La carrera de 100 metros, la prueba más breve y la más carismática del programa atlético, ha recuperado su antigua prestancia con la rivalidad entre dos colosos del sprint, Usain Bolt y Tyson Gay, que llegaron a Berlín en su mejor forma y esta noche librarán un combate de resultado impredecible.

Desde los tiempos de Carl Lewis y Ben Johnson, en los años ochenta, la prueba reina no suscitaba tanta expectación como ahora, con la confluencia de las órbitas siderales de Bolt y Gay.

A las 21.35 horas, millones de aficionados de todo el punto permanecerán atentos al televisor para contemplar el combate por excelencia, el de los grandes pesos, el del campeón mundial (Gay) contra el campeón olímpico (Bolt), que va a durar un suspiro, poco más de nueve segundos.

Como en los tiempos de Lewis y Johnson, la carrera se plantea como una lucha de escuelas: la estadounidense contra la jamaicana. Tyson Gay recoge la herencia de Carl Lewis. Bolt, el legado del ex jamaicano -luego canadiense- Ben Johnson, cuya vida deportiva acabó al ser cazado en un control de dopaje tras la final olímpica de Seúl 88. Cuando regresó, dos años después, ya era un sprinter mediocre.

Desde la retirada de Carl Lewis, hace trece años, nadie se ha atrevido a intentar, siquiera, la cuádruple hazaña de Jesse Owens en un gran campeonato (100, 200, longitud y 4x100), pero Bolt y Gay, son los que más se han aproximado.

El estadounidense conquistó en los Mundiales de Osaka los títulos de 100, 200 y 4x100. Un año después, Bolt repitió la gesta en los Juegos de Pekín, pero añadiendo récords mundiales (9.69, 19.30 y 37.10) a cada una de sus victorias.

En una situación de tan cerrada igualdad en cuanto a marcas del presente año -Gay lidera el ranking con 9.77, Bolt es segundo con 9.79- la suerte de la final podría decidirse no en la línea de meta, sino en los tacos de salida.

Si Bolt es capaz de poner en acción en menos de 150 milésimas su masa corporal de 1,96 de estatura y 86 kilos de peso, Tyson Gay, de 1,76 metros y 70 kilos, tendrá muy difícil pasar del segundo puesto, porque en los últimos 40 metros el jamaicano es, hoy por hoy, imbatible. En Ostrava corrió en 9.77 con viento muy ligeramente superior al límite (+2,1) pese a dormirse en la salida (206 milésimas).

Asafa Powell, llamado a ser el tercero en discordia, continúa dando muestras de apocamiento y frivolidad. Se derrumba en las grandes ocasiones, como en el último mundial (tercero) y en la última final olímpica (quinto), pero además asume riesgos innecesarios. Ayer, en la primera ronda, se dejó ir, confiadamente, en los 30 últimos metros y estuvo a dos centésimas de ser eliminado. Por la tarde, autor del mejor registro (9.95) reveló su buena forma.

La cabeza de Powell, cuyas cualidades naturales para el sprint nadie discute, no está a la altura de su exquisita técnica pero aquí debería sacar partido de su condición de tapado, con todas las cámaras enfocando a los dos grandes. Algunos han olvidado que sigue teniendo el segundo mejor registro de la historia (9.72).