primera española que cruza el polo sur

Chus Lago: "Tenía la sensación de ir en un bote pinchado desde que salí; fue angustioso"

Chus Lago, entre Carmela Silva y Abel Caballero, el día de su salida desde Galicia. / marta g. brea

Chus Lago, entre Carmela Silva y Abel Caballero, el día de su salida desde Galicia. / marta g. brea

E. Ocampo | Vigo

La Dama Blanca (nombre de Chus Lago en el blog de su expedición), cumplió 44 años y su sueño de cruzar la Antártida. El 9 de enero llegó al Polo y vio dos, ambos al sur, porque una importante quemadura en el ojo izquierdo le produce visión doble. Habla la alpinista, la concejal de Medio Ambiente de Vigo, la aventurera y sobre todo, la superviviente. Ayer supo que el vuelo que debe llevarla hasta Punta Arenas, Chile, no será operativo por lo menos hasta el día 13. Al efecto casi mágico de escuchar a alguien que acaba de conquistar el centro geográfico del planeta, se une el placer de hacerlo después de que no haya articulado casi palabra en 59 días.

-Logró el objetivo que se marcó desde la cumbre del Vinson. Podría explicar cómo se siente.

-Rara, rara. Esto es como un aparcamiento de una zona industrial, (dice por la base científica Amundsen-Scott, bajo gestión norteamericana). Es como una película de naves espaciales: hay máquinas trabajando...

-¿Sigue sola ahí en medio?

-Estoy sola en una tienda, a cincuenta metros de la bola del Polo sur y después está un edificio con habitaciones, biblioteca, una zona como un parque botánico donde cultivan lechugas... donde trabaja todo el mundo aquí. Es increíble. Cuando llegas, después de 59 días sin oír nada, ni ver nada.

-Sinceramente, ¿qué o a quién echó más de menos?

- ¡Una ducha, ropa limpia, por favor! Es que llevo más de cincuenta días sin ducharme: no es que huelas mal, porque yo ya no huelo a nada... ¿Qué echo de menos? No lo sé. Lo venía pensando, que cuando te falta todo y estás al límite de la mente, lo valoras todo.

-Perdió su única compañía: el mp3, los primeros días y luego se quedó sin comida para la marcha. ¿Cómo aguantó?

-Me fallaron muchísimas cosas: la mayoría de los aparatos electrónicos no pude usarlos, porque no fui capaz de cargar las baterías. A un bastón se le rompió la punta y tuve que arreglarlo. Se rompió la tienda durante un temporal y tuve que coserla. En una tormenta de viento, se me marchó volando una esterilla como si me la arrancasen de cuajo. Todas las cosas de plástico, lo mismo que las sillas, se rompieron. Los cables se pelaron con el frío. Tenía la sensación de ir en un bote pinchado desde que salí. Era angustioso; llegué a tener una gran ansiedad, porque iba remando todos los días, pero cada vez que salía, se rompía algo.

-¿Perdió mucho peso?

-La dieta era estupenda (bromea). Caminaba cada día entre 12 y 14 horas, llegaba que me tambaleaba, pero aún tenía que llenar los termos y poner la cocina a calentar. Dormía cinco horas a intervalos. Y al día siguiente, con energía para seguir caminando. Estoy muy delgada; el trineo me destrozó la cadera y tuve que poner ropa alrededor porque estaba llena de heridas. Pero me recuperaré muy rápido. En tres o cuatro días gano kilos, ¡es que nunca estuve tan delgada, doy asquito!

-¿Regresa una Chus Lago distinta a la que inició esta aventura desde Vigo?

-Estos viajes siempre te transforman por dentro, a nivel personal. No es una Chus diferente, pero va a haber cosas que cambiar, seguro. Te tomas un café con una amiga y lo disfrutas mucho más. La vida cotidiana cobra más intensidad.

-¿Ya lo ha hecho todo?

-Es mi último gran sueño. (Se acaba la batería y se corta).

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