Los equipos coruñeses acusan la falta de una sólida cantera

Tener dos representantes en una categoría nacional, el Sondeos del Norte Sada Maristas y el Mestro Mateo Diseño Calasancias en este caso, es motivo de orgullo para cualquier ciudad, sin embargo, los equipos herculinos pasan muchas dificultades al enfrentarse a proyectos deportivos más sólidos que están a caballo entre el baloncesto profesional y el aficionado. La falta de una sólida cantera femenina y de patrocinadores que apuesten fuerte por este deporte son los dos factores determinantes que sitúan a Maristas y Calasancias en la zona baja de la clasificación, pero hay más. Las jugadoras coruñesas deben compaginar sus estudios o su trabajo con el deporte, ya que ninguna vive de esto, y muchas veces no pueden desplazarse con su equipo para jugar.

Susana Lousame, entrenadora del Maristas, sabe muy bien lo difícil que es poder contar con todas sus pupilas para afrontar cada partido. En la pasada temporada, su primer año en la categoría, el equipo descendió y tuvo que comprar la plaza para poder estar de nuevo en el panorama nacional. "El año pasado pagamos la novatada de no saber cómo era la categoría y estábamos muy nerviosas por afrontar ese nuevo reto. Esta temporada las niñas ya están mucho más tranquilas y hemos notado una evolución en la actitud, pero han surgido los problemas laborales. Al no ser un equipo profesional las niñas y las no tan niñas tienen que compaginar su trabajo con el deporte y con esa exigencia nos está costando un poco más sacar los partidos. Si no fuera por eso, creo que el equipo podría estar un poco más arriba en la tabla", asegura Lousame.

La experiencia y la madurez han servido para que este año el Sondeos del Norte Sada Maristas no pase tantos apuros, ya que, aunque sigue en la zona de peligro, no ocupa puestos de descenso. Sin embargo el Calasancias, que el año pasado logró mantenerse en Primera, ocupa la última plaza.

"La cosa está muy complicada, somos conscientes de que tenemos muchas carencias, sobre todo, en el juego interior, ya que no tenemos gente alta y debemos tirar de las júnior. Nos cuesta mucho anotar y eso en esta liga se paga. Pero, pese a estar ahí abajo, seguimos con la misma ilusión que al principio para intentar salir de esa zona en el final de temporada.", comenta Miki Abarca, preparador físico y segundo entrenador del Calasancias.

Este equipo coruñés está acusando la falta de jugadoras clave el pasado año como Jenny o Encina, y las jugadoras júnior que van convocadas pagan el exceso de saturación al competir en la liga gallega con su equipo y tener que reforzar el bloque de Primera División.

Para Susana, esta circunstancia tiene un doble sentido: "Esas jugadoras ahora están pagando esa falta de inexperiencia, pero puede ser algo muy positivo para un futuro". Miki, por su parte, discrepa: "Teóricamente está bien, pero en la práctica es complicado. Lo más probable es que las júnior con más proyección se vayan a estudiar fuera en un futuro y no podremos contar con ellas". Una realidad que sufren todos los equipos y que hace cuesta arriba mantener los proyectos deportivos no profesionales.

Apostar por crear una cantera que además de amplia sea efectiva, para poder nutrir a los equipos en un nivel superior y no sólo en las categorías de base, es la única solución viable para el futuro y desde hace tiempo se viene trabajando en esa dirección, pero hace falta tiempo para que dé sus frutos.

"En A Coruña nos falta unión, aunque suene raro dada la rivalidad de la que se habla siempre entre Calasancias y Maristas. Nosotros estamos trabajando en ese sentido porque debemos cuidar la cantera para poder aspirar a algo más en un futuro, ya que no hay dinero para fichar a nadie", aclara Lousame, quien no ve muy factible una unión entre los dos viejos rivales para crear un sólo equipo coruñés competitivo. "Hace mucho tiempo hubo un proceso de acercamiento, pero ahora eso está muy lejano y no es posible", asevera.