 años de historia)".
El papel de los padres, clave
"Es la Fiscalía de Menores la que tiene que comprobar que se ponen medidas suficientes para evitar riesgos. Todos pensamos que las federaciones deportivas, que los propios padres, son gente sensata que busca evitar el riesgo. ¿El Estado como tal tiene que plantearse cuáles son los límites? Sí, porque a veces los niños están encantados. Están encantados de ganar, están encantados del aplauso, están encantados de pensar que pueden ser grandes campeones. Por lo tanto, a un niño si le preguntas te va a decir que es genial, que está feliz, que haga lo que quiera. Y los padres van a decir que está todo perfectamente cuidado", asegura Urra.

Una prueba del campeonato de España de Minivelocidad. / RFME
"Si te pones a pensarlo, lo normal no debería ser que un niño vaya a 100 ó 200 kilómetros por hora. Eso de partida y por sentido común", comenta Juan Pedro Oliver Jiménez, presidente de la Asociación PRODENI (Pro Derechos de los Niños y la Niñas), que como Urra apunta principalmente al papel de los padres, que "a veces anteponen sus intereses al de sus propios hijos, el egoísmo pensando que su hijo los va a sacar de pobres", pudiendo generar "frustraciones" a futuro por la presión de tener que destacar en un deporte, que además se suman al riesgo extra que suponen disciplinas como el motociclismo u otros como el karting, con requerimientos similares.
Que los progenitores transmitan sus pasiones a los hijos es, hasta cierto punto, lo lógico. Ocurre con cualquier disciplina o actividadç, no solo con el deporte. Pero no es lo mismo, resaltan los psicólogos, que los progenitores animen a un crío a jugar al fútbol que a practicar una disciplina con una "máquina potencialmente mortal" y en la que su papel a la hora de transmitir ese afición suele ser fundamental. "Un niño nunca piensa que va a morir y menos aún si en casa, en su entorno, se le dice que va a ser un campeón, que arriesgue para ganar... Al final, el niño se convence de que va a ser un figura, y ahí crece el peligro", advierte Oliver.
"El gran trabajo se hace con los adultos, con el entorno. Padres, entrenadores, dirigentes...", coincide Peris, autor además de dos libros sobre el papel que juegan los padres a la hora de involucrarse en las trayectorias deportivas de sus hijos. "Los progenitores tienen un papel importantísimo, y tienen que saber hacerlo. Ellos quieren lo mejor para su hijo, pero hay veces que les están perjudicando creyendo que le están haciendo bien y en realidad están ejerciendo una presión desmedida", explica antes de apuntar a otro detalle que considera fundamental.
"En los deportes de motor normalmente son los padres los que ponen el dinero, son los que se juegan el patrimonio. Lo apuestan todo, miles y miles de euros, y esto en muchos casos ejerce una presión sobre los propios padres que acaba pasando a los niños", recalca Peris. "Eso puede generar conductas de riesgo innecesarias. Tienes que sacar unos resultados inmediatos. Si un niño tiene un nivel de estrés elevado, puede medir mal una curva, por ejemplo. Eso está estudiado, tu capacidad atencional y de toma de decisiones puede ser peor en esos momentos, y puede conllevar un riesgo que es más delicado y peligroso por las propias características de estos deportes", concluye.
- El Deportivo abandona la plaza de Pontevedra
- El Deportivo trasladará su sede social al estadio de Riazor
- El Dépor, el sastre de confianza y las costuras que tiran
- Una mujer muerta y otra herida de gravedad en una colisión frontal en Ames
- Álex Alfaro: «Mi siguiente paso debe ser en un primer equipo aquí o fuera»
- Lucas rechaza al PSV que le ofrecía año y medio de contrato
- Estrella Galicia lanza la ‘Enciclobirra’, la primera enciclopedia bebible
- El Leyma ficha al dominicano Ángel Núñez para suplir a LJ Figueroa