primera división

Los grandes errores de Calderón

Agencias

Madrid

Calderón, que se marchó asegurando su inocencia, terminó claudicando ante el peso de tan sólidos argumentos, la falta de apoyos en su junta directiva y de credibilidad entre la masa social del club, inmerso en un ciclo, más allá de los triunfos o derrotas, de inestabilidad constante desde que Florentino Pérez, el último gran jefe de la casa blanca, decidiera dejar el club en marcha en febrero de 2006.

Calderón, que siempre había mostrado su repulsa por las formas que utilizó Pérez para dejar el sillón presidencial, se ha resistido hasta el último suspiro, pero ya no tenía otra salida después de que el escándalo de la Asamblea del pasado 7 de diciembre, que ya fue sonrojo de los madridistas, le arrastrara de forma rotunda. Aun declarándose inocente por su honor y señalando como chivo expiatorio a un empleado del club, Mariano Rodríguez Barutell, alias Nanín, y su inmediato superior, Luis Bárcena, el abogado palentino ha sido derrotado por la presión y la vergüenza que está generando el escenario actual de la entidad blanca.

Calderón cae además en su propio terreno. Durante veinte años fue un asambleísta reconocido, marcado por la honradez de su juego y la rebeldía ante el poder, pero ahora una gestión horrenda de la Asamblea de diciembre, esté o no probada la implicación del presidente en la asistencia de personas no autorizadas a la misma, supone el cierre a dos años y medio de gestión a sobresaltos.

En este abogado palentino algunos vieron al Kennedy del madridismo pero, cual guión de Hitchcock, sus primeras palabras como presidente han sido su sepultura definitiva. En aquella calurosa madrugada de julio de 2006 agradeció, sin tapujos, el trabajo realizado por un tal Nanín. Ahora, ese mismo nombre es el cierre a su mandato porque no le ha servido de escudo e incluso le ha puesto en evidencia ante la masa social. Calderón se ha quedado sin argumentos ni fuerzas después de una semana en la que ha sido acusado de manchar la Asamblea del club introduciendo socios compromisarios que no lo eran y sujetos que ni siquiera eran socios de la entidad. El escándalo, destapado por el diario deportivo Marca, supuso el punto de inflexión definitivo.

Calderón nunca había liderado con solvencia el club, producto de unos comicios irregulares y de los constantes ataques que sufría su persona en distintos medios de comunicación, además de sonrojantes errores deportivos o el incumplimiento de promesas deportivas en forma de fichajes o excelencia en el juego del equipo.

Y la Asamblea de diciembre, en la que se debían aprobar las cuentas, fue una vergüenza. Un ambiente crispado, la supuesta intrusión de un grupo de aficionados radicales del club en apoyo al presidente y la manipulación desvelada en los últimos días han terminado de agotar la legislatura de Calderón antes de tiempo. El presidente utilizó a Nanín y al director del área social, Luis Bárcena, como primeros escudos humanos, pero fue insuficiente para salvar la cabeza. Sus explicaciones no convencieron. Intentó borrar su implicación como asunto más grave, pero reconoció el fraude en la Asamblea.

Un día después de ofrecer explicaciones, jurando incluso por su honor, se sucedieron los rumores sobre su dimisión como consecuencia de la presión insostenible de los acontecimientos y de los miembros de su junta directiva, dispuestos a no seguir adelante, hasta que finalmente se ha consumado la noticia. Una dimisión, en términos similares a la de Florentino Pérez, y que abre de nuevo un periodo de incertidumbre en el club.

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