El Montañeros cerró una intensa semana con variedad de resultados frente a rivales de la parte baja de la clasificación: el domingo pasado cayó ante el Racing de Ferrol (1-0), el miércoles conquistó el Reino de León, terreno de la Cultural (0-3), y ayer en Elviña se tuvo que conformar con un empate frente al colista (2-2), el Compostela, un incómodo contrario que imposibilitó al equipo coruñés desarrollar su preferida apuesta futbolística, el juego de toque y progresión escalonada hacia el área enemiga. Peligró incluso el punto, atrapado por gracia del canterano Romay, exquisito en la ejecución de una volea fantástica dentro del área a dos minutos del final.

Se encontró el Monta con un rival poco amistoso, muy bien protegido y muy pendiente de la camiseta contraria. Ahí, en la vigilancia y la patada, se cebó demasiado el Compostela, ahogado en la competición a diez puntos de la salvación y agobiado por el impago de sueldos de los jugadores, razón por la que estuvo a punto de no presentarse al encuentro. Pero acudió después del amago y supo reaccionar muy bien a otro golpe que encajó nada más comenzar la contienda. Rivera entregó el cuero a Dani Bea en una contra y éste fusiló en el mano a mano a Pablo.

Se puso el Monta por delante, pero de inmediato el Compostela empezó a creer en la remontada. Sobre todo porque la defensa local no era contundente en el despeje ni en las marcas cuando el rival atacaba. Antes de que Iván empatase en el minuto 13, solo en el área y tras un rechace del portero Diego, el equipo de Fabiano se había acercado con mucho peligro a los dominios del cambrés, ayer un tanto nervioso en el juego aéreo.

De nuevo con la igualada, el partido entró en una larga fase de fútbol de contacto duro en el que el Compos repartió estopa y los jugadores del Monta, especialmente Iago, se pasaron demasiado tiempo tumbados sobre la moqueta. Atacaban sin llegada los locales, replicaban a la contra los visitantes, que empezaron a poner a prueba la templanza de la defensa herculina. Ese tramo espeso y feo de encuentro se alargó hasta el siguiente gol, firmado por Rego en el 63 de una forma semejante a como Dani Bea había logrado el primero del Monta. Márquez no se explicó a sí mismo poco después cómo falló con la cabeza solo delante de Diego.

Se terminó entonces la carga ofensiva del Compos y el Monta se lanzó al vacío a por el empate, sin espacios para disparar, atascado en la red tejida por los contrarios, con fe y, finalmente, con genialidad. Porque primero Pablo evitó el gol de Dopico pero en el 88 no pudo despejar el globo de Romay, que estableció un empate con el que no contaba el Montañeros pero que tuvo que agradecer.