Un gol en propia meta saca al Montañeros del atasco

Un golpe de fortuna reactivó el casillero de victorias del Montañeros, que no ganaba un partido desde el pasado 23 de noviembre. Ese gesto de suerte fue puntual, fue un detalle que otorgó un premio mayor a un equipo que, como su rival de ayer, el Somozas, se ganó el derecho de sumar al menos un punto. ¿Son los tres demasiados? Que lo decida la justicia divina. Pero el triunfo sirve, sobre todo, para que el Monta concluya la primera vuelta entre los cuatro primeros de Tercera, en una de las plazas de la zona por la que más ha caminado en esta media temporada. El Somozas, en otra liga, la de los equipos que temen más de cerca el descenso, bastante molestó a los herculinos ayer con la cantidad de bajas que acusó y se marchó con la dignidad bien alta pero con la cabeza agachada.

Por momentos, el Montañeros recuperó el trazado dinámico del juego que mejor practicó en el primer cuarto de la Liga. Lo hizo a ráfagas, porque el Somozas, con canteranos en su banquillo y mucho descaro en los alineados a disposición de Germán Amil se guardó cualquier dosis de miedo en el autobús. A los tres minutos marcó Edy de cabeza al elevarse como una torre para rematar un saque de esquina; otro testarazo de Edy rozó el palo antes del minuto 10; en el 19, José Luis disparó junto al poste; en el 33, Máikel chutó contra el cuerpo del portero Manuel; y en el 44, otro balón de Pablo Lago rozó el palo. El Somozas no entendía de reservas, en absoluto.

El Montañeros respondía también con ocasiones, con las que le dio calor al partido en una tarde helada. Pablo Fernández y Rodri chutaron o cabecearon con debilidad a las manos de Abraham; el portero se lució en otro disparo de Pablo y Añón no supo culminar la misma jugada con el marco visitante sin defensa; y Repi empató en el 21 al seguir un rechace de la barrera en el saque de una falta protestada por el Somozas y lanzarse al charco para cruzar la trayectoria.

Tras el descanso el partido se enfrió. José Luis y Rivera avisaron con timidez en cada área y el Monta se encontró con una diosa de la buena ventura cuando un centro de Rivera que no iba a encontrar rematador lo empujó Diego Louzao al fondo de su propia portería. Pidió la hora el equipo coruñés y celebró después una gran primera vuelta.