El Deportivo despidió ayer la temporada en Riazor con seguramente la peor entrada de toda la campaña. Apenas 7.000 aficionados acudieron al estadio coruñés para ver a un Dépor que no se jugaba nada, tan sólo el honor de despedirse de su afición con una victoria después de firmar su peor racha de la historia en la segunda vuelta. Once partidos sin ganar que transformaron al Deportivo de ser un conjunto para luchar por Europa a ser un equipo que sin objetivos por los que pelear.

Por eso ayer hasta los seguidores más fieles le dieron un tirón de orejas al equipo blanquiazul. En el fondo de Maratón, minutos antes de arrancar el encuentro, una pancarta rezaba A vosa segunda volta merece isto. Debajo, el fondo donde se colocan los Riazor Blues lucía completamente vacío. Sin el habitual sonido de apoyo que transmite la gente del fondo, el himno del Dépor a través de la megafonía sirvió para aplacar la frialdad de la grada mientras el árbitro del encuentro, Turienzo Álvarez, esperaba, con los jugadores sobre el césped, a que en su reloj diesen las nueve en punto de la noche. Era el momento marcado para que la jornada diese comienzo de forma simultánea en todos los campos de Primera, entre ellos el Pizjuán donde la Liga perfilaba un campeón.

Después de diez minutos de juego, y bajo un ambiente fúnebre, el panorama dio un giro de 90 grados, al igual que el cartelón de tela situado en el fondo de la grada: "E a grandeza do escudo isto". En ese momento, los Riazor Blues regresaban a su cita con el equipo para mostrarles su apoyo incondicional.

Y es que ayer, salvo el regreso de Filipe Luis para resucitar al equipo coruñés, poco más había que ver. Quizás tan sólo el tradicional homenaje que cada temporada en el último encuentro en casa el público rinde a las categorías inferiores durante el tiempo de descanso.

Sin interés por un lado y con sufrimiento por otro, para medio centenar de seguidores del Mallorca que vieron como la proeza de terminar la temporada en puestos de Champions se escapaba un poco más con esa derrota. Fueron hinchas madrugadores que aterrizaron en el aeropuerto de A Coruña el viernes y a los que la nube del volcán islandés no les afectó. Porque aunque parezca mentira después de tres semanas los efectos obligaron de nuevo al cierre más de 20 aeropuertos entre ellos, Alvedro, Lavacolla y Peinador.

Por ese motivo, unos 188 seguidores mallorquinistas que tenían pensado presenciar en directo el partido no pudieron salir de Palma. Nube de cenizas que afectó también a la propia expedición del Mallorca, que no pudo abandonar A Coruña. La plantilla se vio obligada a pernoctar en la ciudad y lo que es peor, sin fecha prevista de regreso. De lo que no se olvidó Riazor fue esa tradición que pone fin a la temporada. Gritos de la grada de "invasión, invasión" y cuando el árbitro pitó el final, invasión. Cerca de un millar de seguidores que saltaron al césped para despedir a un equipo que ayer sí ganó en Riazor.