Si el Dépor juega siempre como ayer estará en Europa la próxima temporada. La exhibición fue mayúscula, independientemente del resultado. Y eso que el Atlético casi sale vivo gracias a la falta de puntería local y a Paradas Romero, que pasó por alto sendos penaltis sobre Riki y Mista antes de señalar otro sobre Lopo que Guardado transformó en el definitivo 2-1. Por ocasiones y fútbol, el equipo coruñés pasó por encima del Atleti, que sólo asomó la cabeza a ráfagas en la segunda parte. Los blanquiazules dispusieron de varias ocasiones claras para sentenciar mucho antes. Aunque tardío, el 2-1 fue un justo premio a la mayor insistencia del Dépor, que hizo todo lo que estuvo en su mano para ganar.

Viendo la que le cayó después, lo peor que le pudo pasar al Atlético fue marcar tan pronto, a los tres minutos. Agüero, que no perdona ni una por muy mal que esté su equipo, aprovechó el regalo de Lopo para firmar el 0-1. Fue lo mejor y prácticamente lo único que hizo el Atlético en una primer parte en la que el Deportivo dio un auténtico recital ofensivo. Lotina disfrutó desde su privilegiada posición. No pudo estar en el banquillo al estar sancionado y decidió instalarse en una de las cabinas de prensa. Desde allí vio cómo sus jugadores trituraron al Atlético. El vasco construyó un plan especial para la ocasión, con tres delanteros y otros tres hombres en el centro del campo, y el nuevo dibujo dio resultado.

El Dépor fue un puñal en ataque. Llegó al descanso con empate, pero mereció mucho más. La falta de puntería y las polémicas decisiones de Paradas Romero privaron al equipo coruñés de dejar el encuentro finiquitado en los primeros cuarenta y cinco minutos. El Atlético se equivocó al querer defender su ventaja sin el balón, que fue una propiedad casi exclusiva del conjunto blanquiazul. El Dépor abrió el campo para ganar profundidad y supo jugar en largo y en corto, como le gusta a Lotina. El Atlético no tuvo más remedio que echarse atrás. Esperaba una reacción, pero no tan contundente. El Dépor se vistió de equipo grande y, a base de empuje, obligó a su rival a atrincherarse. Producto de ese dominio llegaron los córners y las faltas al borde del área, ese tipo de acciones de las que el equipo coruñés suele sacar tajada. Y así nació el tanto del empate, tras un saque de esquina. Antonio Tomás buscó la cabeza de Juan Rodríguez en el primer palo, el andaluz peinó el balón y Colotto, quién si no, apareció de la nada para marcar el 1-1.

Pese al empate el Dépor no se contuvo. Era el momento de matar el partido y siguió cargando aún con más insistencia. El Atlético, muy dócil, a duras penas aguantaba el chaparrón. Daba síntomas de impotencia ante un rival que se lo estaba comiendo a mordiscos. Lassad, de volea, y Colotto, otra vez de cabeza, volvieron a llamar a las puertas del gol. El 2-1 era sólo cuestión de tiempo y pudo llegar en el minuto 32. Más que pudo, debió, porque Paradas Romero no quiso ver penalti de Asenjo sobre Riki. El madrileño, como en Getafe, volvió a pagar cara su fama de piscinero.

Así, con empate injusto, se llegó al ecuador. Tras el descanso el Deportivo salió al campo igual de desmelenado. Los atléticos, despistados, aún se estaban atando las botas cuando se encontraron con otra ayuda arbitral. Mista fue derribado por Pablo Ibáñez dentro del área y el colegiado, esta vez sí, señaló penalti, pero acto seguido corrigió su decisión a instancias de su asistente por fuera de juego. La grada estalló de ira. Gritos de "¡fuera, fuera!", como hacía tiempo que no se escuchaban en Riazor.

El Atlético sobrevivía de milagro ante un rival netamente superior. Rebosaba fútbol de ataque el equipo coruñés y también ocasiones. Lopo y Colotto se estorbaron en un remate que pudo suponer el 2-1. Luego acarició el gol Juan Rodríguez e inmediatamente después Lassad. Si no era uno, era otro. El baño estaba siendo monumental hasta la entrada de Simão. El luso le dio otro aire al Atlético, que poco a poco fue sacudiéndose el dominio. Lassad, a centro de Guardado, pudo marcar justo antes de ser sustituido por Valerón. Para entonces Agüero empezaba a merodear demasiado por el área de Aranzubia y el Dépor decidió aflojar una marcha. Aun así hubo tiempo para un último centro que acabó con el derribo a Lopo dentro del área. A la tercera fue la vencida y el árbitro pitó penalti. Guardado, eléctrico durante todo el partido, tuvo sangre fría y no perdonó desde los once metros. El fútbol fue justo con el Dépor, que con este triunfo deja a quince puntos al Atleti, prácticamente un rival menos por Europa.