"El año que viene volvemos otra vez", gritaban los aficionados deportivistas que se desplazaron a Pamplona. Una dosis de oxígeno, aunque sea anímica, para una afición local que sigue tocada en su campo al ver cómo su equipo sucumbía una vez más ante el visitante. El Deportivo obtuvo su cuarta victoria consecutiva en la Liga y se reafirmó en sus aspiraciones de meterse en la Copa Intertoto. Hoy la plaza es suya. Lo es gracias a una victoria trabajada, carente de brillantez, pero plena de efectividad basada en la seguridad defensiva y en el acierto de Sergio, una vez más, en el lanzamiento de un penalti. Fue lo poco que hizo el conjunto deportivista en ataque. Suficiente. No más hizo Osasuna, más necesitado que los blanquiazules. Estos saben jugar como les conviene, incluso modificando el estilo, renunciando al toque por el fútbol directo. Renunciando al virtuosismo de Lafita por el dominio del juego aéreo de Taborda. Con todo, este Dépor supo sacar el partido adelante.

Los cambios de guión suelen ser problemáticos, conllevan tiempo para la adaptación, algo que no existe en un partido, el examen verdadero de todos los ensayos que se realizan en el laboratorio de Abegondo. El Deportivo maneja un libreto susceptible de ciertas modificaciones, pero con una base invariable. Parte de esa solidez está en el manejo de la pelota. Si no lo hace los problemas se le acumulan. Le sucedió en el Reyno de Navarra. La presencia de Taborda en la alineación obliga a un cambio de estilo, el toque en corto desaparece para centrarse en el desplazamiento en largo en busca de la segunda jugada que puede fabricar el uruguayo. El equipo así está incómodo. Sufre porque carece del balón y las jugadas de peligro desaparecen. Es el riesgo que conlleva cuando se trata de introducir novedades que rompan el tedio al que conduce la costumbre y sorprendan al adversario.

El equipo deportivista llegó a Pamplona en racha para enfrentarse a una formación necesitada de una victoria, pero carente de confianza en los partidos en los que actúa como local. Se presumía un Osasuna lanzado, echado encima del rival, pero el miedo a encajar le hizo ser excesivamente cauteloso. También lo fue el equipo blanquiazul. Un punto le bastaba para seguir creciendo en la clasificación. Es a lo que apuntó durante la mayor parte del encuentro de ayer. Poco hicieron los jugadores coruñeses para hacerse con la cuarta victoria consecutiva. Estar bien colocados. Tapar cualquier hueco y acercarse a la portería de Ricardo a base de balonazos. Poco para crear una ocasión, menos para anotar un gol. Pero en un segundo la historia de un partido cambia radicalmente. Una simple galopada por la banda, como la de Filipe, un toque ligero en el interior del área bastan para provocar un penalti que altere el marcador.

Un gol supone un cambio radical del encuentro. El Deportivo, con ventaja, reforzó su planteamiento y su asentamiento en zona propia. Sólo era cuestión de mantener la firmeza defensiva. Difícil, porque Barragán se tuvo que retirar y Lotina reconvirtió a Cristian en carrilero diestro. Era su primer partido desde el 23 de diciembre. Un serio obstáculo. Otro era que no tiene mentalidad defensiva. Complicado cuando se trata de frenar a un rival que te encara y en zona de peligro. Osasuna trató de sacar ventaja a esa carencia de los blanquiazules en la banda derecha, pero los apoyos defensivos paliaron esa deficiencia. Lotina varió el dibujo y llevó a Wilhelmsson -después a Juan Rodríguez- y a Riki a las bandas para cerrar unas espacios que con anterioridad había regalado al adversario. La decisión le hizo perder al equipo coruñés la posibilidad de sorprender a la contra, pues se quedó sólo con Taborda en el ataque. La falta de velocidad y su estilo imposibilitaban que los contragolpes pudiesen sentenciar, pero en su haber está el trabajo sucio, mandar por arriba y fijar la marca de hasta dos defensores.

Son cuestiones carentes de estética, pero igual de efectivas. Ayer lo fueron, aunque por momentos diese la impresión de que el equipo perdía a un futbolista en ataque, especialmente cuando se lesionó Barragán. El gol a favor determinó la forma de proceder. Poco hay que decir, porque al final los tres puntos viajaron hacia A Coruña. Es lo que cuenta. Es lo que importa. La fórmula siempre es mágica cuando el triunfo sonríe. Si el espectáculo es bello, pero el resultado negativo de nada sirve todo lo que se pueda haber preparado. Ayer, hubo otro cambio de guión, como en Santander, y como sucedió frente al Racing el resultado fue positivo. Una prueba de que el libreto de Miguel Ángel Lotina está repleto de recursos. El terreno de juego es el campo de prueba, donde se demuestra todo. El resultado a falta de cinco jornadas es que el Deportivo tiene 46 puntos, que lleva cuatro victorias consecutivas y que ahora mismo es dueño de la plaza de Intertoto. ¿Un sueño? Realidad pura.