El Atlético de Madrid completó su recuperación con otro partido notable, en el que remontó un 0-1 y en el que impuso su absoluta superioridad ante un Valencia inofensivo, desaparecido tras la expulsión de Marchena y anulado por el fútbol de un equipo rojiblanco que sueña con Europa.

El 4-1 final, con tres de los goles en el último cuarto de hora, confirmó la transformación del conjunto madrileño, que ha dejado atrás sus deficiencias de meses anteriores, y agravó las dudas como visitante del Valencia, que acumuló su cuarto duelo seguido a domicilio sin ganar, aunque continúa en zona Champions.

El Atlético no lo dejó respirar desde el primer segundo. Desde el principio aceleró su presión y fue el dueño del balón y de las ocasiones de un duelo atractivo contra un rival impreciso, aunque aguantó las embestidas iniciales del equipo rojiblanco e, incluso, se situó por delante en el marcador.

Un penalti a Reyes, no sancionado por Pérez Burrull, impulsó un contragolpe del Valencia, un pase entre la defensa y un mano a mano de David Silva, que, tras sortear el desesperado intento de Perea desde el suelo, se plantó ante De Gea. Primero, ganó el portero; luego el media punta, que firmó el 0-1.

Pero el Atlético, en contraste con partidos precedentes de la primera parte del curso, supo encajar el golpe. Y reaccionó. Primero con una jugada genial de Reyes ante un puñado de rivales que acabó en el poste y después con un penalti de Marchena pitado con retraso por Pérez Burrull, que en el momento no sancionó la pena máxima y luego, ante la bronca general, recurrió al cuarto árbitro.

El colegiado, que no había visto la mano del futbolista visitante (el central del Valencia se lió como último hombre de la defensa, Agüero le arrebató la pelota y el zaguero empleó la mano desde el suelo para frenar la acción del 10 rojiblanco hacia la portería de César), rectificó. Penalti y expulsión por roja directa de Marchena. Forlán no desaprovechó la ocasión para restablecer el empate para el Atlético, en superioridad numérica con más de una hora por disputarse ante un Valencia que reestructuró su equipo.

Y sufrió el Valencia, porque el Atlético encaró la segunda mitad con los mismos argumentos convincentes de la primera parte, con agresividad, con velocidad en su ataque y con fiabilidad defensiva ante un rival mermado por las circunstancias, que sólo pudo soportar el chaparrón.