Un nuevo deporte está a punto de llegar a tierras gallegas. Se trata del fútbol gaélico, que triunfa en Irlanda, su país de origen. Se asemeja al balompié, al rugby, y al fútbol australiano. Galicia lo recibe de la mano de los Fillos de Breogán, un equipo de A Coruña que competirá en el Campeonato Ibérico.

El club liderado por Wenceslao García ya ha recibido peticiones de merchandising por parte de aficionados incluso antes de establecerse como Sociedad Deportiva, para lo que están realizado los respectivos trámites y están a punto de comenzar a entrenar.

Esta modalidad se juega habitualmente en un campo de entre 130 y 145 metros de largo y 80 y 90 de ancho, con quince jugadores en cada equipo, aunque la Asociación Atlética Gaélica ha permitido que se disputen en campos de fútbol europeo y con once jugadores durante sólo media hora. El terreno de juego cuenta con líneas a trece, veinte y cuarenta y cinco metros de cada portería.

Los Fillos de Breogán tendrán que anotar en la portería de los contrarios, que tiene forma de H y que mide siete metros de alto. En la parte inferior hay una red defendida por un portero, pero el adversario también puede marcar por encima del larguero, zona desprotegida. Además, los partidos están regulados por ocho árbitros.

Para jugar al gaélico también se emplea un balón de cuero, más pesado que uno de fútbol y que se parece al de voleibol. La bola se puede patear o pasar con el puño. Algunas acciones no están permitidas: recoger el balón directamente del suelo o caminar más de cuatro pasos sin botar, soltar o hacer soloing con la pelota (patearla hacia las propias manos del jugador). Tampoco es válido cambiarla de mano y sólo se puede marcar tras un pase con el pie, entre otras. También destaca la regla de la bola cuadrada, similar al fuera de juego, y según la que un jugador no puede estar dentro del área pequeña si el balón no está allí.

Anotación

En el peil hay dos modos de marcar, por encima o por debajo del travesaño. Del primer modo, se anota un punto, y del segundo, un gol, que equivale a tres puntos. El equipo vencedor es el que obtenga la mayor puntuación tras la suma de ambas anotaciones.

Uno de los aspectos que lo asemejan más al rugby son los placajes, aunque no está permitido hacerlos con tanta fuerza como en éste. Derribar o empujar a un rival no está permitido, igual que bloquear un tiro con los pies o hacer un tackle con ambas manos. Igual que en el fútbol tradicional, además, está penalizado agarrar de la camiseta al contrario o tocar al portero en el área pequeña.

Otra curiosidad es el inicio de los partidos, en los que el árbitro lanza el balón entre los cuatro centrocampistas. Cuando un delantero lanza el cuero por detrás de la línea de meta, el portero saca desde el área pequeña y los jugadores de campo tienen que colocarse a veinte metros, desde donde sacará el guardameta tras recibir un tanto.

Las relaciones con el fútbol clásico continúan: el sideline kick es el saque que se hace desde el punto por el que el balón salió del campo, como un fuera de banda; el free kick es una falta; y el penalty kick es el que se lanza desde el centro de la línea de los trece metros cuando un defensor comete una falta dentro del área. Los dos primeros pueden ejecutarse con el pie o con las manos, mientras que el último sólo puede hacerse desde el suelo.